El Perú es un país privilegiado en muchos sentidos. Desde lo gastronómico hasta los lugares que tenemos para enamorar a los turistas internos y de todo el mundo, este país parece tener todo, a pesar de los problemas que lo aquejan.
Y una de las tantas maravillas que esta tierra tiene para ofrecer es la famosa fortaleza de Kuélap, que es una de las más importantes del país debido a la complejidad con la que fue construida.
Además, su relevancia histórica radica en que los Chachapoyas fueron una sociedad que alcanzó su apogeo cultural mucho antes del Imperio incaico. Kuélap representa, sin lugar a dudas, el testimonio más impresionante de los Andes nororientales del Perú.
Fortaleza en altitudes elevadas
Situada a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, en la cima de una montaña que domina el estrecho valle del río Utcubamba, el distrito de Tingo, en la región Amazonas, esta imponente fortaleza, con seis hectáreas de extensión, se posiciona como una de las más grandes de América.
Descubierta en 1843 por Juan Crisóstomo Nieto, en aquel momento juez de Chachapoyas, durante una expedición por la zona, el magistrado Nieto, tras tres horas de exploración, avistó a lo lejos las murallas del gran complejo, cubiertas de vegetación y prácticamente sin alteraciones.
Al llegar al lugar, el inesperado explorador descubrió que Kuélap está conformado por 420 viviendas de forma circular con techos inclinados de paja.
Las murallas exteriores, construidas con piedra y barro, varían en altura, alcanzando hasta 20 metros en las paredes más altas. La ubicación estratégica buscaba facilitar la defensa, ya que los defensores solo necesitaban cuidar un flanco de la edificación, además de contar con una vista panorámica del valle.
Esta estructura defensiva se complementa con dos torreones en el norte y sur del complejo, así como estrechos pasillos diseñados para que los posibles invasores solo pudieran avanzar en fila de a uno. Se han descubierto restos de hachas de piedra y proyectiles para hondas en las cercanías, evidenciando los combates que tuvieron lugar en este sitio.
Un detalle que no pasa desapercibido es que los compartimentos internos carecen de ventanas, y en sus fachadas se pueden apreciar frisos decorativos con figuras antropomorfas. También llama la atención El Tintero, una estructura esculpida finamente en piedra, con más de cinco metros de altura, y una habitación subterránea de seis metros de profundidad.
Maestría en construcción
Como es sabido, la cultura Chachapoyas estaba compuesta por diversas comunidades indígenas, cada una gobernada por su propio curaca. Se establecieron en varias zonas de la sierra y selva alta, entre las cuencas de los ríos Marañón y Huallaga. En el territorio escarpado y agreste que ocuparon, los Chachapoyas se dedicaron al cultivo de maíz, papa, olluco y mashua.
También eran consumados artistas en la construcción y la arquitectura, como evidencian los complejos arqueológicos de Kuélap y el Gran Pajatén.
La edificación de Kuélap representó un enorme desafío para los Chachapoyas debido a su ubicación complicada y a la cantidad masiva de material necesaria para levantar la fortaleza. Los muros están construidos con piedra caliza trabajada con mortero de arcilla amarilla.
Se estima que para levantar solo las dos murallas principales se necesitaron más de 100 mil bloques de roca tallada, con un peso total superior a las 10 mil toneladas.
Otro desafío fue la provisión de agua, un misterio para los investigadores durante décadas. Tanto que recién en 1965, se descubrió agua subterránea cerca de la fortaleza, confirmando la existencia de un manantial en las inmediaciones.
Lamentablemente, desde 2013, la estructura ha experimentado inestabilidades que culminaron con el colapso de una sección del muro perimetral en abril de 2022.
El Ministerio de Cultura, con el respaldo de expertos nacionales e internacionales, implementó medidas de conservación de emergencia e investigaciones científicas para prevenir nuevos derrumbes e identificar las causas.
¿Para qué servía Kuélap?
La función exacta de la fortaleza de Kuélap ha intrigado a investigadores a lo largo de los años. Aunque comúnmente se le llama fortaleza debido a su solidez y ubicación estratégica, algunas teorías sugieren que podría haber sido un refugio en casos de emergencia, similar a los burgos medievales europeos.
Por ejemplo, los investigadores Adolf Bandelier y Louis Langlois propusieron su propia teoría y consideraban que, más que fortaleza, fue un lugar fortificado destinado a refugio en emergencias. La estrechez del acceso y los altos muros respaldan esta teoría. Otras hipótesis sugieren que fue un santuario habitado por la aristocracia, encargada de administrar la producción alimentaria mediante prácticas mágicas.
El ocaso de Kuélap se vincula con una masacre alrededor de 1570, probablemente resultado de conflictos internos. Un incendio marcó su abandono definitivo y total, coincidiendo con el establecimiento del sistema de reducciones de indios por la colonia española.
Cómo llegar hasta Kuélap
Visitar Kuélap es una experiencia enriquecedora. Desde Lima, el viaje aéreo a Chachapoyas o ciudades cercanas como Tarapoto o Jaén es el punto de partida. Alternativamente, el viaje por tierra desde Chiclayo ofrece otra ruta.
Desde Chachapoyas, el desplazamiento a Nuevo Tingo, seguido por un viaje en bus de una hora, abre las puertas a Kuélap. La elección entre teleférico o caminata agrega un toque aventurero a la travesía.
Kuélap, con su majestuosidad y enigmático pasado, se convierte en un testimonio de los Chachapoyas, una civilización olvidada que desafió las adversidades geográficas y creó maravillas arquitectónicas. A pesar de los desafíos actuales, Kuélap sigue siendo un faro cultural que ilumina la historia preincaica del Perú.