Cada vez que exploramos la literatura peruana de los siglos que anteceden al nuevo milenio, revivimos recuerdos de la infancia y la adolescencia, etapas de la vida donde el estudio ocupaba un lugar destacado y las responsabilidades propias de la adultez apenas asomaban en nuestros pensamientos. En aquellos tiempos, nos sumergíamos en cuentos y novelas de reconocidos escritores, seleccionados minuciosamente en la mayoría de las ocasiones por nuestros profesores, quienes notaban tanto el auténtico interés de algunos estudiantes como la falta de entusiasmo en otros.
Aunque no siempre se leían los cuentos y novelas con la misma pasión, hay relatos que lograron impactarnos y perdurar en nuestras memorias. Sin importar la edad que tengamos, siempre habrá algún cuento que recordemos con cariño y nostalgia. Entre ellos, destaca indudablemente ‘El caballero Carmelo’, una historia que fue compartida en los colegios del Perú y que dejó muchas enseñanzas en más de una generación.
Este cuento fue escrito por Abraham Valdelomar, un insigne escritor que, a pesar de haber tenido una vida breve, aportó a la literatura con sus grandes obras. Aunque es reconocido por muchos como cuentista, es importante señalar que también fue poeta, periodista, dibujante, ensayista y dramaturgo peruano. Además de estas facetas, se destaca su participación en ámbitos políticos.
Pero ¿quién es Abraham Valdelomar? ¿Por qué tuvo una vida corta? ¿A qué político apoyó? Estas y otras interrogantes surgen al mencionar su nombre. Aunque un libro, ya sea novela o poemario, proporciona datos sobre el autor, esto a menudo no es suficiente para comprender plenamente su vida. Por ello, se vuelve imperativo adentrarse en la biografía de los literatos para obtener una visión más completa de su vida y obra.
Antes de sumergirnos en los pasajes más impactantes de la vida de Valdelomar, es relevante destacar que Jorge Basadre lo consideró como la persona más inteligente que había conocido. Además, Oswaldo Reynoso elogió al ‘Conde de Lemos’, catalogándolo como el mejor prosista del siglo XX.
Sobre la apreciación del escritor Reynoso, es preciso señalar que Valdelomar nació el 27 de abril de 1888 y falleció el 3 de noviembre de 1919. En sus 31 años de vida, participó en diversas actividades intelectuales, destacándose principalmente en el ámbito del cuento. Basta con mencionar ‘El caballero Carmelo’, obra con la que revolucionó la narrativa peruana, dejando atrás las influencias del Modernismo. Como es sabido, este movimiento se caracterizaba por abordar temas exóticos y utilizar un lenguaje refinado.
Con la irrupción de Valdelomar en la literatura, se empezó a crear arte de una manera distinta. Por ejemplo, se retrató la vida cotidiana y la literatura adquirió un tono más confidencial e intimista. Asimismo, se depuró el lenguaje poético y se adoptaron expresiones cada vez más claras y sencillas. No obstante, algunas características del Modernismo se conservaron en el Posmodernismo, como la utilización de imágenes sensoriales y el gusto por la musicalidad en el verso.
Dado que los conceptos mencionados anteriormente son abstractos, se presentará un fragmento de ‘El caballero Carmelo’ y el poema ‘Tristitia’. Estas creaciones literarias permitirán apreciar de manera concreta las características del Posmodernismo en la obra de Valdelomar.
Fragmento de ‘El caballero Carmelo’
Esbelto, magro, musculoso y austero, su afilada cabeza roja era la de un hidalgo altísimo, caballeroso, justiciero y prudente. Agallas bermejas, delgada cresta de encendido color, ojos vivos y redondos, mirada fiera y perdonadora, acerado pico agudo. La cola hacía un arco de plumas tornasoles, su cuerpo de color carmelo avanzaba en el pecho audaz y duro. Las piernas fuertes que estacas musulmanas defendían, cubiertas de escamas, parecían las de un armado caballero medieval.
Una tarde, mi padre, después del almuerzo, nos dio la noticia. Había aceptado una apuesta para la jugada de gallos de San Andrés, el 28 de Julio. No había podido evitarlo. Le habían dicho que el “Carmelo”, cuyo prestigio era mayor que el del alcalde, no era un gallo de raza. Molestóse mi padre. Cambiáronse frases y apuestas; y acepto. Dentro de un mes toparía al Carmelo, con el Ajiseco, de otro aficionado, famoso gallo vencedor, como el nuestro, en muchas lides singulares.
‘Tristitia’
Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar.
El fragmento del cuento y el poema no guardan relación con la postura arrogante que solía proyectar Abraham Valdelomar en sus reuniones con amigos e intelectuales en el Palais Concert ubicado en pleno Jirón de la Unión. En este lugar, lucía sus trajes elegantes y hacía gala de su lenguaje pomposo y refinado. Esta actitud altiva la adoptaba con el propósito de atraer la atención de la alta sociedad limeña. Cabe mencionar que en la época en que le tocó vivir, los literatos provincianos aún no tenían espacio en el espectro cultural, y a esto se suma que la labor de escritor todavía no se había profesionalizado.
En documental dirigido por Alejandro Guerrero, Fernando de Szyszlo, sobrino de Abraham Valdelomar, se refirió a la forma de actuar de su familiar. “A mí me parece que esto es la paradoja más impresionante (…). Su obra es la de un hombre humilde, de provincia. Él no tiene nada de agresivo: mira el mundo con una gran dulzura”, sostuvo.
Por su parte poeta Washington Delgado dijo que “Valdelomar fue el que inauguró una nueva manera de hablar, inauguró un nuevo lenguaje y mostró nuevos caminos”. Ambas declaraciones fueron difundidas por Panamericana.
Las obras escritas por el ilustre literato se fundamentaron en sus experiencias vividas durante la infancia. Recordemos que, a temprana edad, se trasladó con su familia al puerto de Pisco, un lugar que lo marcó de manera significativa y resultó determinante en la creación de sus historias. Por ejemplo, en ‘Los ojos de Judas’ y ‘El vuelo de los cóndores’, el autor incorpora sus experiencias de la infancia.
La faceta política de Abraham Valdelomar
Algunas personas suelen decir que “la literatura no debe mezclarse con la política”; sin embargo, esta premisa ha perdido valor al encontrarnos con novelas, cuentos e incluso poemas en los cuales se evidencia el compromiso político de los escritores.
Por ejemplo, la trama principal de ‘Conversación en La Catedral’, de Mario Vargas Llosa, se centra en la conversación entre Santiago Zavala, un periodista, y Ambrosio, un exoficial del ejército; ambos se encuentran en una taberna llamada ‘La Catedral’. A través de esta conversación, la novela desentraña la compleja red de relaciones políticas y personales que afectan a los personajes y a la sociedad peruana en general.
César Vallejo, por su parte, expresa su solidaridad con la causa republicana y su rechazo al fascismo a través de ‘España, aparta de mí este cáliz’. En este poemario se evidencia la angustia y el sufrimiento de la guerra. Las creaciones poéticas que aparecen en este libro reflejan el compromiso político del escritor y su preocupación por las cuestiones sociales y políticas de su tiempo.
La frase “la literatura no debe mezclarse con la política” tiene dos interpretaciones, una de las cuales ya se ha ejemplificado con dos obras. En cuanto a su otro significado, se puede afirmar que se refiere a la vinculación de un escritor con la política, una situación que no es bien vista por un sector de la población.
La incursión en la política no opacó su producción literaria; sin embargo, en la actualidad, más de una persona considera que Abraham Valdelomar no debió involucrarse en asuntos políticos, mientras que otros sostienen que las personas tienen la libertad de participar en cualquier actividad y alinearse con cualquier ideología.
Respecto a la actividad política de ‘El Conde de Lemos’, el investigador Miguel de Priego escribió en su libro Valdelomar, el conde plebeyo lo siguiente: “En 1912 participó entusiastamente en la campaña presidencial a favor de Guillermo Billinghurst, apodado ‘Pan Grande’. (…) En retribución a su apoyo, el gobierno de Billinghurst lo nombró a director del diario oficial El Peruano (cargo que ejerció de 1 de octubre de 1912 a 30 de mayo de 1913)”.
Se desconoce si Abraham Valdelomar apoyó a Billinghurst con la intención de obtener algún cargo importante; lo cierto es que su participación en política fue determinante para que tuviera puestos relevantes, como el de Secretario de Segunda Clase de la Legación Peruana en Italia. El 12 de mayo de 1913 obtuvo este cargo, lo que le permitió viajar a Roma.
Estando en Roma, escribió su obra cumbre, ‘El caballero Carmelo’, un cuento con el que ganó el primer premio del concurso literario organizado por el diario La Nación de Lima. Meses después, este medio de comunicación publicó su creación literaria.
En un documental dirigido por Alejandro Guerrero, Washington Delgado se refirió a la obra maestra de Valdelomar. “El cuento peruano en realidad se inaugura con ‘El caballero Carmelo’. (…) Ahí está la narración peruana, es el comienzo de la narración peruana que posteriormente será continuada por López Albújar, Arguedas, Ciro Alegría”, indicó.
Los escritores mencionados por el poeta Delgado no escribieron sobre la vida costeña del Perú, por lo que no se puede comparar a Valdelomar con estos literatos. López Albújar y Ciro Alegría pertenecieron al movimiento Indigenista, mientras que Arguedas se sabe que fue representante del Neoindigenismo. Aunque estos creadores de historias no compartieron características literarias con Valdelomar, sus historias se centraron en la vida de los peruanos y en situaciones cotidianas.
Por otro lado, es menester señalar que la actitud arrogante de Valdelomar también se evidenciaba cuando ejercía labores políticas. Sobre este comportamiento que trascendió en otros círculos sociales, el investigador Miguel Manuel del Priego escribió en su libro Valdelomar, el conde plebeyo lo siguiente: “Procedía Valdelomar de una familia de clase media y no tenía título nobiliario alguno, pero lo distinguió su nobleza real, no debida al linaje sino a los propios méritos, según la idea cervantina ‘cada uno es hijo de sus obras’. Al margen de las poses y los desplantes que gastaba para llamar la atención, era un hombre sencillo, bueno y generoso, identificado con el pueblo y poseía auténtica aristocracia espiritual”.
Abraham Valdelomar y Alberto Ulloa se enfrentaron con sables
Otro pasaje poco conocido del escritor es la discusión que tuvo con Alberto Ulloa Sotomayor, hijo del director del diario La Prensa, por cuestiones políticas. El conflicto se originó después de que Ulloa publicara un artículo de protesta, el cual fue considerado por Valdelomar como difamatorio.
Tras este acontecimiento, el destacado literato retó a Ulloa a un duelo de espadas que se llevó a cabo en un parque del distrito de Miraflores. En ese entonces, Valdelomar tenía 25 años y aún no había escrito ‘El caballero Carmelo’. Ambos llegaron al lugar acompañados de sus padrinos, quienes estuvieron en todo momento expectantes de la batalla que, por fortuna, no tuvo desenlaces trágicos.
Antes de que iniciara la batalla, Valdelomar exigió que el duelo se llevara a cabo respetando las normas aristocráticas, una solicitud que fue concedida. Los detalles de este incidente aparecen en el libro Valdelomar o la belle époque, de Luis Alberto Sánchez, en el que se relata que el escritor atacó violentamente a su enemigo, provocándole un corte en el brazo derecho.
Valdelomar no salió ileso de la batalla, pues sufrió una contusión en el ojo izquierdo. Por fortuna, la pelea se suspendió debido a que la hoja del sable del literato se desprendió de su empuñadura. El duelo hubiera continuado siempre y cuando hubiera habido espadas de repuesto. Durante un corto periodo, ambos estuvieron enemistados; sin embargo, el tiempo hizo que se reconciliaran. Es preciso mencionar que Ulloa prologó el libro de cuentos ‘El caballero Carmelo’, el cual fue publicado en 1918.
Habiendo comentado estos pasajes de la biografía de Abraham Valdelomar, se hace necesario leer su obra para comprender las perspectivas que tenía en las primeras décadas del siglo XX. Las referencias que tengas de este escritor probablemente sean ‘El caballero Carmelo’ o ‘Tristia’, pero su producción intelectual incluye artículos periodísticos, ensayos, obras teatrales y una variedad de cuentos y poemas. Lamentablemente, su creación artística se frenó debido a un fatídico accidente que le provocó la muerte. El escritor se fracturó la espina dorsal tras caer desde un segundo piso. Los médicos no pudieron hacer nada para salvarle la vida al paciente que agonizaba en la cama de un hospital de Ayacucho. El 3 de noviembre de 1919, su vida se apagó, pero no la de sus personajes, algunos de los cuales todavía no cobran vida en la mente de los lectores contemporáneos.