Las historias de emprendedores que lograron tener éxito en sus negocios son mucho más comunes de lo que parecen, especialmente en nuestro país, donde el empuje y creatividad de los peruanos ha constituido desde siempre el motor que ha movido la economía. Muchos de ellos, por supuesto, no tuvieron el camino fácil, ya que debieron enfrentar muchas dificultades para llegar a la cima.
Algunas de estas historias conmueven y otras marcan un rumbo para otros que se atreven a soñar en grande, como es el caso de Layconsa, empresa que tiene un inicio bastante particular y tal vez un poco diferente de lo convencional, pero que, al igual que muchos otros negocios exitosos, logró establecerse gracias a una visión de un emprendedor que no tuvo miedo de tomar decisiones y adquirir capacidades necesarias para dirigir una marca de esa naturaleza.
Un sueño emprendedor
La historia de esta marca empezó en Arequipa, donde el dueño, Octavio Paredes, nacido en una familia de condición humilde en 1935, soñaba con ir a la universidad pese a los problemas económicos que afrontaba. En razón de ello, tuvieron que pasar tres años desde que terminó el colegio para poder aspirar a seguir una carrera universitaria.
Finalmente logró ingresar a la universidad San Agustín, en la carrera de ciencias económicas, la cual le dio algunas herramientas que le servirían en el futuro. Sin embargo, como suele ocurrir durante los años de estudios, los gastos se incrementaron para el joven emprendedor, por lo cual optó por encontrar un trabajo que le permitiera solventarse, llegando a ser mensajero en la Peruvian Corporation por un lapso de seis años, tiempo en que logró ganar una beca para un postgrado en la Universidad Católica de Chile.
El emprendedor arequipeño terminó sus estudios con éxito y como parte de un irónico giro del destino volvió a Perú para trabajar como gerente corporativo de la empresa en la que alguna vez fue mensajero: la Peruvian Corporation.
Más tarde llegó a formar parte de las filas de General Milk de Estados Unidos, conocida también como Leche Gloria. La perseverancia lo llevó a escalar hasta el puesto de gerente financiero.
El crecimiento de Layconsa
A los logros alcanzados hasta ese momento, que no eran pocos, Octavio no se quedó quieto, sino que inició un negocio que llevaría además de su trabajo habitual; se trataba de una consultoría contable, económica, financiera y tributaria mediante la cual llegó a contactar con la empresa Lápices y Conexos S.A (Layconsa), creada en 1965, según la escritura pública de una notaría en Arequipa.
Corría el año 1976 y aunque había brindado sus servicios de forma particular, fue convocado por uno de los principales accionistas de dicha empresa para ser el gerente general, tarea que aceptó pese a que los sindicatos que existían hasta esa fecha podrían ser un verdadero problema.
Paredes supo llevar el negocio por un espacio de tres años, haciendo de Layconsa una compañía lo suficientemente competitiva y con participación de mercado, no obstante, el crecimiento no era adecuado y mucho menos el que soñaba para la marca. El problema principal de esta situación radicaba en el reparto de utilidades que privilegiaba a los accionistas. Como resultado de esa situación la toma de decisiones era muchas veces difícil.
Ya en 1980 la solución para hacer crecer a Layconsa pasaba únicamente por la venta de la compañía. En tal sentido, la sugerencia principal del emprendedor fue que uno o dos accionistas la comprara, sin embargo, estos optaron por realizar la venta de la empresa, recibiendo en el camino más de una propuesta. Se sabe que incluso buscaron en el extranjero sin éxito alguno.
Para ese momento Paredes ya había hecho una tasación de la empresa y, asociándose con la Industria Colombiana de Lápices (Icolápiz), tomó la decisión de efectuar la compra de esta al contado.
Más tarde el camino para Layconsa tal y como la conocemos hoy se allanaría, ya que Icolapiz quebró y Paredes compró sus activos, quedando como el único dueño y abriendo nuevas unidades de negocio en el rubro de pinturas.
Así, lo que empezó siendo un trabajo más terminó convirtiéndose en una inesperada historia de éxito y aprovechamiento de las oportunidades que la vida pone por delante.
La empresa en la actualidad
Hoy en día Layconsa es una de las empresas de útiles escolares, de oficina y papelería más reconocidas a nivel nacional. Tiene más de cincuenta años en el mercado y ha fabricado más de 500 millones de lápices, alcanzando a casi tres generaciones de peruanos.
Por esta razón Layconsa es sumamente recordada y hay pocos peruanos que no han tenido en sus manos un lápiz de esta marca o han visto sus productos en los escaparates de las principales librerías.
Asimismo, ha logrado traspasar fronteras llevando sus productos hacia países como Alemania, Brasil, El Salvador, Ecuador, entre otros. Cuentan con dos fábricas, una en Arequipa y la otra en Lima, e incluso han fabricado productos para la marca internacional Pelikan, que en 2004 solicitó este servicio para comercializarse en Perú.
Asimismo, la compañía cuenta con el apoyo de toda la familia Paredes, un claro ejemplo de esto es que el hijo mayor de Octavio Paredes ha sido gerente de la empresa durante casi más veinte años para luego convertirse en director del grupo, llevando así el legado familiar y el sueño emprendedor de su padre.
Por otro lado, según explica Infomercado, el empresario arequipeño fue fuertemente influenciado por una conferencia de Michael Porter, economista estadounidense de gran reconocimiento que aseguró durante su visita a Perú en 1995 que la agricultura era uno de los sectores estratégicos en nuestro país.
Este pensamiento llevó a Paredes a adquirir 1288 hectáreas en la irrigación Majes en 1988, mientras que en 2004 fundó la Agrícola Pampa Baja, donde además estableció un establo lechero. En 2014 compraría 1100 hectáreas en la irrigación Olmos, entrando en el negocio de los productos de la agroexportación y luego fundaría la Holding El Sol, como una muestra más del espíritu emprendedor que desde siempre ostentó el dueño de Layconsa.
Lo cierto es que esta peculiar historia de emprendimiento pone sobre la mesa la importancia de tomar las oportunidades sin miedo y no dejar de soñar en grande.