En la historia de la aeronáutica peruana, el primer nombre que suele saltar a la palestra es el de Jorge Chávez. Pero muy poco se sabe del primer hombre que sobrevoló la ciudad de Lima por primera vez.
Se trata de Juan Bielovucic y su nombre debe ser recordado entre los héroes que nos trajo la modernidad a principios del siglo XX y le dio otra perspectiva a lo que serían los viajes en avión en nuestro país y en el resto del continente. Y esta es la historia de cómo forjó su legado en las alturas.
Travesía familiar hacia nuevos horizontes
Nacido el 30 de julio de 1889 en Lima e hijo de Adriana Cavalié Le Bihan y Juan Miguel Bielovucic, un comerciante de ascendencia croata establecido en Lima, la vida de Juan tomó un giro crucial cuando, siendo aún un niño, su padre cayó enfermo.
En busca de tratamiento, la familia se trasladó a Europa, específicamente a la ciudad de Dubrovnik. Tras la lamentable pérdida de su progenitor, viuda e hijos decidieron establecerse en Francia.
En su juventud, Bielovucic continuó sus estudios en el Liceo Jeanson de Sailly, en París, donde alcanzó un bachillerato en Filosofía. Su vida tomó rumbos inesperados al sumergirse en diversas disciplinas deportivas, desde carreras pedestres hasta el ciclismo y el motociclismo, hasta finalmente encontrar su verdadera vocación: la aviación.
En los albores de esta naciente disciplina, obtuvo el prestigioso brevete N.º 87, convirtiéndose en uno de los pioneros de la aviación deportiva y de transporte.
Liga peruana pro aviación: La semilla de un sueño nacional
En la Lima de 1910, el General y Ministro de Guerra Pedro E. Muñiz dio vida a la Liga Peruana Pro Aviación, con el objetivo de fomentar la aeronáutica entre los ciudadanos y dotar al Ejército de este innovador medio de transporte.
La conexión entre Bielovucic y las autoridades peruanas marcó un hito crucial, llevándolo de vuelta a su patria con la misión de adquirir aviones y contratar personal técnico.
El 8 de enero de 1911 marcó su regreso al Callao y fue recibido con una apoteósica recepción organizada por diversas entidades, incluyendo la Liga Peruana de Aviación, el Aero Club y las Alcaldías de Lima y Callao.
Pero no lo hizo en soledad, Bielovucic llegó con dos máquinas, una Voisin y una Farman, con las cuales realizó exhibiciones de vuelo que marcaron no solo un hito en el Perú sino en toda Sudamérica.
Su primera demostración, el 15 de enero de 1911, a bordo de su Voisin en el hipódromo de Santa Beatriz (actual Campo de Marte), elevándose hasta 40 metros de altura durante un minuto, dejó atónitos a miles de espectadores y a destacadas personalidades políticas, incluido el presidente Augusto Leguía.
Posteriormente, el 29 de enero, voló de Lima a Ancón en su monoplano Farman, empleando 58 minutos en el recorrido. Su pericia en vuelo le valió el grado de alférez.
Sumando más récords
En 1912, Bielovucic retornó a Francia para participar en competiciones aéreas, destacando al ascender a 1000 metros de altura en tan solo 2 minutos y 29 segundos, estableciendo un récord mundial.
Sin embargo, su ambición más grande era cruzar los Alpes, emulando la hazaña de Jorge Chávez, otro aviador peruano que perdió la vida en tal empresa en 1910.
A bordo de un monoplano Henriot de tipo militar, alcanzó alturas superiores a los 3.000 metros y recorrió 25 kilómetros desde Briga hasta Domodossola (Italia). Y en un gesto que lo pinta de cuerpo entero, el 25 de enero de 1913, aterrizó ante el monumento erigido en memoria de Chávez, depositando una ofrenda floral.
Héroe en tiempos de guerra
Al comenzar la Primera Guerra Mundial, Bielovucic se integró al ejército francés. Más específicamente, al grupo conocido como Las Cigueñas (Les Cicognes), desempeñando roles cruciales como subteniente en la Escuadrilla M. S. No. 26.
Nuestro compatriota participó en misiones aéreas arduas y peligrosos reconocimientos, además de ser Jefe de Pruebas en la fábrica de motores Bellanguer e instructor de pilotos.
Su valentía y contribuciones le valieron distinciones notables, como la Condecoración de la Legión de Honor y la Cruz de Guerra con palma y tres citaciones, siendo el primer extranjero en recibir tal honor.
También fue condecorado con la Gran Cruz de Guerra Belga, la Orden del Rey Leopoldo I, la Orden de la Corona de Italia, la Medalla de Combatiente en la Batalla del Yser, la Medalla Francesa de Voluntario Extranjero Herido, la Cruz Peruana de Primera Clase y la Orden del Sol del Perú en el grado de Comendador, entre otros.
Tras la firma de la paz en Versalles, en 1919, Bielovucic permaneció en Francia, dedicándose a la aviación y al automovilismo. Regresó esporádicamente al Perú en 1930, 1938 y 1947.
Durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyó activamente a la Resistencia francesa, realizando valiosos donativos para la causa. Aficionado al teatro, las letras y la filatelia, Bielovucic, a los 57 años, demostró su destreza como paracaidista al lanzarse desde la Torre Eiffel.
Legado inmortal
Luego de una larga y fructífera vida, finalmente Juan Bielovucic Cavalié falleció en el Hospital de Chaillot, Francia, el 14 de enero de 1949, a los 59 años de edad.
En sus últimos momentos, estuvo acompañado por su hermana Ivanka Bielovucic de Chapelle y recibió la Santa Eucaristía de manos de un sacerdote católico.
Pero sin lugar a dudas, su nombre perdura como un héroe del Perú, recordándonos que, incluso en los cielos, hay quienes dejan una huella imborrable.