Lima es una ciudad de todas las sangres, donde se generan muchísimas iniciativas artísticas y multiculturales, pero lo que nos están demostrando municipios como el Miraflores es que “no quieren el encuentro entre la gente (importante para lograr una ciudadanía democrática)”, enfatiza Natalia Iguiñiz, artista peruana y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Carlos Canales, alcalde de la ciudad más turística de Lima, viene implementando restricciones consideradas excesivas contra los espacios públicos, el arte y el comercio local. Esta situación ha desencadenado un creciente descontento dentro de la comunidad.
Entre las decisiones más controvertidas, destaca la conversión de lugares emblemáticos dedicados a la cultura, como la Sala de Exposiciones de Arte Luis Miro Quesada Garland y el Centro Cultural Ricardo Palma, en oficinas para la recaudación de tributos, alejándolos de su propósito original de promover el arte y la cultura en la región.
La polémica se extiende al Palacio de las Artes de Miraflores, que tras su inauguración en 2022 como la galería pública más grande de Perú, ha sido transformado en oficinas administrativas. Dicha medida fue presentada como temporal por las autoridades.
Además, la Casa del Adulto Mayor Tovar, que servía de espacio de esparcimiento para los ancianos, ahora se utiliza para actividades burocráticas, limitando significativamente el acceso de este grupo vulnerable a áreas de recreación y socialización.
Una de las decisiones del alcalde Canales que ha provocado mayor descontento es la declaración del Parque Grau como zona intangible, destinada exclusivamente para homenajes a héroes nacionales, lo que ha restringido considerablemente el acceso de los residentes a este espacio público. Asimismo, se han impuesto limitaciones en la distribución de volantes y la filmación de videos en áreas comunes, reprimiendo la libertad de expresión y afectando adversamente la actividad comercial en el distrito.
En esta creciente ola de restricciones a espacios culturales y de encuentro, Natalia Iguiñiz lo considera una limitante a la convivencia comunitaria. Esta situación se evidencia en la comunidad de Miraflores, pero también se extiende a otros distritos, donde se limita la utilización de espacios públicos, parques y playas para actividades de esparcimiento.
“Estos espacios son importantes para que nos preguntemos cómo queremos vivir en comunidad. Sirven como puntos de reunión y diálogo. Si las autoridades locales las restringen, ¿qué le estas diciendo a la gente?”, cuestiona Iguiñiz.
Iguiñiz lo califica como un menosprecio hacia su valor cultural y un reflejo de una gestión que desatiende la importancia de fomentar encuentros enriquecedores y diálogos constructivos entre los ciudadanos.
Por su parte, el artista visual Ian Tevo, considera que este tipo de medidas responden a un tema político, refiriéndose a una gestión municipal que es parte del partido del alcalde Rafael López Aliaga, de Renovación Popular, caracterizado por alto conservadurismo y ordenanzas que atentan contra la cultura.
“Saben que estos espacios son puentes de debate con los que no van a poder lidiar”, resalta.
Para Tevo, los temas presupuestales como motivos para cerrar las galerías o centros culturales serían excusas, a lo que en realidad podría verse como una censura indirecta, que pasa desaperciba.
Alta desaprobación ante un intento por quitar el arte
Este conjunto de medidas ha generado una atmósfera de tensión y desaprobación entre los habitantes, que ven en estas acciones un ataque directo a la vida cultural y social de su ciudad. La transformación de espacios dedicados al arte y la recreación en oficinas administrativas, junto con las restricciones impuestas en el uso de los espacios públicos, ha despertado la preocupación por la conservación del patrimonio cultural y la libertad de expresión en el área.
La comunidad afectada, junto con diversos sectores que se oponen a estas decisiones, busca formas de manifestar su desacuerdo y solicitar un cambio en las políticas implementadas por la administración de Carlos Canales. De lo contario, exigen su revocatoria.
Natalia Iguiñiz hace un llamado a reforzar y multiplicar estos espacios en lugar de reducirlos, argumentando que el arte y la cultura son pilares fundamentales para unir a la comunidad. Afirma que, en medio de retos globales y locales, como el calentamiento global y crisis políticas, promover el acceso y la inversión en cultura podría resultar en una sociedad menos violenta y más cohesionada. Destaca la importancia de colocar la cultura en el centro de las dinámicas de poder para fomentar lugares de encuentro que nutran la vida social.
Esta situación pone de manifiesto la necesidad de reconocer y revalorizar los espacios culturales como elementos esenciales en la construcción de comunidades más abiertas, dialogantes y democráticas. La postura de Iguiñiz invita a reflexionar sobre cómo las políticas culturales y la gestión de espacios públicos inciden directamente en la calidad de vida y el tejido social de las ciudades.
Poco estímulo del arte desde la gestión pública
“Hay poco estímulo de las instancias de gobiernos locales, nacionales, regionales a generar espacios de encuentro, resalta Iguiñiz. “Lo que sí vamos a encontrar es mucha iniciativa privada, de la gente que se organiza”, agregó.
“Generalmente, fuera de Lima, en regiones, sí hay estos espacios, sobre todo por las festividades (carnavales), importantísimos para la vida social. Cada distrito tiene sus festividades, sus propios centros culturales, tradicionales. Es decir, no es que no exista el arte y cultura en el Perú”, manifestó.
Acceder a espacios culturales: un derecho
Las personas tienen derecho a disfrutar de espacios de arte y cultura gratuitos, no solo para los residentes del distrito, sino para todos, en el que vea muy buenas exhibiciones, no todas las iniciativas tienen que venir desde lo privado. Este era el caso de la sala Luis Miro Quesada.
“Muchos no tienen dinero para acceso a actividades culturales, por eso es importantísimo que sean promovidos desde la gestión pública”, señaló Cecilia Jurado, artista visual peruana, residente en Nueva York.
Más aún, cuando vivimos en contextos políticos complicados, a través del arte se pueden decir muchas cosas.
“Muchos gobiernos dictatoriales han tratado de huir de actividades culturales, porque mueven masas, porque el arte es una forma realmente de decir las cosas, de sensibilizar”, expresó.
“Si no defendemos el espacio público como un espacio de todos este a un régimen como el que vivimos y que, pues presta también no solo a nivel nacional, sino también a nivel regional y en este caso a nivel municipal que intentan reprimir y pensar que la violencia se va a acabar a punto de estado de emergencia, no vamos a lograr mucho”, complementó.