Más de 40 comunidades nativas de Purús, en el departamento de Ucayali, enfrentan una situación crítica, pues las intensas lluvias nuevamente han provocado inundaciones. Los residentes de estas comunidades, inaccesibles por carretera debido a su ubicación remota, han sufrido pérdidas significativas de animales, cultivos y fuentes de alimento.
Durante los últimos años, específicamente desde 2010, se han registrado eventos consecutivos que han devastado cultivos esenciales como el plátano y la yuca, contribuyendo al deterioro económico y sanitario de la región. Las inundaciones recurrentes producto del desborde del río Ucayali afectan de modo desproporcionado a la seguridad alimentaria y la salud de miles de habitantes.
La situación ha sido especialmente devastadora para 43 comunidades que, aisladas por la geografía, encuentran barreras adicionales para recibir socorro.
Melisa Ramos, portavoz de la ONG Desarrollo Ambiental y Social Perú (DAS Perú), ha expresado su preocupación por el bloqueo de las principales vías fluviales, lo cual complica aún más el acceso a estas áreas.
En respuesta, la organización ha facilitado sus números de cuenta y herramientas digitales como YAPE para canalizar donaciones, haciendo énfasis en la necesidad imperiosa de activar protocolos de emergencia para enfrentar esta crisis y sus secuelas, incluyendo riesgos sanitarios como el dengue, informa Perú 21.
El presidente de la comunidad nativa de Purús, Roy Jijida Nonato, en declaraciones a TV Perú, detalló el aislamiento que sufren las comunidades a raíz de las crecidas de los ríos, exacerbado por las recientes lluvias.
Ante los desafíos para alcanzar a estos grupos, destacó urgentes necesidades de víveres, abrigos, medicamentos y otros insumos esenciales para enfrentar las enfermedades emergentes y la pérdida de alimentos básicos como plátano y yuca.
Las dificultades logísticas para llegar a las comunidades afectadas implican una coordinación con las Fuerzas Armadas para el envío de asistencia, subrayando la crítica situación de vulnerabilidad de los niños, mujeres embarazadas y ancianos, quienes están comenzando a mostrar síntomas de enfermedades. La acción concertada de entidades gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil es crucial para mitigar el impacto de esta catástrofe natural y asegurar que la ayuda necesaria llegue a quienes más lo necesitan.
Este fenómeno, exacerbado por el cambio climático, ha conducido no solo a la pérdida significativa de alimentos básicos para una población ya de por sí vulnerable, sino también al incremento de enfermedades transmitidas por el agua post-inundación, incluyendo diarrea, tuberculosis y dengue.
En el año más crítico, 2010, aproximadamente 58,000 personas resultaron afectadas al ver 43,571 hectáreas de su sustento destruidas y otras 50,000 gravemente perjudicadas.
Estas inundaciones ponen de manifiesto la vulnerabilidad de comunidades que ya enfrentan desafíos por el deterioro de sus recursos naturales debido a prácticas insostenibles como la tala ilegal y la caza descontrolada.
La respuesta insuficiente de los medios de comunicación a esta crisis amplifica el problema, ya que la falta de cobertura limita la conciencia pública y la acción gubernamental necesarias para abordar las causas y consecuencias de estas catástrofes. A pesar de la magnitud del impacto humano y económico, la tragedia del Ucayali sigue siendo eclipsada por desastres naturales de cara más dramática, lo que reduce la urgencia de buscar soluciones a largo plazo para estos eventos anuales predecibles.
La situación en Ucayali sirve como un recordatorio crítico de las complejas intersecciones entre cambio climático, seguridad alimentaria, salud pública y sostenibilidad medioambiental. La continuidad de este patrón sin precedentes de inundaciones alerta sobre la necesidad de una intervención más decisiva y coordinada.