La temporada de diciembre despliega su magia y convoca a familias y comercios a sumergirse en el esplendor de las festividades navideñas. En el corazón de estas celebraciones, se tejen tradiciones que se han arraigado profundamente en la cultura: reuniones en la intimidad del hogar la noche del 24 de diciembre, conocida como Nochebuena, donde los banquetes navideños y la calidez humana se entrelazan en una perfecta demostración de unidad y regocijo festivo.
En este punto, se hace evidente una curiosidad que suele pasar desapercibida: la Nochebuena y la Navidad, aunque celebradas en fechas consecutivas, tienen significados distintos y son marcadas por costumbres particulares. La Nochebuena es el preludio, lleno de emociones y antelación, y la Navidad es la celebración misma del nacimiento de Jesús, iluminada por la felicidad del compartir y el valor de la generosidad simbolizado en el intercambio de obsequios y el continuar de las festividades.
¿Cuál es la distinción entre Nochebuena y Navidad en el calendario festivo?
La Navidad y la Nochebuena son dos festividades estrechamente vinculadas, pero con rasgos y costumbres propios que las hacen distintas. A medida que se aproximan, es fundamental entender los elementos que diferencian a cada una y cómo contribuyen a la temporada más entrañable del año.
Por su parte, la Real Academia Española aclara la distinción existente entre ambas: Nochebuena hace referencia a la víspera de la festividad, mientras que Navidad celebra el nacimiento de Jesucristo y se extiende hasta el Día de Reyes. Esta diferenciación semántica sitúa el comienzo de la Navidad en las primeras horas del 25 de diciembre, en contraposición a la Nochebuena, que tiene lugar la noche del 24.
Costumbres y celebraciones durante la Nochebuena
En Perú, la celebración de la Navidad es una vibrante fusión de costumbres ancestrales y tradiciones católicas, enmarcadas dentro de un contexto cultural único. Durante la Nochebuena y el día de Navidad, los peruanos se sumergen en una variedad de prácticas que reflejan la diversidad y la riqueza de la nación.
La Noche del 24 de diciembre, conocida como Nochebuena, es el preámbulo de una serie de rituales festivos que inician con la Misa del Gallo. Esta ceremonia religiosa, que se lleva a cabo a medianoche, convoca a numerosos fieles a congregar en iglesias para conmemorar la llegada de Jesús. Es un momento de espiritualidad compartida que, usualmente, antecede o finaliza con celebraciones en el seno familiar.
El punto central de la Nochebuena es la cena, un evento que concentra a la familia alrededor de platos típicos como el pavo horneado, el lechón, los tamales y el arroz con pasas. La mesa se dulcifica con el chocolate caliente, sin olvidar el infaltable panetón, un dulce de masa esponjosa que ha trascendido sus raíces italianas para convertirse en un símbolo navideño en Perú.
Otro elemento distintivo son los nacimientos o pesebres, que adornan los hogares con escenas detalladas del nacimiento de Cristo, muchas veces con figuras artesanales que representan la geografía y la cultura andina. Estas representaciones van más allá del ornamento, siendo reflejo de fe y arte.
Costumbres y celebraciones en la Navidad
El Día de Navidad trae consigo una atmósfera más serena. Luego de la efervescencia de la Nochebuena, el 25 de diciembre es un día para el encuentro y la serenidad, donde las visitas y el intercambio de regalos son gestos de afecto y consideración. Aunque muchos obsequios se desvelan en la Nochebuena, es tradicional también dar y recibir presentes durante la jornada navideña.
Además, las chocolatadas navideñas forman parte esencial del espíritu de compartir que caracteriza a la temporada. Estos eventos, que se realizan a lo largo de diciembre, consisten en brindar chocolate caliente y panetón a niños y personas en situaciones vulnerables, reforzando así el lazo de comunidad y solidaridad típico de la época.
¿Cuándo se empezó a celebrar la Navidad?
La Navidad, reconocida oficialmente en el año 366 por el Papa Liberio, fue designada para el 25 de diciembre con el fin de sustituir las Fiestas Saturnales y promover la conversión de los romanos paganos al cristianismo. Las Saturnales, celebradas del 17 al 23 de diciembre, eran festividades en honor a Saturno, la deidad de la agricultura, coincidiendo con el solsticio de invierno en Europa. Durante estos rituales, la sociedad romana se entregaba a extravagancias como festines, sacrificios rituales y el intercambio de regalos, en una época donde los roles sociales eran temporalmente invertidos, dando a esclavos y subordinados una libertad provisional.
En el contexto de estas celebraciones paganas, Julio I, quien dirigía la Iglesia entre los años 320 y 353, sugirió inicialmente la instauración de una fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús. No obstante, fue durante el pontificado de Liberio, cuando se formalizó la celebración cristiana de la Navidad, tomando lugar justo después de la culminación de las Saturnales. La decisión implicó no solo una adaptación del calendario religioso sino también un esfuerzo estratégico para facilitar la transición de las prácticas paganas a una festividad de raíces cristianas.
Es así que, la elección del 25 de diciembre como fecha de la Navidad no fue casual, sino que respondió a una estrategia de la Iglesia Católica para reemplazar una celebración que estaba profundamente arraigada en la sociedad romana y en su calendario agrícola. A través del sincretismo de tradiciones e imposición de nuevas normas festivas, se propició una transición cultural que acabaría moldeando las festividades de invierno y el eventual abandono de las costumbres paganas antiguas.