Desde las señoriales casas de huéspedes de la era virreinal hasta el lujo de los hoteles cinco estrellas de hoy, Lima ha sabido transformar su oferta de hospedaje en un abanico de sofisticación y bienestar. En el corazón de la capital, se destaca una historia hotelera que merece ser contada.
Corría la década de los 40 cuando, en la intersección de las avenidas Colmena y Rufino Torrico, surgió un símbolo de lujo y exclusividad: el legendario hotel Crillón. Más que un simple refugio para viajeros, este emblema de la hospitalidad fue centro de la vida social y escenario de eventos de envergadura, acogiendo en sus estancias a celebridades y figuras de renombre internacional. Sin embargo, no ha sido ajeno a cambios de diversa índole, los cuales redireccionaron su destino y marcaron un capítulo distinto en su historia.
A continuación, contaremos cómo el hotel Crillón todavía brilla en la memoria colectiva, constituyendo un legado imperecedero en una Lima dinámica.
La historia del hotel Crillón
El destino de la industria hotelera en Lima comenzó a cambiar en 1947, cuando el visionario empresario suizo Domingo Bezzola decidió emprender un proyecto ambicioso en el centro histórico de la ciudad: la construcción de un edificio destinado a ser un ícono de la hotelería, capaz de competir con el ya histórico Gran Hotel Bolívar.
El origen de este edificio fue como sede del Colegio de Abogados de Lima, una construcción de 8 pisos que una década más tarde daría un cambio hacia la grandiosidad. Transformado en un imponente hotel de 22 pisos con 550 habitaciones, 650 camas y una plantilla de 700 empleados, el establecimiento se erigió como un coloso de la industria hotelera de la época. Sus lujosas instalaciones incluían 4 bares y 5 restaurantes, cada uno contando historias de elegancia y distinción.
La fachada del hotel, con su distintivo color amarillo-mostaza y las puertas de vidrio que despertaban la curiosidad al abrirse automáticamente ante el huésped que pisaba la alfombra roja de entrada, aportaba un toque de modernidad y exclusividad inéditos en la ciudad.
Tomando como referencia el trabajo del historiador Juan Luis Orrego, su blog da a conocer anécdotas y episodios fascinantes sobre uno de los hoteles más emblemáticos de su tiempo. El investigador destaca en particular el ‘Sky Room’.
“Este restaurante-bar, el más lujoso de la capital, brindaba una perspectiva de Lima absolutamente incomparable y se erigió como punto de encuentro predilecto para figuras de la estatura de María Félix, Charles Aznavour, John Wayne, Nat King Cole, Dorothy Malone y Debbie Reynolds, así como para deportistas de leyenda como Cassius Clay y Pelé”, narra Juan Luis en la entrada de su blog dedicado al hotel Crillón.
Mención especial merece uno de los más acaudalados empresarios peruanos, Luis Banchero Rossi, magnate pesquero que encontró en el piso 19 del hotel su particular residencia dentro de la ciudad.
¿Qué desencadenó el declive del lujoso hotel Crillón?
Durante las décadas de oro, el prestigioso hotel gozaba de un esplendor y una popularidad indiscutible. Sin embargo, con la llegada de los turbulentos años 70 y 80, la situación dio un giro infortunado.
La economía se vio sacudida por una crisis severa, la presencia de comercio ambulatorio saturó las calles y la amenaza del terrorismo se cernió sobre la ciudad, dañando la imagen de seguridad que los hoteles de lujo procuraban ofrecer.
Al llegar la década de 1990, las corrientes nocturnas y el interés turístico se desviaron hacia zonas como Miraflores, San Borja y San Isidro, que rápidamente se convirtieron en nuevos bastiones de la modernidad, ofreciendo una infraestructura renovada y servicios de vanguardia. Ante esta reconfiguración del panorama hotelero y turístico, el hotel Crillón, que una vez fuera símbolo de distinción, no logró mantener el paso y, finalmente, en 1999 cerró sus puertas, marcando el fin de una era.
¿Qué pasó con la sede del hotel Crillón?
La imponente estructura que alguna vez albergó al hotel Crillón, ícono de elegancia y lujo en el epicentro de la vida social limeña, ahora cuenta una historia diferente. Atrás quedaron los años de brillo y prestigio; hoy nos preguntamos: ¿qué ocurrió con la sede que fue testigo de tanto esplendor?
La respuesta nos remite a un cambio de propiedad significativo. La firma española Arte Express, liderada por el empresario Fernando Palazuelo, adquirió este monumento histórico. La transacción, que generó especulaciones en torno a cifras que oscilaron entre los 7 y los 15 millones de dólares, marcó un nuevo rumbo para el emblemático inmueble.
En una entrevista concedida al diario Gestión, Palazuelo explicó que la visión de Arte Express era responder a la creciente demanda de espacios de oficinas por parte de entidades gubernamentales y empresas privadas. Como resultado, el que fuera un hito del turismo y la hospitalidad ahora aloja operaciones de la Sunat y un call center. La transformación del hotel Crillón, aunque impactante, refleja la evolución constante de la ciudad, demostrando su capacidad de reinventarse y adaptarse a las nuevas dinámicas urbanas y comerciales.
La competencia del hotel Bolívar
En 1924, el presidente Augusto B. Leguía inauguró el Gran Hotel Bolívar, con la consigna de alojar a los invitados, quienes llegaron a la capital para celebrar el primer centenario de la Batalla de Ayacucho. Durante más de dos décadas, esta imponente construcción ―que tuvo diseño arquitectónico neoclásico―, destacó en el Centro Histórico de Lima.
Sin embargo, en 1947, el hotel Crillón fue inaugurado en medio de mucha expectativa, dejando atrás al hotel Bolívar. En ese entonces, los peruanos y turistas podían apreciar el diseño europeo de su fachada.
A partir de ese momento histórico, ambas edificaciones compitieron. Así lo dio a conocer Juan Luis Orrego Penagos, quien a través de un blog de la PUCP escribió que “hacia los años 40, un nuevo hotel le vino a hacer la competencia al Bolívar”.