Ana Estrada, símbolo de la eutanasia en Perú: “La muerte digna significa autonomía, tomar el control sobre nuestra vida y nuestro cuerpo”

“Espero que este logro se replique en muchos derechos y en las personas más vulnerables que requieran salud con dignidad”, escribió la psicóloga, quien accederá a eutanasia en una conquista emblemática

Ana Estrada en una fotografía tomada en febrero de 2020. REUTERS /Sebastián Castañeda

La activista Ana Estrada (45), símbolo de la eutanasia en el Perú, ha celebrado la decisión favorable del Seguro Social (EsSalud) de resolver las dos observaciones que formuló a su protocolo de muerte digna ante la enfermedad degenerativa e incurable que padece. “Espero que este logro se replique en muchos derechos y en las personas más vulnerables que requieran salud con dignidad”, escribió este viernes en su plataforma de X, antes Twitter.

La psicóloga, diagnosticada desde los 12 años con poliomistiosis —un mal que provoca debilidad muscular progresiva y que la obligó a estar en cama al comprometer sus órganos respiratorios—, perdió la voz el año pasado y se comunica a través de esta red social o mediante el blog que abrió en 2019.

“Gracias por comprender realmente lo que significa la muerte digna: autonomía, tomar el control sobre nuestra vida y nuestro cuerpo. ¡Ahora María Benito nos necesita!”, anotó en referencia a una paciente con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que ha pedido ser desconectada del ventilador artificial que la mantiene con vida, un derecho que EsSalud se niega a reconocer.

A través de un memorando emitido por la Gerencia Central de Asesoría Jurídica del Hospital Rebagliati, esa misma institución informó a Estrada esta semana que la comisión responsable del documento acató los requerimientos que presentó en octubre pasado al Séptimo Juzgado Constitucional, encargado de ejecutar el fallo.

Ana Estrada participó en la audiencia.

La primera observación correspondía a los requisitos para acceder al procedimiento: en específico, al informe psicológico y al consentimiento informado. Sobre el informe psicológico, EsSalud resolvió que no fuera necesario realizar otra evaluación, y que bastará con utilizar el informe ya incluido en su oportunidad en el expediente judicial del caso.

Respecto al consentimiento informado, la activista podrá autorizar previamente a una persona de su confianza a firmar el documento, si ella no pudiera hacerlo, al momento de solicitar la eutanasia. La segunda observación fue que se le permitiera elegir a un médico de confianza para el procedimiento, tal como ocurre en otros países donde es legal (Países Bajos o España), un elemento “muy importante” al ser un acto médico trascendental, dijo a Infobae Perú la abogada Josefina Miró Quesada, defensa legal de la causa.

La eutanasia no está permitida en Perú y se castiga hasta con tres años de cárcel a quien ayude a morir a otro que lo solicite. Sin embargo, en el caso de Estrada, la Corte Superior dispuso en 2021 una excepción para que se “inaplique” el artículo 112 del Código Penal, que prohíbe la muerte asistida. Tras esta decisión histórica, ni el Gobierno peruano ni EsSalud apelaron la sentencia.

Con la notificación de esta semana, la psicóloga ya tiene la libertad absoluta de decidir el momento en el que desee acceder a su derecho a la muerte digna. “Esta decisión es estrictamente personal. El fallo precisa que la eutanasia deberá practicarse en un máximo de diez días hábiles contados a partir de cuando ella manifieste su voluntad de acceder al procedimiento”, señaló Miró Quesada, quien ha ejercido la defensa junto con Percy Castillo.

“Ana va a vivir el epílogo de la vida sin sufrimiento, acompañada de sus seres queridos, despidiéndose de la forma en que ella desee, en la intimidad de su hogar y haciéndolo todavía con la libertad en sus manos. Es un reconocimiento muy importante para ella y todas las personas que viven situaciones similares”, abundó.

En 2022, en un texto difundido por Salud con Lupa, Estrada señaló que su búsqueda de garantizar los términos de su muerte no significa que quiera morir. “Lo que necesito es poder vivir lo mejor posible, experimentar la vida en su expresión más nítida, seguir gozando de existir a pesar de mi condición. Yo no lucho para morir. Lucho para preservar lo más esencial en cualquier ser humano: la libertad a decidir”, escribió.

“Como mi caso es tan mediático, muchos esperan ver a una mujer postrada en su cama, con el gesto adolorido o por lo menos serio, que aguarda su desenlace. Pero mi identidad va mucho más allá que el diagnóstico de polimiositis —se lee en otro párrafo—. Soy más que una paciente que busca la eutanasia”.