San Juan Macías, el santo español que vivió su vida como portero en un convento durante el virreinato del Perú

Durante la época colonial hubo un crecimiento en el fervor religioso en el país, en parte gracias al accionar de algunos hombres y mujeres que marcaron a la ciudad con su caridad y empatía, pasando para siempre a la historia

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San Juan Macías, el 'ladrón del purgatorio'. (Arzobispado de Piura / PlaN VE)
San Juan Macías, el 'ladrón del purgatorio'. (Arzobispado de Piura / PlaN VE)

El fervor religioso es una de las características del Perú, donde existen por tradición cientos de festividades que rinden honor a los diversos santos e imágenes que son veneradas a lo largo y ancho del territorio.

Como ejemplo de ello tenemos importantes celebraciones como la de la Virgen de la Candelaria, San Pedro y San Pablo, San Juan o el inconfundible Señor de los Milagros, que despierta en Lima una avalancha de fe expresada en la multitudinaria procesión.

Lo cierto es que la religión tal y como la conocemos llegó al país de la mano de los conquistadores españoles, que trajeron en sus barcos cambios fundamentales que reconfiguraron el panorama para los antiguos habitantes del Perú, entre ellos, el cristianismo y sus costumbres, que finalmente dieron lugar a un sincretismo particular cuyas expresiones permanecen hasta nuestros días.

Durante la época colonial se hicieron muchos esfuerzos para instaurar el cristianismo, aumentando la cantidad de creyentes, pero también de personas que más tarde fueron reconocidas como santos por la iglesia Católica. Entre ellos destaca San Juan Macías, contemporáneo de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres, pero con una llamativa diferencia: era de nacionalidad española.

De España a la capital del virreinato en Perú

Verdadero rostro de San Juan Macías y a la derecha, zona de extremadura donde nació. (salamancartvaldia.es / Turismo de Extremadura)
Verdadero rostro de San Juan Macías y a la derecha, zona de extremadura donde nació. (salamancartvaldia.es / Turismo de Extremadura)

Hablar de este santo es hablar de una historia que inició en la lejana España, en una época donde muchos soñaban con las riquezas del continente americano. San Juan Macías nació en Extremadura, en 1585 y conoció desde muy jóven la dureza de la vida, ya que quedó huérfano con tan solo cuatro años.

A su corta edad estuvo bajo el cuidado de un tío, aprendiendo el oficio de pastor. España, la cuna de los reyes católicos, no era ajena a la religión, como tampoco lo era la familia de Juan Macías, que le inculcó la devoción por la Virgen María y el rezo del Rosario.

Según narra la historia, el santo pasaba muchas horas cuidando animales en el campo, tiempo más que suficiente para meditar en algunos pasajes de la biblia y reflexionar acerca de la vida. Uno de los textos con los que se le relaciona se encuentra en el libro de Apocalipsis, que reza lo siguiente: “vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Dicha porción del texto sagrado habría animado a Juan Macías a pensar en el nuevo continente que seguía cautivando el imaginario de los ciudadanos europeos por aquel entonces.

Corría el año 1616 y la vida del santo daría un vuelco al embarcarse finalmente con rumbo a América gracias a un mercader con el cual empezó a trabajar un tiempo antes. Su primera parada fue Cartagena de Indias, en Colombia, para luego conocer lugares como Nueva Granada, Pasto y Quito, en Ecuador.
Imagen referencial que evoca a Lima en el virreinato. (Facebook LIMA en el Arte)
Imagen referencial que evoca a Lima en el virreinato. (Facebook LIMA en el Arte)

Sin embargo, su destino final sería Perú, ya que se dice que una voz le habría ordenado venir hasta nuestro país cuando tenía unos 20 años. Una vez instalado empezó a trabajar en una hacienda ganadera a la ribera del río Rímac, haciendo uso de sus habilidades para el pastoreo.

Fray Juan Macías encontró su vocación para la religión mientras realizaba su trabajo, el cual hacía con mucha dedicación y esfuerzo. Así, decidió no solo vivir en Lima de forma definitiva, sino que vendió todo lo que poseía y se preparó para entrar a la Orden de Predicadores en el convento de dominicos de Santa María Magdalena, donde había sido previamente admitido. Para esa época ya tenía 37 años.

San Juan Macías, el ‘ladrón del purgatorio’

San Juan Macías representado como 'El ladrón del purgatorio'. (unpasoaldia.com)
San Juan Macías representado como 'El ladrón del purgatorio'. (unpasoaldia.com)

Una vez tomados los hábitos, San Juan Macías siguió demostrando un profundo amor hacia su prójimo y gran interés por aprender sobre la palabra de Dios, la cual leía constantemente. Lejos de cualquier labor ligada al campo, el santo ahora se desempeñaba como portero del convento, un lugar que fue propicio para la relación que solía tener con todo tipo de personas necesitadas.

Desde ese lugar ayudaba a los pobres y desvalidos, consolaba a los entristecidos e impartía el conocimiento de la religión para evitar que ‘las almas se pierdan’. Su obra benéfica también era material ya que se dice solía pedir limosnas por la ciudad acompañado de un burrito que logró amaestrar. Gracias a ello visitaba las viviendas de los pobres para suplirles alimento.

La Lima virreinal fue bastante influenciada por la obra de San Juan Macías, que desde la puerta del convento, que se conviritó en lugar de reunión, consuelo y consejo, se preocupaba porque todas las personas lleguen al cielo a través de la oración, penitencia y caridad. Se le llegó a conocer como ’El ladrón del Purgatorio’, ya que con su rosario, heredado por su fallecida madre, también intercedía por las almas que se encontraban en ese espacio más allá de la vida.

Se sabe que Juan Macías, además, brindaba consejo no solo a los pobres, sino que su sabiduría no distinguía e incluso llegó a aconsejar a nobles y hasta al propio virrey.

Su amistad con San Martín de Porres

Pintura de ambos beatos, San Juan Macías y San Martín de Porres. (www.surdoc.cl / Antonio Palacios)
Pintura de ambos beatos, San Juan Macías y San Martín de Porres. (www.surdoc.cl / Antonio Palacios)

En Perú se experimentó un crecimiento exponencial de creyentes gracias a la obra de santos como Fray Juan Macías y San Martín de Porres, quienes al lado de fray Pablo de la Caridad tuvieron la iniciativa de crear verdaderos espacios de apoyo que hoy podrían ser conocidos como centros de asistencia social, ya que se atendía a huérfanos, mujeres abandonadas, indígenas discriminados, enfermos, y demás personas en condición de vulnerabilidad.

Los tres hombres de la orden de los dominicos oraban constantemente y nunca escatimaron cuando de apoyar a saciar las necesidades de las personas se trataba.

El milagro del ‘arroz de Olivenza’

Juan Macías finalmente encontró la muerte tras 25 años de humildad en la puerta del convento. Falleció un 15 de septiembre de 1645, sin embargo, se le atribuyeron milagros como la multiplicación de alimentos, ya que la tradición cuenta que de este modo era capaz de suplir a todos los pobres a los que visitaba, además de otros ligados a la curación de enfermos y hasta se dice que se le ha vio en dos lugares a la vez. No obstante, el milagro más conocido es el del ‘Arroz de Olivenza’, ocurrido en España.

Milagro del Arroz de la Olivenza, ocurrido en España. (extremaduramisteriosa.com)
Milagro del Arroz de la Olivenza, ocurrido en España. (extremaduramisteriosa.com)

Se dice que la cocinera de una casa parroquial con solo una taza de arroz para alimentar a decenas de pobres recordó a Juan Macías minutos antes de empezar su preparación. Con mucho pesar de no poder alimentarlos a todos se dispuso a su labor, pero grande fue su sorpresa al caer en cuenta de que la olla más tarde rebosaba de alimento sin cesar. Al fondo de ella se podía ver como seguían surgiendo granos de arroz hasta que todos fueron alimentados. Este milagro fue investigado por el Vaticano y finalmente culminó en la canonización de Juan Macías el 28 de septiembre de 1975.

San Juan Macías partió de tierras españolas a la capital de Perú para nunca volver. Fue sin duda uno de los hombres que promovió el fervor religioso en la colonia a través de la caridad, tan urgente en épocas donde el hambre y la desigualdad arreciaban y el Perú estaba todavía lejos de alcanzar su ansiada independencia. Su cuerpo es venerado actualmente en la Basílica del Rosario.

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