El ambientalista y profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria de La Molina, Marc Dourojeanni, tiene muchos recuerdos de una Amazonía que ya no existe, pero que han quedado en su memoria como un banco de imágenes imborrables en las que, incluso, se ve él mismo caminando sobre aquellas raíces, que abarcan más del 60% del territorio nacional.
La región amazónica peruana alberga un potencial significativo en su sector forestal. Esta riqueza se basa en su diversidad de recursos maderables y no maderables, así como en su variada fauna y flora silvestre.
Pero, si bien los ecosistemas ofrecen una gama de servicios ambientales que, bajo un manejo apropiado, pueden constituir una fuente de crecimiento legal, sostenible y competitivo, lo cierto es que la deforestación y el avance de los delitos ambientales en el Perú, como la minería ilegal, siguen impidiendo cambios significativos para alcanzar dicho objetivo.
Esta realidad se traduce todos los días en los riesgos que enfrenta la naturaleza y, especialmente, los pueblos indígenas en defensa de sus bosques y territorios ancestrales, que se ven amenazados por los intereses económicos de parte de diversos sectores, tanto en el ámbito legal como ilegal.
La masiva, pero silenciosa, destrucción de bosques
En 2013, en un artículo publicado por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Dourojeanni explicó que el país, a diferencia de Brasil, no tenía una definición clara de lo que era su porción amazónica. Esto impedía medir de manera correcta el problema de la deforestación.
Sin embargo, eso no era lo que más le causaba preocupación y extrañeza a Marc, sino más bien la falta de transparencia del Gobierno para develar sus informaciones estadísticas sobre la destrucción de los bosques y, a su vez, la falta de interés por parte de la ciudadanía en saber la verdad acerca de este tema, que, hasta ahora, continúa siendo incierto e impreciso.
Pues, el especialista en temas ambientales enfatiza que si bien existe aún una cantidad importante de bosques en el país, esto no significa que sean equivalentes a bosques primarios, es decir, aquellos que han sido poco —o nada—perturbados por las actividades humanas o causas naturales.
“Cuando comencé a ir a la Amazonía, en los años 50, de ese momento a ahora por lo menos se han destruido alrededor de 14 millones de hectáreas de bosques en el Perú. La destrucción ha sido masiva”, recuerda Marc mientras brinda esta entrevista.
“Como los científicos ya han explicado, especialmente [el científico y meteorólogo brasileño] Carlos Nobre, si la deforestación en la Amazonía de Brasil excede el 20% no se va a poder recuperar por más esfuerzos que se haga en restaurar, y no estamos lejos”, agrega.
Lo que menciona el ambientalista está relacionado al punto de no retorno también denominado “punto de inflexión”, bajo el cual se sostiene que si la deforestación en la Amazonía alcanza ese porcentaje podría desencadenarse una muerte regresiva de la vegetación y la estabilidad climática. Marc detalla un poco más.
“El proceso de aridización, que es cuando el suelo fértil y productivo pierde total o parcialmente su potencial de producción, se va a convertir en irreversible. Y, de hecho, no hay ninguna viabilidad, ninguna prueba de que llegando al 20% de deforestación nos detengamos, todo indica que vamos a continuar [deforestando], entonces, el pronóstico es terrible”, afirma Dourojeanni.
En ese sentido, los daños pueden llegar a ser muy diversos. En este caso, el profesor la Universidad Agraria nos habla de uno muy puntual relacionado al desabastecimiento de agua en Argentina y Brasil.
“Buena parte de la humedad que riega las muy fértiles pampas argentinas viene de la Amazonía, entonces, si la Amazonía no genera nubes que chocan contra los Andes y después bajan al sur, tanto la fértil Argentina, como las partes más fértiles de Brasil, van a tener problemas de agua”.
Destrucción de bosques ilegal
El 2020 fue un año devastador para la Amazonía peruana. En aquel periodo se registró una deforestación récord de 203 mil 272 hectáreas. Un incremento alarmante en comparación con el año previo (2019) y la cifra más alta en las últimas dos décadas, con especial afectación en las regiones de Ucayali, Loreto y Madre de Dios.
Dicha información fue revelada a través de la vigilancia por satélite del Ministerio del Ambiente (Minam), específicamente por su Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático, en un reportaje publicado por Mongabay Latam.
En ese marco aparecen las economías ilegales, entre otras actividades extractivas, que resultan peligrosas para la conservación del bosque, algunas más que otras, según Dourojeanni.
“El hecho de que haya economías ilegales no significa necesariamente que afecta a la biodiversidad, depende mucho del tipo de ilegalidad. Pero, en Madre de Dios, por ejemplo, todas las economías ilegales atentan directamente contra la biodiversidad biológica”.
Dentro de ese conjunto de actos delictivos predominan la tala y minería ilegal en dicha región. Esta última economía ilegal está estrechamente ligada al delito de trata de personas, trabajo infantil, entre otros.
Congreso representa obstáculo para frenar deforestación
Además de las economías ilegales y delitos ambientales, también existen factores legales que permiten la deforestación de la Amazonía peruana, como la promoción de iniciativas legislativas desde el Congreso a través de sus parlamentarios.
Ese es el caso del congresista por Madre de Dios Eduardo Salhuana, quien busca declarar de interés nacional la construcción de tres obras viales, entre ellas la ejecución de una carretera, en el departamento, con el proyecto de ley 6259/2023/CR, el cual ya fue aprobado mediante dictamen por la Comisión de Transportes y Comunicaciones del Congreso.
Sobre ello, abogados de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) sostienen que el PL podría causar graves impactos en áreas naturales protegidas en Madre de Dios, así como en territorios donde viven y se desplazan los Pueblos Indígenas en Situación de Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI).
Asimismo, con su establecimiento podrían generarse condiciones idóneas para el crecimiento de las actividades ilícitas como la minería ilegal, caza furtiva, tala ilegal y la producción ilícita de drogas, lo que significa el aumento de los niveles de criminalidad, degradación ambiental, contaminación y deforestación.
Sobre ello, Dourojeanni comenta: “No hay las condiciones políticas y sociales para frenar la deforestación en el país. No hay con quien juntarse para preparar una política, cómo preparar un plan que permita usar bien la Amazonía, porque, como vemos, sí o sí va a pisar los intereses de algunos, como quienes quieren hacer obras y carreteras”.
La Amazonía que ya no existe
Durante la realización de esta entrevista, Marc Dourojeanni también habló acerca de su último libro, titulado Crónicas amazónicas: La selva de nunca más.
Un proyecto literario de 40 crónicas con el que se ha propuesto aproximar, de manera sencilla y cercana, las experiencias que vivió en aquella selva que hoy es solo un recuerdo. Pero, que invita al lector a pensar por un momento en las razones por las cuales es importante ver, escuchar y hablar de lo que pasa fuera de la ciudad, en concreto, en el bosque.
“Este libro, a diferencia de todos los que he escrito, no es un libro ni técnico, ni político. Es más bien una serie de experiencias y anécdotas de lo que viví en una Amazonía que ya no existe más. Cualquier persona que haya andado por la Amazonía 60 años atrás ha vivido cosas parecidas a las que yo viví. El libro, como todo lo que escribo, tiene un mensaje claro: preservar la Amazonía, eso está en el trasfondo”, concluyó.