Los carnavales en Cajamarca se vivieron con intensidad, reflejando la riqueza cultural y la vitalidad de esta región del Perú. Desde las primeras horas del día, el fervor contagioso se apoderó de las calles, impregnándolas con el espíritu festivo y la algarabía característica de esta celebración. El Gran Corso cumplió su promesa de asombrar y emocionar, con un extenso recorrido de más de 3,5 kilómetros donde participaron 26 barrios, centros poblados, distritos e instituciones.
Cada entidad aportó su esencia y pasión al desfile, con carros alegóricos, reinas engalanadas, patrullas imponentes y comparsas vibrantes que deslumbraron a miles de espectadores. La ciudad se llenó de alegría y colorido, mientras las orquestas amenizaban el ambiente y la pintura decoraba los rostros de los participantes y espectadores por igual.
Los compases del carnaval se entrelazaron con la vida cotidiana de sus habitantes, donde la tradición, la irreverencia y la crítica social encontraron su espacio en medio de las festividades. Los representantes del barrio San José, realizaron una parodia del alcalde Joaquín Ramírez, que desató opiniones encontradas. Vestido con un sencillo polo blanco y pantalón negro, un vecino se colocó en la piel del edil, llevando en la espalda el nombre del alcalde y acompañado de un “caballo” de palo.
La caracterización del burgomaestre no fue del agrado de todos, e incluso el jefe de serenazgo intentó detener su marcha, considerando la representación como una falta de respeto. Sin embargo, la situación tomó un giro cuando el hombre comenzó a tomar billetes de una maleta que su compañero de pasacalle portaba consigo, provocando la indignación de la autoridad. A pesar del conflicto, el hombre continuó hablando con el funcionario, intentando calmar los ánimos, mientras los espectadores expresaban su descontento y exigían que el espectáculo continuara, argumentando que “era una simple sátira”.
No fue el único momento de tensión, alguien desde la tribuna lanzó un objeto hacia el serenazgo, y diversos personajes del pasacalle comenzaron a colocar billetes en los bolsillos del hombre disfrazado de alcalde, como si fueran sobornos ficticios. Finalmente, la fiesta retomó su curso entre risas nerviosas y comentarios murmurados, pero este episodio reflejó la manera en que el carnaval de Cajamarca no solo celebra la tradición, sino que también se convierte en un espacio de crítica social y reflexión.
Alberto y Keiko Fujimori no se salvaron de las parodias
Además de la parodia del alcalde Ramírez, en el colorido desfile de Cajamarca, la comparsa del barrio de Chontapaccha generó decidió representar al expresidente Alberto Fujimori y a su hija, Keiko Fujimori, vestidos como reclusos y llevando objetos simbólicos como balones de oxígeno, en referencia a los problemas de salud del exmandatario. Esta representación, aunque polémica, se sumó a la diversidad de expresiones que caracterizan a la festividad cajamarquina.
La llegada de más de 120 mil turistas a Cajamarca durante la temporada de Carnaval 2024 es un testimonio irrefutable del atractivo y la popularidad construida de esta festividad en la región. No solo es una celebración cultural, sino también un evento que impulsa el turismo y dinamiza la economía local, atrayendo a visitantes de todo el país y del extranjero que desean sumergirse en la experiencia única y vibrante de esta fiesta tradicional.
Tendencia en TikTok
A través de la red social TikTok, también surgió una tendencia que lleva a las personas a dirigirse hacia Cajamarca en estos días de celebración. En diversos videos, se observa cómo los usuarios buscan grupos con los que unirse para emprender el viaje hacia esta región, compartiendo la emoción y la expectativa del evento.
El carnaval en Cajamarca tiene sus raíces en la década de 1930, cuando comenzaron a celebrarse corsos, adornados con flores y acompañados de la música y la danza típicas de la región. A lo largo de los años, esta festividad se ha convertido en una tradición, en la que cada año se renueva el fervor y la alegría.