El pasado 7 de diciembre del 2022, el entonces presidente Pedro Castillo sorprendió a la población con un golpe de Estado, al mismo estilo de Alberto Fujimori. A través de un mensaje a la Nación, intentó cerrar el Congreso, intervenir el Poder Judicial, la Junta Nacional de Justicia (JNJ), el Ministerio Público y el Tribunal Constitucional, para gobernar por decreto, evidenciando —una vez más— su criminal y antidemocrático accionar. Por sucesión constitucional, lo reemplazó Dina Boluarte, quien cumple este jueves un año en el cargo, pero, ¿qué ha cambiado desde entonces?
En diálogo con Infobae Perú, Raúl Castro, decano de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Científica del Sur (UCSUR), y Leonor Suárez Ognio, docente de las Maestrías de Gerencia Pública y Derecho Administrativo Económico de EPG Universidad Continental, ofrecieron un balance de sus 12 meses de gestión al frente del país.
Para la abogada, el gobierno de Dina Boluarte se asemeja con el antecesor en el hecho de que se ha realizado “entre trivialidades en la agenda política y pequeñez en las propuestas. Con la economía estancada, no hemos escuchado ninguna proposición inteligente para promover la inversión en infraestructura para el desarrollo económico; más bien la fracasada lucha contra la corrupción sigue manteniendo una sobrerregulación que paraliza la gestión pública, ante las carcajadas de los delincuentes de saco y corbata que siguen expoliando al Estado”.
Recordó que, en ambas gestiones se han reportado allegados improvisados en puestos claves, lo que pone al país al borde de la ineptitud institucionalizada.
“Parece que la elección de funcionarios en el Poder Ejecutivo no ha tenido la oportunidad de llegar a convocar profesionales experimentados y competentes que el país necesita y que ciertamente existen. La fotografía de la actualidad retrata la hipocresía de los contratos por órdenes de servicio, la negativa a la implementación de una carrera pública meritocrática y la resistencia a comprometerse con el mediano o largo plazo”, agregó.
La docente sostuvo que, si bien la historia peruana recoge momentos claves de inseguridad, “nunca se ha vivido una sensación de temor a la muerte violenta tan profunda y extendida” como la actual.
“La gente no siente seguridad, ni en las calles ni en las decisiones del Estado. [...] El primer año de Boluarte será recordado, si lo es, por ser un año de reducción de la actividad económica y por la perlesía de nuestro Leviatán. Doce meses que pudieron albergar mejores y mayores esfuerzos, si la presidente hubiera optado por mejores y mayores socios. 365 días para dejar atrás y empezar de nuevo, ojalá con inteligencia y decisión”, sentenció.
Si bien el comunicador Raúl Castro coincide en que las características del gobierno de Dina Boluarte son la incertidumbre económica e inseguridad ciudadana, agrega la desconexión con la realidad y falta de transparencia, la cuales considera como sus principales debilidades.
“A la luz de las evidencias, está claro que el mayor activo afectado es la confianza y la gran amenaza aquí es que la ausencia de gobernabilidad va de la mano con la desconexión de las realidades locales”, declaró.
No obstante, pese al elevado nivel de desaprobación y que su gestión inicia y termina el año con protestas, el experto considera que el país no volverá a ser protagonista del nivel de violencia desatado durante las movilizaciones pasadas.
“No es que no haya una indignación generalizada, pero creo que estamos en una situación de mucha afectación por el orden de intereses subalternos dominando la escena política. Lo que los ciudadanos estamos percibiendo, es que, quien sea que asuma el gobierno en este momento, va a tener, como se dice popularmente, un rabo de paja. Y, ese descrédito generalizado no propicia una movilización más contundente”, señaló.
Para Castro, se espera un incremento en la desaprobación si Dina Boluarte no realiza cambios en el gabinete ministerial, empezando por Alberto Otárola, quien “tiene como praxis la falta de mea culpa” y vivir en una especie de burbuja, sin responder por los cuestionamientos de la prensa y, por ende, la población.
“Entonces, lo que le corresponde al próximo gabinete es tratar de, o más bien, trabajar fuertemente en la comunicación de la confianza. En hacer transparente la gestión, de tal modo que en alguna medida la confianza se restituya para que se regrese la creencia en el sistema, ya que lo que está desacreditada es la democracia”, mencionó.
“La oportunidad que tiene la presidenta Boluarte es cambiar de interlocutores y activar redes locales de participación y consulta. Al mismo tiempo, activar un centro de inteligencia nacional de combate al crimen organizado. Eso es fundamental. No se trata de desplegar estados de emergencia, sino de implementar grupos de élite de combate a la delincuencia, lo que en algún momento nos permitió vencer al terrorismo”, agregó.
El experto enfatizó en que en anteriores gobiernos si bien se presenciaba un quiebre en la política, este no afectaba el sector económico. Sin embargo, con el actual, la crisis se ha reportado en ambos.