Lima experimentó un cambio trascendental en su paisaje urbano desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX. Nuestra capital, inicialmente, contaba con construcciones modestas de dos pisos, influenciadas por la recomendación del arquitecto francés Gaudin tras el terremoto de 1746. Para comienzos de la década de 1940, se reformó la arquitectura, representada por edificaciones de mayor altura. Este proceso culminó con la aparición de construcciones de al menos seis pisos en avenidas importantes, dando paso a la Lima vertical de hoy.
La evolución arquitectónica de Lima se presentó a partir de una decisión del gobierno municipal de Guillermo Billinghurst en 1909. Esta dictaba que las fachadas en las avenidas principales debían tener una altura mínima de 12 metros, equivalente a tres pisos. El crecimiento vertical se afianzó y, en consecuencia, ciertos sectores como las avenidas Wilson (hoy Garcilaso de la Vega) y Tacna, se transformaron en zonas de edificaciones altas, consideradas más seguras y resistentes en caso de terremotos, según las regulaciones municipales históricas de Lima.
El cambio, además de física, implicó una renovación conceptual de la ciudad. Con el ‘Plan Piloto de Lima de 1949′, se promovió la construcción de nuevos edificios en el Centro Histórico de Lima. Se buscaba diferenciar lo moderno de lo antiguo y valorar la arquitectura como un reflejo cultural de cada época.
Dentro del centro de Lima, todavía se pueden apreciar vestigios del pasado que resisten al olvido. Lugares emblemáticos como el hotel Savoy, punto de referencia y competencia del famoso hotel Crillón durante los años 50, 60 y 70, cuentan la historia de una época de transición. Este gran lugar de hospedaje, propiedad de los hermanos Varón, destaca no solo por su historia competitiva, sino también por su legado arquitectónico.
El antiguo hotel Savoy
En Centro Histórico de Lima, entre las calles Cailloma y Callao, se alza el hotel Savoy, un ícono de la arquitectura moderna construido entre 1954 y 1957. Concebido por la visión de los hermanos Isaac y José Varón, este majestuoso complejo consta de dos torres de ocho pisos cada una, construida sobre una estructura inicial de dos plantas que se adaptaba a las normativas del Plan Regulador de los años 40, respetando la altura de las edificaciones circundantes.
El diseño vanguardista se distingue por líneas rectas, una fachada ajedrezada en una de las torres y un retiro desde la fachada en la otra, que se origina desde una cochera en el segundo nivel de la construcción base. Inicialmente, albergaba locales comerciales y el acceso al hotel, siendo un punto neurálgico en su época de esplendor.
El proyecto liderado por el arquitecto Mario Bianco y la Constructora Rafael S.A. se materializó en tres años, con un costo de 16 millones 672 mil 700 soles de la época. Durante sus años dorados, este lugar de descanso se distinguió como el refugio predilecto de toreros destacados durante la fiesta de octubre en la Plaza de Acho, así como para delegaciones deportivas. Fue una representación de elegancia, contando incluso con una galería de arte y un restaurante lujoso en su terraza, como indica el libro de Martin Fabbri y Octavio Montestruque: “Mario Bianco: el espacio moderno en el Perú”.
No obstante, el panorama actual del lugar refleja un cambio drástico. A medida que los hoteles imponentes se terminaban de construir en distritos más prósperos de la capital, el hotel Savoy no experimentaba ningún cambio en su diseño arquitectónico. El estacionamiento se mantiene en uso, mientras que la torre de habitaciones yacen abandonadas.
Durante su auge, este edificio se destacó por su modernidad, siendo uno de los pocos que contaba con una innovadora terraza de estacionamiento en el segundo piso. Además, en su nivel superior, albergaba un exclusivo restaurante, agregando un toque de lujo a su estructura.
La decadencia borró los refinados acabados que adornaban su construcción original, y las modificaciones transformó por completo los niveles inferiores. Lo que alguna vez fue uno de los principales hoteles de la ciudad, ahora es solo un testigo silencioso de tiempos pasados, una sombra de su glorioso pasado.
¿Cuál fue el declive de este lujoso hotel?
Durante sus primeros años, el gran hotel disfrutó de un éxito notable. Sin embargo, el panorama cambió drásticamente en 1980. La inseguridad derivada del terrorismo y los toques de queda impactaron el flujo turístico hacia el hotel, generando deudas crecientes, especialmente en el pago de salarios a sus empleados. Esta situación condujo a la bancarrota del hotel en ese año, y fueron los propios trabajadores quienes asumieron la gestión del lugar hasta su cierre en 1992.
La mala administración exacerbó la decadencia, llegando al extremo de que algunos empleados, buscando recuperar lo adeudado, retiraron el mobiliario esencial como lavadoras, alfombras, puertas, lámparas y camas.
Posteriormente, una junta liquidadora supervisada por Ordem S.A. se hizo cargo del hotel y sus terrenos. En el año 2007, un inversor privado adquirió la propiedad por un total de 505 mil dólares. Durante un tiempo, se alquilaron espacios comerciales en los niveles inferiores, principalmente a imprentas. Sin embargo, el 25 de diciembre de 2015, mientras el Perú celebraba la Navidad, se cerraron estas imprentas con muros de cemento y soldaduras en las puertas, dejando únicamente operativa la cochera.
David Pino, director de Lima La única, afirma que este edificio experimentó una nueva recuperación. Parece que hay planes prometedores para la historia del antiguo edificio, ícono de la arquitectura moderna en Lima. “Los nuevos propietarios tienen en mente renovar las dos torres. Una de ellas podría destinarse para ser arrendada a alguna institución pública o financiera, mientras que la otra torre se proyecta para ser utilizada como viviendas residenciales”, escribió en el portal Medium.
¿Quién diseño el hotel Savoy?
El hotel Savoy, concebido por el arquitecto Mario Bianco, fue diseñado con una visión moderna, en armonía con su entorno urbano, evitando confrontaciones con el perfil de la ciudad.
La propuesta arquitectónica presenta un edificio de diez pisos que se integra al contexto circundante. La estructura inicial consiste en un bloque de dos niveles, formando parte de la manzana, sobre la cual se eleva un edificio en forma de “T”, con su lado más extenso hacia la calle Cailloma. Entre esta sección del edificio y el basamento se dispone un área de estacionamiento de planta libre. Los dos primeros niveles se destinan principalmente a uso comercial y se diferencian claramente de las plantas reservadas para las habitaciones del hotel.
La fachada del hotel está configurada por el arquitecto Bianco, con una combinación de espacios llenos y vacíos que crean una apariencia similar a un tablero de ajedrez. Esta propuesta innovadora contribuyó a convertir al lugar en un ícono de la arquitectura. En las fachadas interiores, se instalaron parapetos que acompañan los pasillos, realzados por la inclusión de maceteros. El remate final del edificio se presenta en un último nivel con una “terraza jardín”, parcialmente cubierta por estructuras tensadas.