“Perú es un país deprimido”: los elevados costos de consultas psicológicas impactan en la salud mental de la población

En el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, exploramos cómo la brecha económica y el estigma social limitan el acceso a tratamientos psicológicos en Perú, dejando entrever un país en busca de soluciones para un bienestar mental al alcance de todos

Descubrimos cómo la economía influye directamente en la salud mental de los peruanos, con testimonios de expertos y un análisis de los factores que van más allá del aspecto financiero, impactando negativamente en la lucha contra la depresión. (Composición Infobae Perú)

El 13 de enero, cuando el mundo pone su atención en el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, es una oportunidad inmejorable para reflexionar sobre el impacto de esta condición psicológica que toca la vida de millones a nivel global. Una enfermedad que ataca en silencio, pero que marca profundamente a quienes la padecen y a su entorno.

En el contexto peruano, el escenario para enfrentar la depresión presenta obstáculos considerables. Acceder a un tratamiento psicológico adecuado se convierte en un reto, ante todo, económico, poniendo de manifiesto una realidad donde el bienestar mental parece ser un lujo al que no todos pueden aspirar.

Ante este panorama, Infobae Perú se acercó a un experto en la materia, el Dr. Carlos Vera Scamarone, destacado psiquiatra y miembro de la Asociación Europea de Psiquiatría, quien ha compartido su perspectiva profesional sobre los desafíos que enfrentan los ciudadanos peruanos para acceder a los servicios estatales de salud mental y cómo la limitada disponibilidad de estos recursos agudiza la situación del cuidado de la salud mental en el país.

¿Por qué el Perú es un país deprimido?

La depresión se cierne sobre Perú con una presencia histórica y profunda. Según el psiquiatra Carlos Vera, este fenómeno encuentra sus raíces en diversos factores socioculturales. Antes de la aparición del Covid-19, ya cerca de 1 millón 700 mil peruanos luchaban contra esta enfermedad mental. Otro aspecto cultural distintivo es la tendencia a depositar esperanzas de cambio en figuras políticas, una especie de búsqueda de un ‘salvador’, lo que puede desembocar en una falta de autonomía y una dependencia excesiva en liderazgos externos.

A ello se suma el pesado estigma que representa la sociedad peruana, donde pedir ayuda psicológica frecuentemente se ve como una señal de debilidad, relegando el cuidado de la salud mental a un segundo plano. Estas realidades entrelazadas tejen un manto de desafíos que agravan la situación de la depresión en Perú, una lucha que requiere no solo de soluciones clínicas, sino también de un cambio cultural.

Costo promedio una consulta psicológica en Perú

En el Perú, la realidad de la atención en salud mental se encuentra dividida en dos realidades económicas: la pública y la privada. La primera ofrece opciones más accesibles, con servicios que pueden ser de bajo costo o incluso gratuitos, dependiendo de ciertos requisitos. Por otro lado, la asistencia psicológica en consultorios privados presenta tarifas elevadas que restringen su uso a quienes poseen mayor capacidad adquisitiva.

“Contamos con servicios gratuitos de psicología y psiquiatría en el país, pero la dificultad para conseguir una cita oportuna lleva a los pacientes a explorar otras alternativas, como las consultas privadas. Sin embargo, los precios en este sector pueden ser un obstáculo, siendo el costo mínimo alrededor de 100 soles para psicología y 200 soles para consultas psiquiátricas”, explica el psiquiatra Carlos Vera.
Los elevados costos y las barreras culturales constituyen los principales obstáculos para los peruanos en el camino hacia la recuperación psicológica, en un momento donde el país reflexiona sobre la urgencia de atender esta silenciosa epidemia. (Composición Infobae Perú)

Esta situación financiera impone a los pacientes una disyuntiva complicada: invertir en su salud mental o cubrir necesidades básicas. Como resultado, muchos se ven forzados a interrumpir su tratamiento, optando por sacrificar su bienestar psicológico frente a exigencias económicas más apremiantes.

¿Cómo impacta la economía en las terapias psicológicas?

En la actualidad peruana, la salud mental suele verse comprometida por los problemas económicos que afronta el país. Vera resalta una verdad preocupante: la depresión se ha quintuplicado, y aún sin considerar el efecto de la pandemia, la tendencia es alarmante.

Profundizando en este tema, el experto señala que, confrontados con presupuestos limitados, muchos peruanos optan por satisfacer necesidades básicas inmediatas, como la alimentación, relegando su bienestar psicológico a un segundo plano.

Esta elección, lejos de ser un simple sacrificio, desencadena un círculo vicioso donde la salud mental sigue deteriorándose, añadiendo otra capa de estrés a una vida ya marcada por las privaciones económicas. La resultante es una crisis silenciosa que afecta a miles de ciudadanos, evidenciando una difícil encrucijada entre la subsistencia diaria y la necesidad de cuidar la salud mental.

En el Perú existe un déficit de especialistas psicólogos y psiquiatras, mientras que el número de personas diagnosticadas con problemas de salud mental va en ascenso. (Composición Infobae/Andina)

¿Qué otras barreras impactan el acceso a la salud mental?

Más allá del coste económico, en Perú el acceso a servicios de salud mental encuentra obstáculos significativos, que incluyen desde la escasez de especialistas en zonas alejadas hasta la percepción social negativa hacia la asistencia psicológica, atenuando la búsqueda de apoyo profesional. Predomina un estigma que califica de “locos” o “débiles” a quienes acuden al psicólogo o psiquiatra, perpetuando una cultura de incomprensión y desdén hacia los trastornos emocionales.

El contexto familiar no es ajeno a esta problemática; a menudo, quienes enfrentan la depresión son marginados o considerados el ‘punto débil’ del núcleo familiar. En el ámbito laboral, los prejuicios se manifiestan en forma de estigmatización y, en casos extremos, despidos, lo que provoca que muchos oculten sus problemas de ansiedad o depresión para proteger su empleo.

Estos retos se suman a las deficientes infraestructuras y la escasez de programas de divulgación que promuevan la importancia del cuidado de la salud mental. Tales carencias son particularmente pronunciadas en áreas rurales y entre grupos marginalizados, donde el acceso a tratamientos y la sensibilización son aún más limitados.

Depresión y ansiedad son las enfermedades más frecuentes. - Crédito: Andina

¿Cómo mejorar el acceso a la salud mental?

La estrategia para ampliar el acceso a la salud mental en Perú debe ser integral, atacando tanto las insuficiencias del sistema como las resistencias culturales. Según el psiquiatra Carlos Vera, es imprescindible la implementación de políticas estatales más robustas y la expansión del cuerpo médico especializado. La distribución y disponibilidad de la atención deben ser diversificadas para responder a la demanda creciente.

“Nos enfrentamos a un déficit notable: existen apenas 700 psiquiatras para una población de 33 millones”, explica Vera. Además, añade que la presencia de al menos un psicólogo y un psiquiatra debería ser obligatoria en cada centro de salud en el país.
Los psicólogos con experiencia en Perú pueden obtener remuneraciones superiores en entidades gubernamentales como EsSalud. (Blogs UPN)

Es fundamental dar más importancia a la calidad de la atención en salud mental que a la cantidad de consultas. Los pacientes necesitan que se les escuche con atención y se les dedique el tiempo necesario para un tratamiento efectivo. La necesidad de una atención personalizada y de calidad es algo que tienen en común los pacientes de todo el mundo, no solo en Perú.