Del 24 al 28 de enero, en Madrid, se realizó la edición 44 de la Feria Internacional de Turismo (Fitur 2024). A lo largo de sus cinco días, el evento recibió a más de 250 mil visitantes y esta cifra significó un aumento del 13.7% de asistencia con respecto a la edición de 2023.
La expectativa que se generó entre las autoridades y gremios vinculados a la industria turística y hotelera fue muy grande debido al plan de acción que se preparó y que incluyó lo siguiente:
- Un imponente stand de 360 metros cuadrados.
- Participación de 32 destacadas empresas del sector.
- El lanzamiento de la campaña Perú Wow que destacaba diversos atractivos como Machu Picchu, las islas flotantes de los Uros, Choquequirao, la Amazonía, la ciudad de Arequipa, el Centro Histórico de Lima, la catarata Gocta y Kuélap en Amazonas, entre otros, así como experiencias únicas relacionadas con el turismo comunitario, gastronómico, de aventura, entre muchas otras. El objetivo que se plantó fue alcanzar 61.6 millones de personas y generar 545 millones de impactos en países vecinos, así como Norteamérica y Europa.
La meta, de acuerdo con los portales oficiales del gobierno, era superar los 16 millones de dólares en potencial de ventas en favor de la industria turística peruana.
Lastimosamente, las oportunidades de mostrar al Perú como un destino atractivo y renovado tras la pandemia se truncaron por las innumerables noticias negativas que se produjeron durante la feria y que estuvieron vinculadas a dos hechos:
- Los bloqueos en el Santuario Histórico de Machu Picchu que dejaron varados a miles de turistas en Machu Picchu pueblo.
- Los vuelos retrasados en diversos aeropuertos producto de la ineficiencia de Corpac y el peligroso poder del sindicato de controladores aéreos, quienes ejercieron una arbitraria presión para lograr flexibilizaciones en los mecanismos de control vinculados a sus tiempos de descanso y generación de horas extras.
La imagen que proyectó nuestro país durante el cierre de enero puede definirse como un gran autogol o una “contra campaña” que eclipsó una preparación que era digna de destacar. Esto permitió que otros países de la región se posicionaran mucho mejor. Algunos ejemplos que evidencian esto son los siguientes:
- El gobierno brasileño desaconsejó a sus ciudadanos a viajar a Machu Picchu por la inestabilidad política y social.
- Nuestro vecino Colombia dio la gran sorpresa al recibir el premio al “Mejor Destino Turístico Internacional Inclusivo” en la Fitur.
- Otro de nuestros vecinos, Chile, hizo gala de sus últimos reconocimientos internacional, como el ser catalogado como el cuarto mejor destino del mundo para visitar este año por Lonely Planet, la editorial de guías de viaje, o ser nombrado el “mejor destino verde”, concedido en los World Travel Awards.
Como puede verse, lejos de brillar en la Fitur 2024, nuestro país perdió una gran oportunidad para reposicionar su alicaída marca país y, por el contrario, ratificó los miedos que existen en los mercados internacionales vinculados a nuestra inestabilidad social y política, así como a la inseguridad que existe. Los testimonios de turistas de diversas nacionalidades que dieron cuenta del maltrato recibido por protestantes en los bloqueos nos mostraron como un destino poco amigable y solidario.
El efecto de una mala recomendación turística se multiplica hasta por diez y ello hace que cualquier intento por transmitir nuestras bondades turísticas y culturales lamentablemente se vea disminuido en alcance. Y esto solo hace que sea muy difícil retornar a los 4.4 millones de turistas internacionales que recibimos en el 2019 o que se logre superar a los poco más de 2,5 millones de turistas que nos visitaron en 2023.
De cara a los próximos grandes eventos que se desarrollarán en nuestro país, sobre todo el APEC, es indispensable que el gobierno sea precavido en anticiparse a posibles crisis que ocasionen conflictos y tenga planes de contingencia para controlarlos, y no solo mediante la fuerza. La situación del turismo es crítica, pero puede estar aún peor si continuamos protagonizando noticias vinculadas a la inseguridad y al nulo respeto por el turista. Si ahora no estamos ni dentro del top 6 de destinos en la región, no empeoremos la situación y alejémonos de los países más relegados.
Y consideremos que APEC nos puede abrir la puerta al mercado asiático, el mismo que tiene un alto ticket promedio de viajero. No sigamos perdiendo oportunidades para reactivar nuestro alicaído turismo.