Los grandes escritores peruanos que ya no nos acompañan en esta vida, suelen ser recordados dos veces al año: en el día de su natalicio y en la conmemoración de su muerte. Ante esta situación crítica, surge la necesidad de rendirles homenaje en más de dos ocasiones. A pesar de que hay conversatorios y simposios sobre la vida y obra de los literatos fallecidos, los lectores no logran conocer el legado de todos los poetas y novelistas del Perú.
Ante la escasa actividad cultural en el país para encumbrar la biografía de los escritores, algunos lectores suelen acercarse a sus obras, mientras que otros investigan sobre sus vidas que estuvieron marcadas por la polémica.
Un claro ejemplo es la vida de José Santos Chocano, un escritor que le arrebató la vida a un adversario político. Años después, este literato fue asesinado por un individuo que no tenía ningún vínculo amical o familiar con la persona que falleció en Lima, de modo que se desacartó que el acto violento haya sido por verganza.
La muerte del poeta nacional generó un profundo dolor en sus familiares, amigos y seguidores de distintas partes de América, a pesar de la vida caótica que tuvo. Cuando se relata este pasaje funesto de su biografía, más de uno hace referencia al karma, y algunos se aventuran a decir que su destino ya estaba predestinado.
Varios momentos de la vida de José Santos Chocano concitan la atención de los lectores, pero uno de ellos destaca más. Se trata de las circunstancias en que murió el literato que escribió versos llenos de musicalidad y exotismo. Ante ello, es pertinente contar los pormenores de la muerte del vate, un hecho que enlutó al Perú.
La trágica muerte de José Santos Chocano
El literato peruano, que no obtuvo el reconocimiento de los peruanos en los últimos años de su vida, perdió la vida lejos de su patria. De haber muerto en Perú, el panorama no habría cambiado, ya que había perdido la amistad de la mayoría de sus amigos y un sector mayoritario de la población peruana le tenía ojeriza al poeta por haberle quitado la vida a un intelectual peruano. A esto se le suma el distanciamiento de Augusto B. Leguía, quien dejó de recibirlo en el Palacio de Gobierno. Es menester indicar que ambos eran amigos y se apoyaban mutuamente.
Chocano sufrió el rechazo de los peruanos durante dos años, aproximadamente. En este tiempo, evaluó la posibilidad de viajar al extranjero para rehacer su vida junto a Margarita Aguilar Machado, su última pareja. Tras cavilar durante un largo periodo, decidió viajar a Chile, sin presagiar que en este país encontraría la muerte.
En 1928, llegó a Santiago de Chile, ciudad en la que pasó penurias económicas. Para contrarrestar su difícil situación, realizó colaboraciones periodísticas y recitales, e incluso se dedicó a jugar en la Bolsa; sin embargo, no logró ganar dinero suficiente para vivir dignamente. El tiempo pasaba y los problemas económicos se agravaban al tiempo que su estado emocional decaía.
Mientras caminaba compungido por las calles de Santiago de Chile sin encontrar solución a sus problemas, se topó con un clarividente, quien le dijo que en un subterráneo cerca del río Mapocho existía un tesoro.
Esta noticia lo entusiasmó, pues de existir riquezas en un terreno poco explorado, sería la solución a sus problemas económicos. Envuelto de entusiasmo, el escritor buscó autorización del Gobierno chileno para llevar a cabo excavaciones en búsqueda de tesoros coloniales en Santiago. Tras conseguir el permiso, procedió a excavar con la ayuda de algunos chilenos. Con el pasar del tiempo, conoció a otras personas que se interesaron en el proyecto al enterarse de que había un mapa con la ubicación del supuesto tesoro. Uno de ellos le quitaría la vida en un tranvía de la ciudad.
El individuo que acabó con la vida del poeta fue Martín Bruce Padilla, un esquizofrénico paranoico que le infligió puñaladas en la espalda y el corazón la tarde del 13 de diciembre de 1934. Ante las autoridades, el sujeto alegó haber sido socio del poeta en una empresa de búsqueda de tesoros.
Las disputas ideológicas entre dos pensadores que resultaron en tragedia
La innegable influencia de las composiciones literarias de José Santos Chocano en el ámbito literario previene cualquier desafío a su genialidad. Sus obras permanecen como una fuerte defensa contra las críticas que no alcanzan la grandeza de sus versos. Sin embargo, es válido cuestionar su personalidad, un aspecto que ha generado debates en más de una ocasión.
En diversas ocasiones, el poeta demostró arrogancia, tanto en sus relaciones amicales como en sus discursos públicos. Su respaldo a Augusto B. Leguía ―un presidente considerado por algunos como un dictador repudiable y por otros como el arquitecto de la modernización peruana―, así como su admiración por las “dictaduras organizadas”, no fueron bien recibidos por algunos escritores de la época.
Estas opiniones encontraron resistencia en intelectuales como José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez y Edwin Elmore; este último criticó las posturas ideológicas de Chocano a través de una emisora radial y un artículo en el diario La Crónica.
Manteniendo su estilo, Chocano respondió a Elmore, acusando al padre de este, el ingeniero inglés Teodoro Elmore, de traición en la Guerra con Chile. “¿Hablo con el hijo del traidor de Arica?”, lanzó el poeta en una llamada telefónica.
La respuesta de su interlocutor no fue menos firme: “¡Miserable, si estuvieras aquí no te atreverías a decirme eso!”. Este fue uno de los conflictos entre ambos pensadores, que desafortunadamente se encontraron en las instalaciones de El Comercio.
El trágico desenlace tuvo lugar en las oficinas del medio de comunicación mencionado, donde ambos acudieron para presentar sus artículos de confrontación. Tras un intercambio de palabras, se desencadenó un forcejeo que culminó con un disparo: Chocano apretó el gatillo y Elmore recibió el impacto de bala. Días después, el hijo del ingeniero inglés falleció a causa de una hemorragia incontenible.