Al finalizar el siglo XIX, el telón de la historia sudamericana se alzó para revelar un episodio bélico que se escribiría con letras indelebles en su cronología: la Guerra del Pacífico. Este enfrentamiento bélico, que involucró a Chile, Perú y Bolivia, se desató por el control de vastas zonas ricas en salitre y guano, elementos cruciales para la agricultura de la época, y dejó consecuencias geopolíticas que perduran hasta nuestros días.
Sin embargo, existe un misterio que perdura a lo largo del tiempo y atraviesa océanos: los leones de bronce que una vez custodiaron el Parque de la Exposición en Lima ahora tienen paradero desconocido. Estas esculturas, saqueadas durante la ocupación de la capital peruana en la Guerra del Pacífico, se han convertido en símbolos de un patrimonio cultural arrebatado y aún buscado, evocando preguntas sobre el destino final de las reliquias de un conflicto que aún resuena en la memoria histórica de Perú.
¿Dónde están los leones usurpados?
En las páginas de la historia de Perú, la Guerra del Pacífico ocupa un apartado melancólico, marcado por el despojo territorial, la pérdida de valiosas colecciones de la Biblioteca Nacional y el traspaso forzado de bienes culturales.
Este período bélico, además, fue precursor de la apropiación indebida de valiosas estatuas por parte de oficiales chilenos, como señala el historiador Milton Godoy Orellana en sus investigaciones. Dichas piezas eran enviadas a sus ciudades natales como símbolos de triunfo y posesiones de honor.
Además, en ese contexto de desplazamiento de riquezas artísticas, el diario ‘La Época’ señalaba que en los espacios de la Intendencia chilena se resguardaban diez cajas cargadas de esculturas de mármol, con figuras caninas y leoninas procedentes de la Ciudad de los Reyes, un reflejo elocuente de la magnitud cultural de los efectos del conflicto.
Ante la pregunta resonante sobre a dónde fueron a parar los legendarios leones de Lima, el investigador Rafael Mellafe reveló durante una entrevista al medio ‘La Tercera’: “Al menos cuatro réplicas de cemento se conservan hasta la fecha: dos de ellas adornan la entrada de la Base Naval de Talcahuano y las otras dos custodian el acceso al Parque Lota, testimonios silenciosos de un pasado lleno de turbulencias y reivindicaciones”.
¿Cómo se desarrolló el saqueo de los leones?
El saqueo de las estatuas de Lima durante la Guerra del Pacífico involucró el meticuloso traslado marítimo y su posterior integración en los espacios urbanos de Chile. Según el historiador Godoy, en diciembre de 1882, el buque Amazonas arribó a Valparaíso proveniente de Callao, como reportaba El Mercurio de Valparaíso. A bordo, se encontraba un cargamento diverso de esculturas de mármol, destinadas a engrandecer los espacios públicos, y una destacada estatua de Neptuno de bronce, predestinada para la Plaza del Orden.
La envergadura del botín se detalla en los registros de Patricio Lynch y en las cartas de Eulogio Altamirano, responsable por entonces de Valparaíso y las fuerzas navales. Altamirano especifica a la presidencia chilena el contenido de los 220 cajones y sugiere ubicaciones prominentes para algunas piezas, como el palacio presidencial o la biblioteca.
“Querido amigo: Le incluyo una lista de lo que trae el Amazonas en materia de obras de arte. No insista en meterlas en una bodega, aprovechemos de ellas para hermosear nuestros paseos ya que están aquí”.
La prensa regional chilena reflejaba la integración pública de estos objetos. Específicamente, un corresponsal de Santiago para El Porvenir, de La Ligua, informaba que las estatuas traídas de Lima pronto embellecerían la Plaza de Armas de la capital con su presencia, evidenciando así que el reparto de estas reliquias de guerra no era un secreto, sino un acontecimiento cubierto por los medios de la época.
¿Compensación de guerra o saqueos?
Desde la perspectiva de la Real Academia Española, las compensaciones de guerra implican acuerdos plasmados en tratados de paz, donde el país vencido paga o cede bienes al vencedor. En contraposición, el saqueo es un acto de fuerza que se realiza sin consenso y al margen de lo pactado, una apropiación indebida en el contexto bélico.
Esta distinción, sin embargo, plantea una cuestión polémica entre historiadores. La conducta de las tropas chilenas en Lima durante la Guerra del Pacífico continúa generando discrepancias entre expertos de Chile y Perú, como lo evidencia el estudio de Felipe y Pablo Retamal, titulado “¿Dónde están los leones robados a Perú en la Guerra del Pacífico? Historia de un mito urbano”.
El historiador Patricio Ibarra alega para el medio ‘La Tercera’ que, para las autoridades chilenas, apoderarse de ciertos bienes peruanos respondía a una necesidad de compensar los gastos derivados de la ocupación de Lima y otros territorios peruanos.
Según su interpretación de las leyes internacionales de guerra de la época, la acción era permisible.
Ibarra enfatiza que este procedimiento fue estratégico y organizado, ejecutado mediante la formación de una comisión que seleccionó los bienes a ser transportados a Chile. Estas actividades se prolongaron solo en los primeros meses tras la ocupación de Lima y se suspendieron con la llegada de Patricio Lynch al mando del ejército chileno.
En contraposición, Milton Godoy presenta una perspectiva diferente. Para él, lo sucedido clasifica como saqueo. Godoy sostiene que, durante la ocupación, se cometieron actos de robo y saqueo de bienes culturales que fueron ilegalmente enviados a Chile, desafiando los tratados internacionales vigentes en aquel momento.
Estas dos miradas historiográficas evidencian una tensión no resuelta y un debate que sigue abierto sobre las acciones y consecuencias de la Guerra del Pacífico, y sobre cómo estos eventos han sido clasificados y juzgados a través del tiempo.
¿Qué otros bienes peruanos fueron expropiados?
La información sobre los bienes culturales que Chile se llevó durante la ocupación es limitada, pero algunos documentos como la lista de Zegers y Domeyko, archivos del barco Amazonas, y publicaciones periodísticas de la época nos dan indicios de la diversidad de los objetos sustraídos. El historiador Milton Godoy ha compilado algunos de estos objetos en su estudio “Ha traído hasta nosotros, desde territorio enemigo, el alud de la guerra”:
- El saqueo de la Biblioteca Nacional, historiadores dan cuenta de que a fines de 1880 la BNP poseía más de 56.000 volúmenes impresos y cerca de 800 manuscritos, y tras la irrupción de los militares a la ‘casa del saber’, gran parte de estos materiales impresos fueron colocados en cajones.
- El Observatorio Astronómico fue notablemente afectado; en septiembre de 1881, 31 cajones con valiosos equipos e instrumentos fueron transportados al Observatorio Astronómico Nacional de Chile.
- Del Museo del Cuartel de Artillería en Lima se extrajo una colección que incluía desde un catálogo del prestigioso Museo Británico hasta especímenes de fauna disecada, como el tigre de bengala y el león africano, además de objetos de relevancia cultural japonesa, como lanzas y puñales. A estos se sumaron pedestales numerados y un taparrabo indígena, así como el catálogo de la exposición limeña de 1872.
- Desde el Zoológico de Lima, dos leones acabaron en reducidas jaulas en Chile hasta que se acondicionó el Zoológico de Santiago para recibirlos adecuadamente.
- La Escuela de Medicina sufrió la sustracción de su gabinete de física, vasta biblioteca y equipo, dejando un vacío en el ámbito académico y científico local.
- La imprenta El Peruano perdió sus tipos y máquinas, que zarparon hacia Chile en junio de 1881, afectando la capacidad de publicación y prensa en Perú.
- En el ámbito artístico, la obra “Los funerales de Atahualpa” de Luis Montero, junto con otras pinturas requisadas, fueron exhibidas en el Senado chileno hasta que se optó por devolverlas en 1885.