Sin cifras oficiales a la fecha, se estima que Perú cerrará el 2023 con más de 2.5 millones de turistas extranjeros que aún se sitúan muy por debajo de los 4.4 millones de turistas internacionales que recibimos en el 2019. Esta situación debe hacernos reflexionar sobre el por qué no se consigue reactivar el sector turismo luego de la pandemia y en las urgentes medidas que deben adoptarse para reducir esta brecha.
Una primera consideración es que lamentablemente atravesamos por recurrentes periodos de crisis, siendo el último el paro indefinido en Machu Picchu producto de la venta de entradas virtuales. Esta protesta no solo tiene un impacto económico severo, sino que daña considerablemente la imagen del país como un destino seguro. Son innumerables las noticias en portales internacionales que dan cuenta de los testimonios de miles de turistas atrapados y que están expuestos a humillaciones y maltratos por parte de individuos que se hacen llamar protestantes, pero que no son más que irresponsables radicales.
Este estado de convulsión social recurrente hace imposible que el Perú pueda recuperarse a nivel turístico por el simple hecho de ser inseguro e impredecible. Si bien hay breves periodos de calma, no se sabe cuándo se reactivarán las protestas y ninguna persona planeará sus vacaciones si hay un latente peligro de que estas se frustren al aterrizar o al abordar el tren o el bus que los debería llevar a su tour. La incertidumbre no es compatible con el turismo y ello es lastimosamente lo que refleja hoy en día nuestro país.
Por otro lado, al encontramos en un contexto de recesión económica, donde las familias peruanas son más conservadoras con sus gastos, nos topamos con una limitante para pensar en una recuperación este 2024, el mismo que se presentaba más alentador por la realización de grandes eventos internacionales como APEC sobre el segundo semestre del año, sí como por la implementación de la nueva campaña promocional Perú Wow que se estrenó en la Feria Internacional de Turismo – FITUR en Madrid con la finalidad de captar nuevos visitantes.
Frente a este complejo panorama (una mala imagen internacional y limitaciones en el gasto de las familias peruanas) urge que desde el Gobierno Central se esfuerce en prevenir conflictos sociales y en otorgar mayor seguridad a la red de transporte para garantizar el libre tránsito. En línea con ello, se tiene que hacer un alto a la ola de sicariato que existe a lo largo del país, sobre todo en La Libertad, donde las noticias de asesinatos y extorsiones están a la orden del día. Si no se cortan las noticias negativas ninguna campaña promocional permitirá revertir lo que es un mal inicio de año para el sector.
Una vez que se pueda controlar la convulsión social y disminuir el alto índice de criminalidad, se necesitarán reforzar las campañas de Marca Perú, sobre todo Perú Wow, para captar por un lado a viajeros que puedan tener un ticket alto de consumo y, por otro, a jóvenes pertenecientes a la Generación Z que nos permita pensar en una sostenibilidad para los próximos años y en un efecto cascada producto de sus recomendaciones a amigos o familiares, considerando su poder de convencimiento y producción de contenido en redes sociales.
Para este último segmento (la Generación Z) resultaría interesante fomentar el intercambio cultural a través de programas de intercambio estudiantil que conecten a viajeros con comunidades locales, permitiéndoles vivir y aprender de primera mano sobre la cultura peruana. Los homestays (intercambios hospitalarios), voluntariados y experiencias de aprendizaje participativas pueden crear conexiones auténticas, enriqueciendo la experiencia de viaje de los jóvenes. Esto se puede explotar más si el gobierno peruano, a través de sus diferentes embajadas y PromPerú, logra establecer convenios con las universidades y escuelas de negocios. De esta forma, se podrían otorgarles promociones y facilidades exclusivas a los jóvenes estudiantes que decidan visitar Perú, los cuales también podrían formar parte de un programa de fidelización que premie futuras visitas o el tener referidos que viajen a Perú fruto de sus recomendaciones.
Otro aspecto que se requiere mejorar con urgencia es la conectividad entre las regiones para evitar desplazamientos por automóvil muy largos. Aquí es importante resaltar la reciente inauguración del aeropuerto de Huaraz que contribuirá con la llegada de más turistas a esta hermosa ciudad. Pero hace falta más. La segunda terminal del Jorge Chávez debe acelerarse, así como la remodelación de distintos terminales, entre ellos Cusco, Iquitos, Arequipa, Juliaca, Talara, entre otros, que tienen diversas carencias, no solo a nivel de infraestructura, sino también de personal especializado, como lo son los controladores aéreos.
Finalmente, y como se ha mencionado en otras columnas en medios, es vital la promoción de nuevos destinos turísticos. La promoción de destinos alternativos a Machu Picchu, Máncora, el Cañón del Colca, entre otros, puede contribuir con renovar la imagen del país, pero se necesita que sea constante y estratégica, aprovechando las tendencias del turismo como la búsqueda de experiencias auténticas y el ecoturismo. Choquequirao, el Río Rojo en Cusco; el Parque Nacional Tingo María, en Huánuco; Punta Lomitas, en Ica, entre otros, son destinos muy atractivos que pueden captar la atención de visitantes de alrededor del mundo que merecen una mejor promoción.
Este último punto es clave porque una mayor diversificación de destinos permitirá una sana competencia entre las regiones, las mismas que se esforzarán más por captar visitantes, y tendrán la obligación de dar mejores condiciones, desplazando así a grupos radicales, al ser una cuestión de supervivencia en términos de competitividad turística.