En las afueras de la ciudad de Lima, lejos de los edificios estéticos desde los cuales se puede apreciar el atardecer, existe una playa que permaneció alejada de cualquier atisbo de construccion hasta el 2016, año en que se edificó el Desembarcadero Pesquero Artesanal (DPA) Bahía Blanca. Antes de esa fecha, pocas personas visitaban este lugar para disfrutar de un mar, cuyas olas presagiaban una tragedia.
Antes de que el cemento llegara a la playa, los escasos bañistas podían escuchar las brisas del mar que se mezclaban con las tenues risas de los niños, quienes improvisaban castillos de arena en un terreno árido. Difícilmente se veían vendedores ambulantes merodear la locación, alejada del bullicio de la ciudad y, sobre todo, de las autoridades.
La playa, conocida como Bahía Blanca, se caracterizó por tener poca afluencia de público. Las personas de distintos lugares del Perú conocieron este paisaje después de la inauguración del desembarcadero, que contó con una inversión de más de 22 millones de soles. “Tenemos un DPA de primer mundo, infraestructura de primer mundo. Ahora tiene que ser un polo de desarrollo de primer mundo, tiene que dar servicio de primer mundo (...) tenemos el desembarcadero artesanal más moderno del Perú”, declaró el entonces ministro de la Producción del gobierno de Ollanta Humala, Piero Ghezzi.
La inauguración fue difundida por TV Perú, un medio de comunicación que llega a varios rincones del país. Con el tiempo, los peruanos se enteraron de la existencia de la playa Bahía Blanca, pero es poco probable que aquellos que viven en distritos alejados de Ventanilla la hayan visiatdo. Sin embargo, los habitantes de los asentamientos humanos cercanos al centro de esparcimiento, se trasladaron al lugar atraídos por la moderna construcción que prometía desarrollo para los pescadores.
Los pobladores de los 143 asentamientos humanos de Pachacútec también esperaban progreso, al menos para la población cercana al puerto. Algunos mantenían la ilusión de que el gobierno o empresas privadas llevarían a cabo proyectos de construcción en el litoral, pero esto no sucedió.
Con el transcurrir del tiempo, un sector de la ciudadanía optó por no acercarse a la playa, no por la falta de construcciones atractivas, sino porque el mar cobró la vida de personas en más de una ocasión, dejando una estela de dolor en los familiares de las víctimas mortales.
Bahía Blanca, una playa marcada por la tragedia
El mar, con su vasta extensión y aparente serenidad, puede engañar a los bañistas a simple vista. Bajo esta tranquila superficie se esconden corrientes imprevisibles y fuerzas naturales capaces de transformar rápidamente la paz en peligro. De esto es testigo la Unidad de Salvataje de la Policía Nacional del Perú, cuyos integrantes rescataron a 948 personas en las 111 playas de Lima.
En lo que va del año, salvaron a 810 personas de morir ahogadas, y el año pasado, solo en diciembre, se logró salvar la vida de 138 ciudadanos. Según el comandante PNP Marco Montoya Sánchez, jefe de la Unidad de Salvataje, las playas que encabezan la lista de rescates incluyen Santa María del Mar, Costa Azul en Ventanilla, Arica, San Pedro en Lurín, Los Yuyos, Los Pulpos y Puerto Viejo.
Respecto a la playa que se encuentra en la segunda ubicación, es importante destacar que esta se halla cerca de Bahía Blanca, un lugar marcado por la tragedia. A pesar de su cercanía, la playa no cuenta con salvavidas, personas que podrían evitar desenlaces devastadores en una tarde de esparcimiento.
Como se mencionó anteriormente, esta playa es conocida por las personas de otros distritos gracias a los medios de comunicación que informaron sobre hechos trágicos ocurridos en el lugar.
En el 2017, agentes de la Policía Nacional del Perú (PNP) encontraron el cadáver de Luis Enrique Laime Paredes (23) en la playa Bahía Blanca. Según sus familiares, el estudiante universitario luchó durante varias horas después de caer al mar. Él y sus amigos fueron a pescar, sin presagiar que el mar se cobraría la vida de uno de ellos. Los efectivos encontraron el cuerpo sin vida de Laime Paredes, quien yacía en un peñasco sin ningún indicio de que podría haber sido asesinado. Este hecho conmocionó a los pobladores, al punto de evitar caminar por los acantilados.
En junio de 2023, cuatro pescadores fueron golpeados por una ola mientras subían un peñasco. Lamentablemente, dos fueron arrastrados por las aguas turbulentas de un mar con oleaje intenso. Con el pasar del tiempo, se encontró el cuerpo sin vida de uno de ellos; se trataba de Samuel Julián Amancay Cóndor, de 42 años, quien había ido a pescar para ayudar a su familia económicamente. El otro ciudadano no fue encontrado por las autoridades ni familiares.
Otro trágico hecho que entristeció a los residentes también ocurrió en la playa Bahía Blanca. En septiembre de 2023, una pareja de esposos y su bebé de 3 meses murieron ahogados tras ser arrastrados por una ola. Las personas que viven en los asentamientos humanos cercanos a la playa afirmaron que los ciudadanos habían acudido al lugar para pescar de manera artesanal. Usualmente, ellos vendían sus productos para satisfacer sus necesidades primarias.
Es necesario señalar que una ola arrastró a la madre y al menor, lo que preocupó al hombre que no dudó en lanzarse al mar. Lamentablemente, el pescador no pudo resistir la fuerza de la naturaleza y murió ahogado.
La familia fue identificada como Ricardina Ortiz Domínguez (34), Luis Retiz Rivera (34) y un bebé de tres meses, conocido como Ángel, quien aún no había sido registrado oficialmente en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec).
A estos funestos eventos se suman los cadáveres encontrados en los alrededores de la playa. Las circunstancias en las que perdieron la vida estas personas preocuparon a los ciudadanos de Pachacútec, quienes han sido testigos de la delincuencia que campea impune por las calles. Es por ello que exigen más presencia de miembros del Serenazgo y, sobre todo, de personal policial en la playa.
Pobladores piden que Pachacútec se convierta en distrito
Fundada el 3 de febrero del año 2000, Pachacútec inició con aproximadamente siete mil familias en condiciones de pobreza extrema. Actualmente se encuentra en el distrito de Ventanilla, y su población excede los 200 mil habitantes, distribuidos en 143 asentamientos humanos.
Su geografía se encuentra dividida en 3 sectores: Asentamientos Humanos Formalizados, Proyecto Piloto Nuevo Pachacútec y Proyecto Especial Ciudad Pachacútec. En sus 531 hectáreas se pueden ver cerros de arena que con el pasar de los años fueron habitados por personas que no tenían donde vivir en la capital.
A pesar de que han pasado más de 20 años desde su fundación, el lugar no ha experimentado progresos dignos de contar. Aunque cuenta con servicios básicos, colegios y centros de salud, la población todavía sigue reclamando pistas, veredas, parques y jardines, así como universidades y centros de esparcimiento. Los dirigentes de los asentamientos humanos sostienen que Pachacútec no avanza porque no ha sido declarado distrito, por lo que piden a las autoridades competentes que lo declaren como tal.
Sobre este tema en cuestión, Jonas Velasquez, secretario técnico de la Comisión Pachacútec Distrito, dio una entrevista a La Voz Ausente: “Cuando converso con la gente me preguntan: ‘¿Cuándo somos distrito? Queremos contribuir, pero que esa contribución se invierta en lozas deportivas, pistas y veredas, reordenamiento de los asentamientos humanos. La intención está ahí. (...) No queremos que Pachacútec se convierta más adelante en una ciudad dormitorio”, sostuvo.
En 2015, el Gobierno Regional del Callao declaró prioritario el proceso de creación del distrito de Pachacútec, pero la burocracia ha ralentizado el avance. Sin embargo, la Ley 31176, publicada en 2021, declaró de interés nacional y necesidad pública la creación del distrito. A pesar de los desafíos, Pachacútec tiene potencial de desarrollo, con habitantes que han salido de la pobreza; no obstante, persisten problemas como la delincuencia, asesinatos y tragedias en la playa Bahía Blanca.
En resumen, la historia de Pachacútec es un reflejo de contrastes, entre la promesa de desarrollo y las tragedias que marcan la realidad de los asentamientos humanos. La playa, antes un lugar tranquilo, se convirtió en testigo de pérdidas humanas y clamores por seguridad. Mientras tanto, los peruanos que viven en la ciudadela solicitan a las autoridades que el lugar donde viven se convierta en distrito.