La inseguridad ciudadana y la delincuencia está en aumento y los secuestros al paso también se han incrementado durante el último año como parte de la actividad de criminales y extorsionadores. De hecho, se reportaron hasta 20 casos de este tipo durante el año 2023, una cifra hasta tres veces mayor que en el año 2019, cuando se registraron solo 6 y casi dos veces más que en el año 2022, cuando se reportaron 11 casos.
La diferencia en el número de casos también puede explicarse como parte de las consecuencias de las restricciones establecidas por el gobierno durante la pandemia de COVID-19. Los secuestros conocidos como ‘típicos’ se mantienen como una de las modalidades que usan extorsionadores para ganar dinero por medio de amenazas de muerte o atentar contra el bienestar físico de la víctima.
Si bien este delito de alto impacto no se genera con alta frecuencia, es uno que tiene una estructura determinada que ha sido identificada por la Policía Nacional del Perú (PNP): reglaje o seguimiento a la víctima, el rapto, cautiverio, negociación y finalmente el eventual pago del rescate o liberación.
Un informe elaborado por El Comercio indica que pese a que los secuestros se han incrementado, también se han notado deficiencias de los criminales que cometen estos delitos, pues tienen menos recursos y organización que en años anteriores. Esto impacta no solo en la cantidad de los casos, sino que además resulta más complicado retener a las víctimas por periodos más largos, según indicó al medio el general en retiro de la PNP, Juan Carlos Sotil.
El ex agente de la policía también aseguró que, aún cuando las bandas que se dedican a estos delitos “no son planificadas como en años anteriores, sí son personas avezadas”. De esta forma, no tendrían inconvenientes en aventurarse a cometer este delito.
Las víctimas preferidas de los secuestradores
Mientras que en años anteriores las víctimas comunes de estos criminales eran empresarios que tenían grandes fortunas, actualmente el perfil usual de las víctimas de estos delincuentes son emprendedores y sus familiares cercanos. Además, los rubros usuales a los que atacan los secuestradores son gastronomía, transporte, etc.
Las víctimas también poseen un perfil demográfico determinado: las personas entre 15 y 59 años son las más propensas a esto, pues el 41% de los casos involucran a personas de 30 y 44 años; el 27% tienen entre 15 y 29 años; mientras que el 18% corresponde a las edades entre 45 y 59 años. Si bien los niños y los adultos mayores también pueden ser víctimas, estas no suelen ocurrir con frecuencia.
Según comentó Sotil, el motivo principal de esta preferencia es que en el Código Penal se establece que la pena por cometer este delito es de cadena perpetua si la persona retenida es un menor de edad, mayor de 70 años, sufre de una discapacidad, o si es que se generan lesiones graves o incluso la muerte.
Según el coronel de la Policía Nacional del Perú, César Vallejos, durante una presentación ante el Ministerio Público, indicó que las víctimas de secuestro son “mercancía valiosa que deben cuidar muy bien porque tienen un solo vendedor: el secuestrador, y un solo comprador: la familia”.
Un dato relevante que fue compartido por el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), señala que el 91% de las personas encarceladas por este delito (773) son varones, mientras que apenas el 9% (76 personas) son mujeres.