“¡Todo Faucett! ¡Todo Faucett¡ ¿Sube?” Posiblemente este sea uno de los conjuntos de palabras más reconocible para miles de peruanos que día a día transitan por la capital.
El nombre de esta avenida es mencionado casi como un ritual por la mayoría de conductores, cobradores y pasajeros que buscan llegar a su destino pasando por allí, y es posible que algunos se hayan preguntado, ¿pero quién es ese tal Faucett?
Naturalmente, considerando lo emblemática que es esta vía principal es fácil pensar que el personaje que le da nombre es tan peruano como las unidades que la transitan, sin embargo, nada más lejos de la realidad; por el contrario, resulta una sorpresa saber que Faucett fue en realidad de nacionalidad estadounidense y las acciones que lo llevaron a destacar estaban un poco más lejos de los menesteres que se llevan a cabo en su transitada avenida. Esta es su historia.
¿Quién era Elmer Faucett?
Elmer James Faucett, natural de Nueva York, nació un 15 de marzo de 1891, y aunque poco se conoce sobre sus padres, se sabe que tuvo dos hermanas de nombre Nelly y Lila.
Su vida temprana estuvo marcada por el trabajo que realizaba como mecánico en una fábrica de aviones llamada Custler. Tras algún tiempo tomó la decisión que cambiaría su vida para siempre: emigrar a Sudamérica acompañando a un grupo de pilotos .
Tras llegar a Perú en 1920 se dedicó casi por completo a la aviación, logrando graduarse como piloto peruano de transportes y realizando su primer vuelo el mismo día que recibió su licencia. Durante su estancia ayudó a equipar la academia de pilotos civiles de Bellavista, espacio donde funcionó el primer campo de aterrizaje que tuvo Perú.
Histórica hazaña
Sin embargo, un tiempo después Faucett lograría pasar a la historia tras realizar un vuelo desde Lima hasta Iquitos en un biplano, aterrizando en la selva luego de jugarse la vida ya que no había un lugar apropiado para el descenso.
Se sabe que la hélice de madera del avión quedó destruida, pero afortunadamente el piloto no sufrió daño alguno.
Luego de esto la mira para el visionario era clara, ya que siguió surcando los cielos del país y América convencido del potencial que tenía el mercado aerocomercial. Así, un tiempo después contagió con ese ímpetu e idealismo a un grupo de empresarios que lo ayudaron a fundar la compañía de aviación Faucett en junio de 1928.
A tan solo tres meses de este hecho histórico, pilotó personalmente el primer avión que salió de Lima con rumbo a Chiclayo y Talara, iniciando el servicio aéreo interprovincial y marcando un hito para nuestro país. También se encargó de fundar la primera fábrica de aviones Stinson del Perú y Sudamérica, empleando a casi 1500 obreros, lo que la convirtió en la fábrica más grande de su rubro en la región.
El piloto y mecánico dirigió su compañía como gerente general durante toda su vida y tras 32 años con la mirada puesta en el cielo peruano, cerró sus ojos un 10 de abril de 1960 debido a una enfermedad. Sin saberlo, nunca más volvió al país que lo vio nacer.
La cuantiosa fortuna que había acumulado fue donada en su totalidad a la Fundación Elmer J. Faucett, que brindaba becas a estudiantes que deseaban estudiar para convertirse en pilotos, mecánicos y afines en el extranjero.
Una avenida para homenajearlo
Su gran visión y el trabajo que dedicó a la aviación en Perú hizo que en 1962 una gran avenida que conectaba al área del Callao con el distrito de San Miguel, y que además pasa por el aeropuerto, llevara su nombre.
Desde entonces, la avenida Faucett es recorrida a diario por miles de ciudadanos capitalinos, y aunque allí suele reinar el caos, es un particular homenaje a quien en vida dedicó todos sus esfuerzos a conectar al Perú a través de los cielos.