Una vida lejos de su tierra y de sus padres: el emotivo y desgarrador testimonio de tres estudiantes de Beca 18 que viven solos en Lima

Infobae Perú conoció las historias de Jeanpierre, Okaren y Julio, quienes dejaron sus hogares para perseguir sus sueños en una ciudad que puede volverse hostil.

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Desde sus cuartos alquilados, Okaren y Julio compartieron historias de superación. Jeanpierre pronto regresará a Lima para forjarse un futuro. (Composición Infobae: Pronabec)
Desde sus cuartos alquilados, Okaren y Julio compartieron historias de superación. Jeanpierre pronto regresará a Lima para forjarse un futuro. (Composición Infobae: Pronabec)

El tiempo parecía transcurrir veloz cuando veía detenidamente unas hojas de papel que contenían preguntas sobre las materias estudiadas en una etapa donde las preocupaciones giraban en torno a obtener buenas calificaciones. Bajo el techo de una universidad reconocida, estudiantes de diversas partes del Perú marcaban en sus fichas ópticas las respuestas después de resolver ejercicios ante la atenta mirada de un profesor. No había tiempo para alzar la mirada y soñar con un mundo mejor; sin embargo, la imagen de los padres o un ser querido se colaba entre los pensamientos de los adolescentes que anhelaban, en ese momento, obtener un alto puntaje que les permitiera acceder a la educación universitaria.

A pocos minutos de finalizar el examen, el docente que nos había vigilado durante tres horas anunció un mensaje que generó ansiedad, no solo en mí, sino también en otros postulantes que suspiraron o movieron las piernas involuntariamente. No había tiempo para responder más preguntas, pero sí para cuestionarnos sobre nuestro porvenir, tan incierto en ese momento. Al salir de la universidad, observé a cientos de padres de familia esperando a sus hijos; muchos abrazaban a jóvenes que, horas antes, habían estado frente a una prueba que, de aprobarla, podría cambiarles la vida. Era inevitable que una lágrima rodara por la mejilla de algunos progenitores que pedían con todas sus fuerzas que sus hijos obtuvieran una vacante.

Estos pensamientos vinieron a mi mente en los días en que conversé con Jeanpierre Cosquillo Cóndor, Okaren Cabrera Fernández y Julio Magaño Vásquez, jóvenes que lograron acceder a la educación universitaria tras aprobar un examen de preselección y obtener altos puntajes en el proceso de selección de Beca 18. Cuando postularon, no había disponibles 10 mil becas, lo que reducía las posibilidades de acceder a una. A pesar de ello, enfrentaron el examen con la convicción de aprobar.

Jóvenes de distintas partes del Perú rinden un examen, con el fin de conseguir una beca. (Andina)
Jóvenes de distintas partes del Perú rinden un examen, con el fin de conseguir una beca. (Andina)

Antes de conversar con los estudiantes, sabía que habían destacado en su etapa escolar y que Jeanpierre nació en Huancayo, cursa el octavo ciclo de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica del Perú; Okaren, nacida en Chiclayo, hija de agricultores, está en el décimo ciclo de Administración y Negocios Internacionales en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas; y Julio, originario de Tingo María, estudia el tercer ciclo de Mecatrónica Industrial en Senati. Estos datos me los proporcionó Fredy Ruiz, miembro de la Oficina de Comunicaciones y Relaciones Institucionales de Pronabec.

Estos tres estudiantes tuvieron que viajar a Lima para forjarse un futuro que les garantizara una vida digna. Estando en Lima, celebraron logros académicos que compartieron con sus familiares a través de llamadas telefónicas. Como en toda experiencia, no siempre vivieron momentos gratos. Me enteré de esto al conversar con cada uno de ellos a través de Meet. Desde sus cuartos alquilados, Okaren y Julio compartieron historias de superación que merecen ser difundidas. Jeanpierre, quien se encontraba de vacaciones, se conectó desde la casa de un familiar. Dentro de unos meses, regresará a su habitación, sintiendo la ausencia de sus padres, quienes comprenden que todo sacrificio conlleva sus recompensas.

Jeanpierre Cosquillo Cóndor, arquitecto de su propio destino

Jeanpierre fue el primer estudiante que entrevisté. Unos días antes de la conversación, lo llamé para pactar el día y la hora de la conversación. Afortunadamente, estaba de vacaciones, así que tenía mucho tiempo libre. Al proponerle una entrevista para el viernes, aceptó de inmediato. Esto probablemente no habría ocurrido en otro mes del año, cuando las actividades académicas consumen una parte considerable del tiempo de los estudiantes.

Finalmente, el día llegó. Se conectó con puntualidad, recordando las clases virtuales en época de pandemia, dispuesto a relatar su historia, una que tal vez sus familiares desconozcan. Es conocido que algunos jóvenes no entran en detalles al responder a preguntas de sus familiares como: “¿Cómo te va en los estudios? ¿Cómo estás?”.

En mi pantalla se proyectó la imagen de Jeanpierre: llevaba un polo negro, estaba bien peinado y se encontraba serio. No había motivos para sonreír en ese momento, pero estoy seguro de que mi interlocutor tenía más de una razón para hacerlo en cualquier momento del día. De esto me percaté minutos después cuando sus facciones faciales se relajaron. Pero no todo es felicidad en la vida.

Jeanpierre nació en Huancayo y cursa el octavo ciclo de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. (Jeanpierre)
Jeanpierre nació en Huancayo y cursa el octavo ciclo de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. (Jeanpierre)
“Algo que siempre recuerdo, y que tengo presente mientras estoy en Lima, es un consejo de mi madre y mi tío, quienes son pilares fundamentales en mi vida: ‘Cada decisión que tomes, hazla pensando en las personas que te quieren. Si vas a algún lugar, si te alejas de la universidad o necesitas salir por cualquier motivo, o incluso si comienzas a comer mal, asegúrate de que cada elección sea considerando que hay alguien en Huancayo esperándote y deseando lo mejor para ti, que estés bien’. Esta frase resuena en mí hasta el día de hoy. Siempre tomo decisiones pensando en aquellos que me quieren y esperan mi regreso”, expresó Jeanpierre, visiblemente conmovido.

Evidentemente, el estudiante pensó en sus familiares cuando rindió el Examen Nacional de Preselección, el cual contenía 30 preguntas de RM y 30 de RV; cada interrogante valía 2 puntos. Al igual que otros postulantes de distintas partes del Perú, él rindió la prueba durante dos horas, un lapso donde las preguntas se entrelazan con los sueños que pueden llegar a concretarse. Esto puede confirmarlo Jeanpierre, quien, con gran esfuerzo, logró convertirse en estudiante universitario.

Desde que salió del Colegio de Alto Rendimiento (COAR), experimentó una victoria y una derrota en corto tiempo: fue preseleccionado y meses después se enteró de que no pasó la etapa de selección de Beca 18. Esto no le preocupó, puesto que sabía que tenía otra oportunidad para convertirse en un becario. Sobre esta posibilidad, el portal web señala que en la etapa de selección los jóvenes pueden postular en dos momentos.

Luego de unas semanas de haber postulado en el segundo momento, se enteró de que había sido seleccionado. Esta noticia fue un bálsamo para él y sus padres, pues ya no pagarían la mensualidad de la PUCP durante el tiempo que durara la carrera, tampoco tendrían que preocuparse por el dinero para alimentarse, trasladarse y rentar una habitación. Esta alegría se vio opacada al saber que se alejaría de sus padres y de su tierra, Huancayo, de la que se siente muy orgulloso.

Uno de los primeros desafíos que Jeanpierre enfrentó fue vivir solo en Lima. (Pronabec)
Uno de los primeros desafíos que Jeanpierre enfrentó fue vivir solo en Lima. (Pronabec)

“Vivir solo ha marcado una etapa de desarrollo constante, donde he tenido que aprender cosas que antes no me preocupaban tanto, como elegir qué comer o preocuparme por llevar una dieta balanceada. En el COAR, contábamos con una nutricionista que se encargaba de nuestra alimentación y solo teníamos que ir al comedor; pero ahora, se trata de tomar decisiones sobre qué hacer, qué no hacer, a dónde ir y cómo administrar el tiempo de manera efectiva, especialmente porque en Lima siempre estás corriendo de un lado para otro. Definitivamente, ha presentado nuevos retos”, compartió.

Es cierto, la gente que vive en Lima suele caminar rápido, sobre todo en las mañanas. De esto ya se daba cuenta Enrique Congrains, quien en la década del 50 publicó el cuento “El niño de junto al cielo”. “(...) ¡Apúrate con el vuelto!, exclamaba el comprador. Y todo el mundo caminaba aprisa, rápidamente. ¿A dónde van que se apuran tanto?, pensaba Esteban”, se lee en el relato.

Uno de los primeros desafíos que Jeanpierre enfrentó fue vivir solo en una ciudad que, en los primeros días de búsqueda de alojamiento, no se mostró hostil. Su madre lo acompañó en la aventura de encontrar una habitación, que sería escenario tanto de sus momentos de alegría como de tristeza. Afortunadamente, logró encontrar un cuarto rápidamente.

“Mi mamá estuvo unos días más para ayudarme a instalarme, asegurándose de que tuviera lo necesario para vivir solo. Creo que en el segundo o tercer día, después de haber acomodado todo en la habitación y haber completado todos los trámites, se fue mi mamá. Recuerdo esa primera noche que estuve solo en mi cuarto; sentí nostalgia, pero también sentía mucha emoción por los desafíos que se presentarían y por la nueva vida que estaba a punto de comenzar”, expresó.

Pronabec ofrece 10 mil becas a nivel nacional en el 2024. (Andina)
Pronabec ofrece 10 mil becas a nivel nacional en el 2024. (Andina)

“El cambio fue enorme. En los primeros días de la carrera, descubrías cosas nuevas, mirabas casi todo con admiración; todo te parecía muy nuevo. Con el tiempo, se presentaron altibajos, pero lo que más recuerdo de esa primera noche es haber sentido ambas cosas: la nostalgia por estar lejos de Huancayo y la emoción por lo que estaba por venir”, agregó.

Ya instalado en su cuarto, Jeanpierre pensaba en muchas cosas, una de ellas giraba en torno a su vida universitaria, la cual estaba a punto de comenzar. En su primer día de clases, pudo reconocer a un estudiante de Beca 18. Luego se enteró de que su amiga de promoción del COAR estudiaba en la PUCP. Desde que la vio, se hicieron inseparables y conversaban en los recesos y salidas. No estaban en el mismo salón, pero siempre tenían tiempo para dialogar.

Con el paso del tiempo, Jeanpierre interactuó con otros estudiantes de Lima, quienes se mostraron muy amables. También entabló conversaciones con jóvenes que se sorprendieron al descubrir que él era de Huancayo.

“Tal vez hay tema del que se habla poco, pero a mí me gustaría hablarlo. No sé si es discriminación o racismo en sí, pero lo comentaré. Yo soy muy orgulloso y suelo decir con orgullo que soy de Huancayo; lo digo abiertamente. Cuando lo dije delante de un grupo, alguien se extrañó. Felizmente no he experimentado esta situación varias veces, habrán sido dos o tres veces a lo largo de mi carrera”, sostuvo.

El joven universitario experimentó no solo esto, sino que también observó cómo algunos estudiantes tienden a agruparse con personas con las que comparten ciertos aspectos en común, como el colegio de procedencia o el nivel socioeconómico. A pesar de haber vivido esta situación, Jeanpierre no se sintió profundamente afectado; sin embargo, reflexionó sobre la necesidad de erradicar estas prácticas.

En otro momento de la entrevista, el joven contó que el año 2023 fue complicado y que pasó momentos difíciles los cuales no fueron contados a sus familiares. “Muchas veces he dicho que estoy bien para no preocupar a mi familia. A veces uno se siente desanimado luego de escuchar alguna crítica”, contó.

Los momentos complicados desaparecían cuando se encontraba con sus amigos en un fin de semana. Ellos, según cuenta, fueron su respaldo emocional en momentos difíciles. El estrés de la vida académica lo contrarrestaba corriendo o haciendo ejercicio en el gimnasio de la PUCP. Por otro lado, Jeanpierre contó que dejó de cocinar, pues le quitaba una hora que podía ser utilizada para estudiar, avanzar sus proyectos o dormir.

Okaren Cabrera Fernández, la estudiante que administra su vida con eficacia

Okaren es una estudiante que dejó su tierra natal, Chiclayo, para cumplir su sueño: ser profesional en un mundo cada vez más competitivo. Le faltan pocos meses para terminar la carrera, mientras se esfuerza día a día para destacar en la empresa en la que se desempeña como practicante. Conversé con ella vía Meet y, al igual que Jeanpierre, asistió puntual, una cualidad muy valorada en estos tiempos en los que el tiempo es invaluable.

En los primeros minutos de la conversación que tuve con la estudiante, me enteré de que postuló a una universidad pública, pero no ingresó. Muchas personas han pasado por esta situación en algún momento de sus vidas, a pesar de que estuvieron preparados académica y emocionalmente. Tras enterarse de que no ingresó, pensó en postular a Beca 18, para lo cual contaba con los conocimientos necesarios para afrontar el examen de preselección. Ella estaba segura de que iba a ingresar y sus padres también; pero el futuro se presentaba incierto, pues de ser seleccionada implicaba tener que viajar a una ciudad que no conocía muy bien.

“Al principio, lo tomaron con temor porque, al fin y al cabo, la capital, Lima, es mucho más grande. Se preocupaban porque todo es diferente allí, y estaríamos lejos uno del otro. Yo tendría que vivir sola, lo cual sería complicado. Sin embargo, me dijeron que la decisión era mía, ya que se trataba de mi futuro. Así que si decidía irme a estudiar a Lima, sería mi decisión y ellos me apoyarían y respetarían. Por ese lado, creo que siempre conté con el apoyo de mis padres y confiaban mucho en mí. Eso, creo, también me impulsó bastante”, contó.

Okaren dijo que varias estudiantes se podrían sentir identificadas con su historia. (Okaren)
Okaren dijo que varias estudiantes se podrían sentir identificadas con su historia. (Okaren)

La estudiante cuenta que todo se dio rápido, pues luego de que se enteró de que fue seleccionada para Beca 18, tuvo que viajar a Lima lo más pronto posible pues en dos semanas empezaban sus clases en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Procuraron dejar Chiclayo lo más antes posible, dado que tenían que conseguir un cuarto cerca a la casa de estudios.

“Fue todo un reto. Tuve que venir con mi mamá a buscar una habitación en Lima, y también recurrí a internet. Recuerdo haber agendado citas para ver las habitaciones en línea, ya que ir desde Chiclayo hasta Lima de un día para otro era complicado; definitivamente, fue un reto total. Creo que mi vida cambió de la noche a la mañana, dio un giro brusco. De repente, me encontraba siendo universitaria, lo que trajo consigo más desafíos, como vivir sola. Esto implicaba aprender a organizarme mejor, gestionar mis horarios, y cuidar de mis comidas. Sin duda, es algo retador”, indicó.

Antes de contarme cómo se sentía en el primer día en su habitación, Okaren dijo que varias estudiantes se podrían sentir identificadas con su historia. Para mitigar su soledad, conversaba con su mamá y papá a través de una videollamadas. “Siempre mantuvimos una comunicación constante que, en realidad, evitó que me sintiera completamente sola. A pesar de la distancia, los sentía cerca”, expresó la futura administradora de negocios internacionales.

Una de las complicaciones que tuvo la joven universitaria viviendo sola giró en torno a sus alimentos. Cuando vivía con sus padres, ellos se dedicaban a cocinar; ahora, ella tenía que comprar sus alimentos y organizarse para que el tiempo le alcance. Durante los años que vivió sola, la estudiante experimentó diversas emociones, como por ejemplo la tristeza. También se sintió sola en varios momentos.

“Me sentí un poco sola, así que busqué actividades para realizar, porque estar encerrada estudiando 24/7 no es saludable. A veces decidía salir, quizás a comprar un helado o a ver ropa. No quería que la soledad me dominara. También me entretenía escuchando música o viendo una película, aprendí a hacer cosas por mi cuenta”, mencionó.

Okaren es estudiante del décimo ciclo de Administración y Negocios Internacionales en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. (Pronabec)
Okaren es estudiante del décimo ciclo de Administración y Negocios Internacionales en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. (Pronabec)

La estudiante subrayó la relevancia de contar con ayuda psicológica durante la universidad. Recibió un fuerte respaldo emocional cuando enfrentaba dificultades en un curso. “Me proporcionaron muchas estrategias que resultaron ser de gran utilidad, ya que en un curso estaba teniendo problemas. Logré revertir la situación, mejorando mis calificaciones. Por eso, considero que el soporte psicológico es fundamental”, afirmó.

En la universidad, Okaren también experimentó una situación incómoda que debe conocerse. “Nos hicieron la clásica pregunta sobre el colegio de procedencia. ‘¿De qué colegio vienes?’, alguien preguntó. Varios dijeron que estudiaron en el Carmelitas. Luego, me preguntaron: ‘Y tú, ¿de dónde vienes?’ Respondí: ‘De Las Américas, pero probablemente no lo conozcan ya que es un colegio de Lambayeque, no es un colegio conocido’. Esta respuesta generó reacciones de desaprobación, e incluso empezaron a hacer comparaciones entre los colegios”, relató.

Finalmente, Okaren aconsejó a las futuras becarias que vivirán solas, lejos de su tierra y sus padres. “Mi consejo sería que siempre mantengan una comunicación con sus padres. Puede que se sientan solas, pero es normal. Yo creo que la organización es clave para lograr un equilibrio entre tu vida estudiantil y personal,

“No abandones las actividades de ocio que solías disfrutar. Es importante que intentes incorporarlas en tu rutina diaria o semanal. También te sugiero utilizar un calendario en línea, como Google Calendar, que personalmente me ha sido de mucha ayuda. En él, puedes organizar tus horarios de clase y planificar otras actividades que desees realizar”, señaló.

Julio Magaño Vásquez, el menor de la clase que construye su futuro con optimismo

Julio, oriundo de Tingo María, obtuvo la Beca 18 en la modalidad Huallaga 2023 y actualmente cursa el tercer ciclo de Mecatrónica Industrial en Senati. Durante nuestra conversación por Meet, pude ver su cuarto ordenado y una guitarra, que toca en momentos de soledad.

Julio compartió los desafíos de vivir solo, destacando las dificultades de mantener un horario regular. “A veces, me despierto muy tarde debido a mi turno de tarde y, en ocasiones, ni siquiera el despertador logra despertarme. Esto me lleva a saltarme comidas, aunque ya he visto mejoras este mes”.

Además, Julio expresó su añoranza por su familia y su natal Tingo María, también reconoció que los sacrificios son necesarios para lograr los objetivos profesionales. “A veces me siento identificado con esas canciones o películas que hablan de extrañar tu pueblo o tu comida típica. Extraño comer mi tacacho con café todas las mañanas”, expresó, sobrecogido.
Julio estudia Mecatrónica Industrial en Senati y es uno de los menores de su salón. (Pronabec)
Julio estudia Mecatrónica Industrial en Senati y es uno de los menores de su salón. (Pronabec)

En momentos de tristeza, Julio se cuestionó su decisión de estudiar lejos de su pueblo. “A veces, pienso si debería haberme quedado en la UNAS. Me siento como ese personaje de película que, por no escuchar a su madre, ahora está solo”, indicó.

A diferencia de otros estudiantes con los que conversé, Julio no ha experimentado situaciones incómodas en Senati; por el contrario, disfruta la compañía de sus compañeros, que son un poco mayores que él. Julio también describió su rutina diaria: “Cuando me despierto temprano, suelo investigar sobre diferentes temas. Actualmente, estoy interesado en fabricar cascos al estilo de personajes de anime. Dedico tiempo a esto o, en ocasiones, toco la guitarra para pasar el tiempo, aunque no muy a menudo”, mencionó.

La historia de Julio, al igual que la de otros becarios que han dejado sus hogares para seguir sus sueños en Lima, resalta la valentía y determinación de muchos jóvenes que, ante las adversidades, buscan un futuro mejor. A pesar de los retos cotidianos, la posibilidad de crecimiento profesional y personal se erige como un prometedor horizonte. Su experiencia es un testimonio de resiliencia y un recordatorio de la necesidad de apoyar y valorar el esfuerzo de las nuevas generaciones, comprometidas con el progreso de sus comunidades y del país.

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