Hablar de cultura en Perú es remitirnos a diversas épocas que marcaron hitos en nuestra historia. Cada una de ellas ha dejado huella y muchas pueden ser apreciadas hoy en día a través de la arquitectura, expresiones artísticas como la pintura, cerámica y diversos tipos de artesanía, la música y demás.
Sin embargo, también es bien sabido que muchas de las muestras culturales del Perú no se encuentran en territorio nacional, ya que en algunos casos fueron saqueadas o enviadas a otros lugares, como es el caso del Códex Trujillo.
Su nombre en primera instancia no dice mucho, pero se trata de uno de los documentos visuales más importantes que tiene el Perú y que, sorprendentemente, no hemos podido recuperar pese a los intentos que se han hecho para comprarlo o incluso, pedirlo prestado a España, donde reposan hasta hoy en calidad de ‘inexportables’.
El Códex Trujillo, tesoro cultural del Perú
Conocido también como ‘Códex Martínez Compañón’, se trata de un conjunto de más de 1400 acuarelas que contienen ilustraciones sobre la vida diaria de los ciudadanos del norte del Perú durante el siglo XVIII y su transición al siglo XIX.
Los gráficos, que fueron hechos sobre papel verjurado, destacan las costumbres del virreinato, pero también tienen imágenes sobre el pasado precolombino y el incanato.
El documento fue mandado a hacer por orden del obispo Baltasar Martínez Compañón, quien entre 1782 y 1785, además de sus labores de evangelización y la misión pastoral, recorrió su diócesis y recopiló una serie de datos de importancia que se plasmaron en el Códex.
Entre ellos, destacan descripciones en imágenes de la flora y fauna de la zona que incluían hasta inventarios de las especies comercializables, detalles de las enfermedades más comunes, prácticas medicinales, costumbres y la vida cotidiana de los indios y la sociedad virreinal. Incluso se documentaron partituras de música popular de la época.
Vale mencionar que está dividido en nueve volúmenes. El primero recoge imágenes de las órdenes religiosas en Perú y algunos funcionarios de la corona española. El segundo da detalles de la sociedad colonial y las prácticas curativas; los tomos del III, IV y V describen la flora y los del VI, VII y VIII se ocupan de la fauna, describiendo cetáceos, aves y cuadrupedos. Finalmente, el tomo IX explica las ‘antigüedades de los indios’.
Todo este registro fue enviado a los reyes españoles Carlos III y Carlos IV y fue el modo en que el religioso pudo mostrarles a los monarcas cómo era el lugar donde se encontraba su diócesis sin necesidad de tener que cruzar el océano.
Aunque los artistas son anónimos, se sabe que fueron indígenas y su valor es comparable con la obra de Guaman Poma de Ayala en su Nueva crónica y buen gobierno, ya que contienen estilos costumbristas y son un verdadero tesoro para el Perú, de donde provienen. Además, fue declarado patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco.
Un patrimonio retenido en tierras españolas
El conjunto de documentos que conforman el Códex no ha vuelto a Perú desde su envío en la época colonial. Sin embargo, su existencia es bien conocida por las autoridades, quienes trataron de recuperarlo en 2017 luego de que 136 acuarelas de las 1400 que conforman el documento fueron puestas en subasta, en la cual participó el Museo de Arte de Lima (MALI) como único postor ofreciendo 45 mil euros por la colección.
Pese a esto, el Ministerio de Cultura español declaró el documento como ‘inexportable’, por lo cual pese a que Perú había ganado la subasta, no pudo llevarse las acuarelas consigo.
Ni siquiera como préstamo
Para aquellas épocas también se conoció que hubo conversaciones con las autoridades para resolver el asunto de la forma más beneficiosa para ambas partes. Una de las posibilidades que se manejó fue solicitar a España este conjunto de documentos como un ‘préstamo indefinido’, pero con el país europeo manteniendo la propiedad del patrimonio. No obstante, esto no llegó a conclusión alguna.
Según recogió el diario El Comercio, esa no era la primera vez que España puso trabas para repatriar obras de arte de otros países, ya que habría ocurrido algo parecido con Bolivia en el pasado.
Lo cierto es que los tomos permanecen hoy repartidos en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid y el Museo de América de la misma ciudad, donde descansan en el silencio.