Son muchas las tradiciones y creencias que alberga la ciudad de Lima, algunas más conocidas que otras, pero la mayoría de ellas muy arraigadas a la cultura popular. De igual modo, a lo largo de la historia se han tejido mitos y leyendas relacionados con temas como la religión, ya que en la capital se instauró con mucha fuerza el catolicismo y se ha reafirmado con el paso del tiempo.
Esto ha dado paso a historias como la del niño Ricardito, uno de los personajes más famosos del cementerio Presbítero Maestro y que guarda una particular y triste historia. Pero lo más llamativo sin lugar a dudas es la cantidad de milagros que se le atribuyen y la devoción popular que ha crecido en torno a él, lo que lo ha llevado a ser uno de los más visitados del camposanto al día de hoy.
¿Quién era el niño Ricardito?
Ricardito Melquíades Espiell Barrionuevo, más conocido como el niño Ricardito, fue un pequeño que vivió durante la época posterior a la Independencia. Descendiente de una familia mestiza serrana, nació hacia el año 1886. Su padre, Ricardo Martín Espiell, abogado elegido como diputado en Puno, falleció cuando él tenía solo ocho meses de nacido debido a una neumonía.
La familia no tenía los recursos suficientes para pagar una tumba permanente, por lo cual fue enterrado en un nicho temporal, esto pese a que gozaba de cierto prestigio en las esferas públicas debido a su trabajo y hasta llegó a ser secretario del presidente Manuel Prado.
La corta vida del pequeño Ricardito transcurrió en el puerto del Callao, donde permaneció hasta que cumplió seis años. Un 1 de marzo de 1893 el pequeño contrajo Malaria y falleció producto de un fiebre perniciosa. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio Baquíjano, pero también en un nicho temporal debido a los pocos recursos económicos de su madre..
Para el año 1899 es exhumado y trasladado a una tumba permanente junto con su padre, como producto de la solidaridad de un grupo de amigos. En su nueva morada se levanta un monumento con el nombre del padre y la escultura del pequeño adornada con símbolos muy usados por el cristianismo, pero también elementos masones.
Inicio del culto
Es posible que durante mucho tiempo, la tumba del pequeño haya sido una más dentro del camposanto más antiguo de la ciudad, perdida entre las cientos de esculturas que adornan al panteón. Sin embargo, se cree que aproximadamente en la primera mitad de la década de 1990 una mujer empieza rezarle a Ricardito y descubre que tiene una gran capacidad para cumplir milagros.
De ese modo, la tumba del menor que hasta entonces había pasado desapercibida, empezó a lucía lucir limpia y decorada con dulces y flores. Incluso los floristas del cementerio se sorprendían y de vez en cuando adornaban el espacio. Según cuenta la historia, la humilde mujer inicialmente iba a pie y lo visitaba todos los martes, sin embargo, con el tiempo hasta llegó a tener un lujoso automóvil.
Así empieza una devoción que fue creciendo con el paso del tiempo hasta llegar a nuestros días. Los pedidos para Ricardito son variados, y van desde protección hasta anhelos de trabajo o documentos para emigrar hacia un futuro mejor. Muchos aseguran que es milagroso y cumple con las peticiones que se le hacen.
La tumba actualmente luce abarrotada de placas de agradecimiento y flores que no paran de llegar. La escultura de Ricardito, que representa más bien una imagen de un pequeño vestido con elegantes prendas y de facciones muy europeas, muchas veces ha sido ataviada con diferentes trajes que le aportan color en medio del lúgubre camposanto. Y los fieles siguen llegando, manteniendo viva su leyenda.
Ricardito no es un santo reconocido como tal en la iglesia Católica, pero eso no le ha restado popularidad, y puede ser visitado en el lote 498, frente al cuartel Buen Pastor y a la puerta 3 del cementerio Presbítero Maestro.