Anita Fernandini de Naranjo: la polémica primera alcaldesa que tuvo la ciudad de Lima

La mujer fue designada por el gobierno militar como la primera mujer al frente de la comuna limeña.

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Ana Fernandini de Naranjo fue
Ana Fernandini de Naranjo fue nombrada por el dictador Nicolás Lindley y su gestión se enfocó en la limpieza y el orden urbano, dejando medidas polémicas y un legado cultural. (Caretas)

En la historia de Lima, y del Perú en general, la participación de las mujeres en la política local siempre había estado restringida en buena parte del siglo XX. Un buen ejemplo de esto es que recién en el año 2010 Susana Villarán se convirtió en la primera mujer en la historia en ser elegida como alcaldesa de la ciudad capital.

Sin embargo, aunque muchos prefieran quedarse con este dato, lo cierto es que antes de ella, Lima ya sabía lo que era tener a una mujer al frente, así haya sido puesta en ese lugar por el gobierno militar.

Se trata de Ana María Fernandini de Naranjo, quien con sus actos dejó una marca imborrable en la política peruana y se convirtió en un ícono de poder, fortuna y liderazgo. Y esta es su historia.

Un linaje de opulencia

Descendiente de la nobleza minera,
Descendiente de la nobleza minera, Fernandini representó una de las dinastías más influyentes y acaudaladas de la Lima del siglo XX. (Andina)

Nacida el 17 de abril de 1902 en la bulliciosa Lima, la vida de Ana María Fernandini Clotet siempre estuvo rodeada de lujos y grandezas gracias a una familia prominente.

Su progenitor, Eulogio Erasmo Fernandini de la Quintana, descendiente de los marqueses de Campo Ameno y Soto Hermoso, labró su camino como próspero empresario minero. Acompañado de su esposa Isolina Clotet Valdizán, quien respaldó económicamente las empresas mineras y agrícolas, forjaron una fortuna que los posicionó como una de las familias más ricas de Sudamérica para 1915.

Así fue que los Fernandini Clotet construyeron una mansión en pleno Centro de Lima, más precisamente en esquina de las calles Panteoncito y La Riva, hoy conocidas como Jirones Ica y Caylloma. Esta obra de refinado gusto artístico de estilo francés aún se mantiene en pie, ahora convertida en oficinas de negocios inmobiliarios.

Su propio camino

Su mandato estuvo marcado por
Su mandato estuvo marcado por decisiones audaces, como la prohibición de espectáculos de estriptis y su influencia en la vida religiosa. (Caretas)

Ana María, conocida como la mujer más adinerada del Perú en el siglo XX, contrajo nupcias con el ingeniero Alberto Nicanor Álvarez-Calderón Flores en 1927. Y fruto de este matrimonio nacieron cinco hijos: Alberto María, Javier Álvaro, Ana María, Luz María Ignacia Valentina y Gabriel María Elías Bernardo. Lamentablemente, se enviudó, pero en 1944 volvió a casarse. Esta vez con Eduardo Naranjo Gunner.

Eso sí, su presencia en la arena política y social limeña fue notable. Designada presidenta vitalicia del Consejo Nacional de Mujeres del Perú, desempeñó roles destacados en eventos internacionales, siendo delegada y representante en conferencias y congresos que marcaron la historia de la región.

Entre los cargos oficiales que ocupó, se destacan su papel como Teniente Alcalde de la Ciudad de Lima en 1962-1963 y su participación como Delegada Oficial del Perú en diversas conferencias internacionales, consolidando su posición como figura relevante tanto en el ámbito local como en el escenario internacional.

Patrona de las artes y cultura

Como patrona de las artes,
Como patrona de las artes, impulsó instituciones culturales y buscaría honrar a Santa Rosa de Lima con una basílica nunca realizada. (Caretas)

Su influencia no se limitó a la política; y es que Ana María Fernandini de Naranjo fue Presidenta Honoraria y Protectora de diversos institutos culturales, entre ellos el Peruano-Brasileño, Peruano Argentino, Peruano Bolivariano, del centro Bolivariano y de la Liga de Defensa del Niño Desamparado del Cusco.

Además, ostentó distinciones de honor en instituciones como el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú, el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid y la Sociedad de Bellas Artes del Perú.

De igual manera, presidió el Comité pro Basílica, una iniciativa destinada a construir una basílica en honor a Santa Rosa de Lima. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, la declaración de monumento al convento de Santa Rosa le puso fin a sus intenciones. Así fue que todo el dinero recaudado para tal fin fue redirigido al arzobispado de Lima.

Dos de sus posesiones, que eran símbolo de su elevado estatus, era una gran casa ubicada en la avenida Salaverry que luego terminaría vendiendo a la embajada de la ex Unión Soviética. La otra era su exclusiva casa de veraneo en la playa de Santa María en San Bartolo.

El momento de la verdad

Fallecida en 1980, la alcaldesa
Fallecida en 1980, la alcaldesa fue sepultada en el cementerio Presbítero Matías Maestro, lugar que acoge un mausoleo en su honor. (Andina)

A pesar de todo, la vida le tendría una sorpresa más a Ana María Fernandini de Naranjo, ya que el 15 de marzo de 1963 fue nombrada Alcaldesa de Lima, un hito histórico que la convirtió en la primera mujer en asumir el cargo. Eso sí, su elección no se dio por el voto popular, sino por la orden del gobierno militar de Nicolás Lindley López.

Durante su mandato, priorizó el orden y la limpieza en la ciudad. Su prohibición de funciones de estriptis en junio de 1963 generó revuelo en algunos sectores, incluso llevando a vedettes como Elsa Moreno a protestar desnudándose en los portales de la municipalidad.

Como alcaldesa, entregó las Llaves de la Ciudad a la Virgen del Carmen y compuso una canción sacra titulada “Plegaria al Señor de los Milagros”. De igual manera, se tejieron leyendas urbanas sobre su gestión, incluida la supuesta orden de tapar los genitales de las esculturas de Bellas Artes.

Finalmente, el 15 de diciembre de ese mismo año, tras 41 años, se realizaron elecciones municipales en el Lima, en las que participaron figuras como María Delgado de Odría y Luis Bedoya Reyes, este último resultó elegido con 180 mil votos.

Luego de eso continuó su vida como socialité limeña, hasta que la muerte la sorprendió el 20 de septiembre de 1980, cuando tenía 80 años. Sus restos fueron enterrados en el cementerio Presbítero Matías Maestro, en donde se le construyó un mausoleo.

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