Nuestra ciudad ha estado plagada desde siempre de curiosas costumbres arraigadas a la cultura, que muestran parte de la identidad de Lima. Muchas de ellas han sido producto de la influencia europea o indígena, entre muchas otras sangres que han formado a la nación, y han perdurado en la memoria colectiva.
Algunas, naturalmente, han ido desapareciendo con el crecimiento de las gran ciudad y las nuevas formas de ver el mundo, sin embargo, cuando hablamos de ir a ‘jironear’, todavía hay quienes recuerdan con cariño el término y los días en que esa práctica era mucho más que una simple caminata.
¿Qué significaba ir a ‘jironear’?
De manera general, el término hace referencia a una costumbre de los limeños de antaño. Aproximadamente entre los años 1920 y 1940, con una Lima que todavía mantenía el ideal por cierto estatus, ir a ‘jironear’ era caminar por el largo tramo del Jirón de la Unión, pero no de cualquier manera. Para llevar a cabo esta actividad las personas se ataviaban con sus mejores trajes, sin importar si eran niños, adolescentes, adultos o ancianos, hombres y mujeres estrenaban prendas durante el ‘jironeo’.
La ciudad por aquel entonces no era la gran urbe que hoy conocemos, llena de centros comerciales y lugares de entretenimiento por doquier. Muchas de las actividades para hacer se concentraban en este punto, por lo tanto ‘jironear’ era toda una experiencia. Allí podías encontrar tiendas, cafés, restaurantes y hasta el teatro.
Cabe mencionar que al caminar por Jirón de la Unión se podía llegar al Palacio de Gobierno. La calle tiene once cuadras y antiguamente llevaba particulares nombres que fueron luego modificados durante el plan para la Nueva Nomenclatura Urbana, liderado por el concejal Mariano Bolognesi. Así, las calles adquirieron nombres de las regiones del Perú, y se llama Unión porque une cada una de ellas.
Hoy en día, ir a ‘jironear’ ya no es sinónimo de elegancia o refinamiento, mucho menos una actividad única ya que la ciudad ha crecido y el Jirón de la Unión es transitado por miles de personas diariamente. Todavía cuenta con locales como tiendas, restaurantes de comida rápida o tradicional, grandes galerías, cines, espacios de juegos, entre otros, pero la esencia de ‘jironear’ sigue desapareciendo con el tiempo.
¿Qué otras actividades hacían los limeños antiguamente?
Aunque el Jirón de la Unión, emblemático lugar, era un buen punto de encuentro para pasar un momento ameno, muchos limeños antiguamente buscaban salir del Centro de Lima, espacio donde se concentraban la mayoría de viviendas ya que la expansión urbana llegaría con más fuerza unos años después.
Así, solían pasar los domingos, que eran días de descanso obligatorios, en lugares como el hipódromo de San Felipe, donde también se concentraban principalmente personas de alto poder adquisitivo. No obstante se podía optar por ir a las corridas de toros, muy populares por aquellos días.
Los espectáculos deportivos eran muy solicitados también, cada domingo había un partido diferente para los amantes del deporte rey, quienes asistían al estadio con mucha algarabía.
Si era verano, siempre se podía elegir enrumbar hacia la Costa Verde y pasar una tarde soleada en Agua Dulce, muy concurrida por los veraneantes. Pero si buscabas algo un poco más refinado, también podías visitar La Herradura, que antiguamente vivía un apogeo y miles de ciudadanos llenaban sus orillas, particularmente aquellos que no sufrían carencias económicas.
Esta hermosa playa en Lima antigua era muy diferente al balneario olvidado que conocemos hoy en día y que con el paso del tiempo perdió su esplendor. Cabe destacar que Chosica, donde el sol sale todo el año, también era un espacio elegido por la ciudadanía para un momento de relajo, y se podía llegar en carro y en tren.