A lo largo de los años, el Perú ha sido testigo de eventos que marcaron diferentes etapas en su proceso histórico. De igual modo, ha sido visitado en más de una oportunidad por personalidades reconocidas a nivel internacional.
Basta mencionar a presidentes, diplomáticos, representantes de instituciones y decenas de artistas. Sin embargo, el país también ha sido privilegiado con personajes que tuvieron un aporte sumamente relevante a nivel social y que son hoy recordados por su gentileza y desprendimiento, como es el caso de la Madre Teresa de Calcuta, quien estuvo en territorio nacional no una, sino cuatro veces a lo largo de su paso por esta vida.
Su presencia fue muy bien recibida, especialmente en momentos en que el Perú afrontaba una etapa tan dura que ha quedado marcada hasta nuestros días en la memoria colectiva.
La santa de los pobres
Corría octubre de 1973 cuando la santa pisó el Perú por primera vez. En ese entonces su obra social ya se hacía notar en el mundo, donde era conocida por su gran bondad y sensibilidad con los más pobres y desposeídos. Así, durante su primera visita encontró en La Parada un lugar más que propicio para fundar el Hogar de la Paz de las Misioneras de la Caridad, un albergue dedicado al cuidado y acogida de personas sin hogar y en estado de abandono.
El lugar fue elegido por su parecido con Calcuta, es decir, un recinto lleno de abandono y pobreza donde se sentía la indiferencia total. Ubicado entre las avenidas 28 de Julio y Aviación, donde anteriormente funcionaba el Convento de las Madres de la Asunción, el nuevo hogar fue parte de uno de los miles que se fundaron alrededor del mundo.
A las misioneras que realizan sus labores allí se les llegó a conocer como ‘Los Ángeles de La Parada’.
La madre Teresa partiría a continuar su obra en el mundo, pero volvería a Perú tan solo unos años después, en 1979. Esta vez el lugar elegido fue la ciudad de Chimbote, en el departamento de Ancash, donde fundaría un hogar donde las mujeres abandonadas podrían encontrar un lugar seguro y cuidado. Este espacio todavía sigue en funcionamiento y es administrado por las hermanas misioneras de la fundación de la Madre Teresa.
Un rayo de esperanza en medio del terrorismo
Nos situamos en el año 1982, cuando el fantasma del terrorismo se había materializado en varias zonas del país y pronto llegó a la capital para terminar de consolidar su poderío y sumir al Perú en una profunda crisis. El miedo se respiraba por doquier en una era que parecía no tenía cuándo acabar.
Por aquellos días fallecía con tan solo 19 años la terrorista Edith Lagos, acaparando las portadas de los principales medios de comunicación. Este evento cruzó caminos con la nueva visita de la beata, que arribó a nuestro país una vez solo tres días después de la muerte de la senderista en 1982.
Su fama se había acrecentado y no pasaba desapercibida en ningún lugar, era casi como una celebridad cuyos méritos resultaban loables y una señal de esperanza. Así, la religiosa asistió a una misa en la capilla de Palacio de Gobierno y se reunió con el entonces presidente Fernando Belaunde y la primera dama, Violeta Correa.
Según recoge el diario oficial El Peruano, Teresa de Calcuta dio detalles sobre su trabajo con las personas más pobres de los lugares que había recorrido, particularmente en la India. Asimismo, encabezó una donación de terreno de 3,200 metros cuadrados en el distrito de Puente Piedra, que luego se convertiría en un asilo para ancianos.
También tuvo una reunión con el cardenal Juan Landázuri Ricketts, donde conversaron acerca de la labor que realizaban los ‘Ángeles de la Parada’, que eran en ese momento nueve mujeres; seis de la india, una de Estados Unidos y la última de nacionalidad italiana.
Finalmente, la última visita de la santa a Perú se dio el 1 de agosto de 1989, esta vez reuniéndose con el presidente Alan García y el cardenal de Lima Juan Landázuri. Su mensaje de perdón, pobreza, bondad y oración caló muy hondo en la población, que todavía enfrentaba al terrorismo y se desangraba en la incertidumbre, pero que encontró en su presencia consuelo y esperanza tan necesarios para momentos oscuros.
“Voy a rezar para que ustedes puedan amarse unos a otros. Puedan empezar a perdonar. Cuando uno perdona, hay paz y, donde hay paz, reina el amor y la alegría”, fueron las palabras que mencionó la santa antes de dejar el Perú para no volver jamás.
¿Cuándo falleció la Madre Teresa de Calcuta?
Anjezë Gonxhe Bojaxhiu, como era su nombre real, vivió una vida dedicada a las personas desposeídas y en estado de abandono y enfermedad. Falleció en el año 1997 como producto de un mal cardiaco que la llevó a ser sometida a una operación para ponerle un marcapasos, y un contagio por malaria que complicó varias de las dolencias que ya tenía a la avanzada edad de 87 años.
Premio Nobel
En el año 1979, un poco antes de realizar una de sus cuatro visitas al Perú y adquirir aun más popularidad que cualquier mega estrella internacional, la santa Teresa de Calcuta ganó nada menos que el premio Nobel de la Paz debido a la labor desinteresada en favor de los pobres y enfermos que había marcado su vida hasta ese momento.
“Permítanme agradecer a Dios por la oportunidad que tenemos de estar hoy todos juntos, por el regalo de paz que nos recuerda que hemos sido creados para vivir en esa paz, y que Jesús se hizo hombre para traernos esa buena noticia a los pobres”, mencionó la religiosa para abrir su discurso luego de ser reconocida con el premio.
De ese modo, quedó marcada ante los ojos del mundo como una mujer llena de caridad. Vale mencionar que pidió expresamente que el dinero destinado para el banquete y premio se usara para ayudar justamente a los más necesitados.
De beata a santa
¿Por qué hoy en día es considerada una santa? La respuesta se encuentra en dos milagros que se le atribuyeron a la Madre Teresa luego de su fallecimiento. En 2003 fue beatificada durante el pontificado de Juan Pablo II, en medio de una ceremonia multitudinaria que fue concurrida por fieles de diversas partes del mundo. Años más tarde, en 2015, se aprobó su canonización en una misa oficiada por el papa Francisco.
Gracias a esto hoy ostenta el estatus de santa y su celebración en el santoral católico es el 5 de septiembre.