Los versos “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, del poeta español Antonio Machado, nos sugieren que en la vida no existen rutas predefinidas que seguir; más bien, cada persona crea su propio camino a través de las decisiones y acciones que toma día a día. Este fragmento del poema podría cobrar relevancia cuando hablamos de los Caminos del Inca, una extensa red de rutas que conectaban diversas regiones del Imperio del Tahuantinsuyo, por los cuales transitaron los conquistadores.
Los versos del vate no tienen un trasfondo histórico ni estuvieron dedicados a sus antiguos coterráneos; sin embargo, es curioso que un escritor español haya escrito esto sabiendo que los conquistadores sí tuvieron un camino amplio y despejado por donde transitaron con varias consignas: buscar riquezas, principalmente oro y plata, así como la expansión territorial de los reinos europeos.
Evidentemente, esta asociación es arbitraria, pero nos permite iniciar el tema de los caminos prehispánicos desde una perspectiva lúdica, un comienzo que no se asemeja a lo que hicieron los conquistadores cuando llegaron a América. Como es sabido, los soldados y expedicionarios españoles, bajo el mando de Francisco Pizarro, sometieron a diversos pueblos indígenas.
Cuando se habla de los caminos prehispánicos, es común asociarlo al Qhapaq Ñan, una vasta red de caminos del Imperio Inca que se extendió aproximadamente 20.000 kilómetros. Entre las regiones por donde pasan estos senderos figuran Cajamarca, Cusco, Junín, Puno, entre otras. Fue una obra maestra de ingeniería construida para facilitar el desplazamiento rápido de autoridades, ejércitos, así como para promover el comercio y la integración cultural entre las numerosas y diversas regiones del Imperio incaico.
Los Caminos del Inca o Qhapaq Ñan constituían una extensa red que integraba el Imperio incaico. Aunque el núcleo central de esta red de caminos estaba en los Andes, algunos de sus ramales y rutas secundarias se extendieron a otras regiones para facilitar el comercio, la comunicación y la administración eficiente del Imperio.
Tal es el caso del territorio que en la actualidad comprende la ciudad de Lima, un lugar que era habitado y gobernado por diversos señoríos locales de la cultura Lima, Colli, Ichma, principalmente. Respecto a los caminos que se construyeron en esta locación, es preciso citar a Guido Casaverde Ríos, autor del libro “La red de caminos en Lima Metropolitana: el Camino de los Llanos entre Tambo Inca, Armatambo y Pachacamac”.
“La zona que corresponde a la actual Lima Metropolitana se comunicaba con varios sitios arqueológicos a través de la red vial que nacía en la bifurcación del Camino Longitudinal de la Costa antes de su ingreso al actual centro histórico. Las rutas que se desprenden de este eje se dirigen hacia Pachacamac; de ellas, el camino Oeste tiene una variante hacia Armatambo y luego retoma su rumbo hacia Pachacamac. Esto explicaría el desvío del recorrido que hiciera la comitiva de Hernando Pizarro y el registro histórico del sitio arqueológico de Armatambo”, se lee en el material impreso.
Ahora bien, estos caminos no fueron los únicos que se establecieron en Lima. Existen otros que en la actualidad lucen con asfalto y veredas. Estas rutas no fueron establecidas por los incas, sino por las culturas que les precedieron. Sin embargo, cuando los gobernadores del Tahuantinsuyo llegaron al territorio costeño en el siglo XV, se encontraron con una red vial que facilitó la integración de esta área al Imperio Inca.
En el siglo XVI, los españoles harían uso de estas rutas años después de la captura de Atahualpa en Cajamarca. “Uno de los motivos ―aceptados por muchos historiadores― para que Pizarro fundara aquí la Ciudad de los Reyes fue la existencia de una civilización con red de caminos y un sistema hidráulico ya existentes”, sostuvo David Pino Bazalar, director de la asociación cultural Lima la única.
Habiendo comentado ello, es preciso señalar que en la actualidad existen avenidas que antaño fueron trazadas por los pobladores de las culturas preincas. Estos caminos se encuentran en Lima Metropolitana. A continuación, mencionaremos cuáles son estas rutas por las cuales has transitado en algún momento de tu vida.
Caminos del Inca en Lima Metropolitana
Algunos de los Caminos del Inca que se encuentran dentro de Lima Metropolitana no fueron originalmente creados por la civilización incaica, sino que fueron mejorados por los incas. Estas rutas previamente existentes, producto de culturas como Lima e Ichma que habitaron la región de lo que hoy es Lima, formaron una sólida base sobre la cual los incas trabajaron.
Una de las caminos que mejoraron los incas se encuentra en Comas y en la actualidad lo conocemos como la avenida Túpac Amaru. Así lo dio a conocer el arquitecto e historiador Carlos Guzmán en una entrevista con El Comercio.
Cabe señalar que este camino no terminaba en lo que conocemos como avenida Caquetá. Según el investigador, este sendero inca se extendía hasta lo que hoy es el Paseo de los Héroes Navales, cruzando por el río Rímac (altura del puente del Ejército).
“Desde ahí, el camino continuaba hacia Pachacámac por la ruta que sigue la Vía Expresa de Paseo de la República y las avenidas Tomás Marsano y Pachacútec. Las vías más importantes de hoy siguieron el curso de los senderos antiguos”, señaló Guzmán al medio de comunicación citado.
En otro momento de la entrevista, el historiador dio a conocer que existe otro camino prehispánico, cuyo punto de partida inicia en la iglesia de Santa Ana, en Barrios Altos. Este sendero atravesaba los territorios de La Victoria, San Luis, San Borja y Surco; este último distrito tiene una avenida peculiar que se denomina Caminos del Inca. No es coincidencia que se llame así, pues por esta vía se trazó un camino prehispánico.
En el distrito de San Miguel existe otro camino inca que, a diferencia de los otros senderos descritos en párrafos anteriores, este luce su estructura auténtica y ha sufrido pocas modificaciones. Sobre este asunto, la página web de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) escribió lo siguiente:
“La PUCP tiene el privilegio de contar con un importante monumento arqueológico: un fragmento de camino inca. Por ello, emprendió la puesta en valor de este patrimonio, proyecto que se encuentra enmarcado en un convenio con el Ministerio de Cultura. El camino inca es una vía amurallada de 467 metros que fue integrada a la red de caminos inca (Qhapaq Ñan). Conectó importantes sitios arqueológicos del Complejo Maranga como Tres Palos y las Huacas del Parque de las Leyendas con, probablemente, el Complejo Arqueológico Mateo Salado”, se lee en el portal.
“Tiene paredes de hasta cuatro metros de altura y no se han registrado entradas ni salidas en su trayectoria. Se presume que pudo haber sido reservado para miembros de las élites en peregrinación religiosa a santuarios o misiones oficiales”, se señala en otro apartado.
Los incas, los españoles y las autoridades que gobernaron durante la República han conservado algunos de los trazados prehispánicos. En la actualidad, podemos ver estos senderos convertidos en avenidas importantes de Lima. Evidentemente, los pobladores de las culturas que construyeron rutas antes de la llega de los incas, no presagiaron que Lima sería superpoblada. Ellos sentaron las bases de algunas avenidas más concurridas de la ‘Ciudad de los Reyes’, beneficiando a millones de peruanos.