Durante distintos momentos de la historia del Perú, la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) ha sido testigo de diversos hechos que calaron en la conciencia de los peruanos. Uno de los episodios más trágicos se remonta a la Guerra del Pacífico, en febrero de 1881, cuando las garras del Ejército chileno se posaron sobre esta institución, saqueando sus archivos y riquezas bibliográficas.
No obstante, la historia de la BNP está manchada por más de un ultraje. Durante el centenario del Perú, bajo la presidencia de Augusto B. Leguía, un oscuro capítulo se registró en nuestra historia. A pesar de sus esfuerzos por impulsar el progreso nacional, Leguía desconocía que dos de sus más altos funcionarios eran depredadores voraces del invaluable Patrimonio Documental Nacional.
La Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional fueron presa de estos individuos, quienes se dedicaron a usurpar los tesoros más antiguos y raros, algunos databan desde la época colonial, con el único propósito de lucrarse vendiéndolos en el extranjero.
El periodista David Hidalgo en su libro “La biblioteca fantasma”, habló sobre un panorama desconocido del tráfico ilegal de libros antiguos desde la mismísima Biblioteca Nacional del Perú. Este texto desentraña los mecanismos de impunidad que, durante años, han permitido la desaparición de auténticos tesoros al interior de la institución cultural más ancestral de la República.
Hidalgo, a través de una reconstrucción, reveló la escalofriante realidad que abarca desde el presunto intento de robo de un archivo presidencial hasta la sustracción de reliquias bibliográficas. También presentó datos sobre la mutilación de las bitácoras de marinos del siglo XVIII, e incluso informó sobre la venta clandestina de tratados de metalurgia sobre el Perú y catecismos en quechua escritos hace más de tres siglos por evangelizadores. Todo este saqueo ocurrió en un lapso de 20 años.
Caso de los documentos perdidos
Lamentablemente, la BNP fue el escenario de uno de los mayores escándalos de robos de patrimonio bibliográfico en lo que llevamos del siglo XXI. A pesar de las medidas de seguridad y la implementación de tecnologías modernas en la nueva sede de San Borja.
La construcción del moderno edificio comenzó en 1992 y se inauguró en el distrito de San Borja en 2006. Este nuevo espacio fue especialmente diseñado para albergar y proteger los valiosos fondos bibliográficos y documentales del país, equipándolo con sensores, cámaras de vigilancia, bóvedas y puertas de seguridad, además de condiciones de atmósfera controlada para preservar adecuadamente los libros incunables y manuscritos coloniales y republicanos desde el Siglo XVI.
Sin embargo, durante el traslado de la antigua Biblioteca Nacional a su nueva ubicación, el antropólogo y exdirector Ramón Mujica Pinilla destapó la “caja de Pandora”. Pues descubrió ciertas irregularidades y la desaparición de documentos de enorme relevancia, los cuales fueron trasladados de forma clandestina sin su conocimiento.
Según Mujica, cientos de manuscritos y libros de un valor excepcional fueron sustraídos, y se presume que muchos de estos ejemplares se encuentran ocultos tanto en el país como en el extranjero, en un mercado ilegal de antigüedades. Lo más inquietante es que, a pesar de las denuncias presentadas por el exdirector de la Biblioteca Nacional, respaldadas por videos y pruebas contundentes, los responsables de estas sustracciones no fueron despedidos.
El periodista Hidalgo revela que el caso tiene sus raíces en septiembre de 2010, cuando personal de mantenimiento halló un paquete de documentos antiguos en la azotea de la Gran Biblioteca Pública de Lima. Estos documentos estaban escondidos en un mueble en mal estado destinado a ser descartado.
El descubrimiento alertó a los técnicos del Archivo Central de la BNP, quienes confirmaron que se trataba de valiosos manuscritos pertenecientes al archivo del Mariscal Andrés Avelino Cáceres, una figura clave en la historia peruana, reconocido por su papel en la Guerra del Pacífico y por haber sido presidente del país en dos ocasiones. Estas cartas, recibidas por el ‘Brujo de los Andes’ entre 1893 y 1921, provenían de diversas localidades peruanas y contenían información vital proveniente de correligionarios y representantes políticos de diferentes departamentos.
¿Cuál fue el material extraído?
En el año 2011, se llevó a cabo un exhaustivo inventario que tomó más de cinco meses para determinar la lamentable pérdida de 932 libros antiguos de la Biblioteca Nacional. Este conjunto incluye 32 ejemplares valiosos, considerados verdaderas joyas bibliográficas, que fueron sustraídos de manera irregular, y se consideran irrecuperables.
Dentro de este material extraviado se encuentran tres libros del conjunto que fue devuelto por el gobierno de Chile, junto con 32 piezas bibliográficas únicas, 181 títulos del fondo antiguo y de colecciones particulares, 414 manuscritos de la colección Porras, así como 125 de la colección general y textos que datan del siglo XVI.
Entre las bibliográficas desaparecidas, resalta la obra “Collectanea adeagiorvm veterum” de Erasmo de Rotterdam, publicada en París en 1524, siendo uno de los tres ejemplares existentes en el mundo. También se perdió un ejemplar del “Vocabulario y lengua general del Perú llamada quichua”, de Diego Gonzáles Holguín, impreso en 1608. El director de la Biblioteca Nacional, en ese momento, consternado, mencionó la dolorosa ausencia de “Rosa limensis, sev symbola, qvibvs virtvtes, gesta, et miracvla Rosae de Sta. Maria”, de Dominicio Raccamadoni, edición francesa de 1711, libro que había consultado en numerosas ocasiones como investigador.
En la primera fase del inventario, se logró catalogar 150 mil 895 títulos de libros que albergan alrededor de 320 mil documentos, incluyendo folletos y manuscritos que datan desde el siglo XV hasta el XIX. Además, se identificaron diversas colecciones y archivos históricos.
¿Cuáles fueron recuperados?
Durante aquel tiempo, se llevó a cabo la campaña “Se buscan libros perdidos de la Biblioteca Nacional”, donde el cardenal Juan Luis Cipriani entregó públicamente 11 libros, devueltos de forma anónima. Esta recuperación se vio reforzada con la contribución del investigador de la Universidad de Austin, David Block, quien aportó 15 ejemplares de gran valor.
Uno de los libros sustraídos que marcó esta campaña fue el “Breve compendio de la Vita del B. Toribio Alfonso Mogrobesio”, de 1679, robado por un vigilante en 2011.
El exdirector de la BNP expresó que las devoluciones de libros sustraídos representaban “un rechazo a la corrupción y evidenciaban que los peruanos de buena fe deseaban que la biblioteca recuperara su antiguo esplendor y prestigio”.
Para facilitar el retorno de libros desaparecidos, se habilitó la posibilidad de entregarlos de forma anónima en la parroquia El Sagrario, junto a la Catedral, gracias a un acuerdo entre la biblioteca y el Arzobispado de Lima. El horario de atención era de lunes a viernes de 15:00 a 19:00 y los sábados de 10:00 a 13:00.
La denuncia que nunca procedió
Según el periodista David Hidalgo, la Primera Fiscalía de Corrupción de Funcionarios ordenó el cierre de la investigación preliminar por peculado que involucraba a un grupo de empleados de la Biblioteca Nacional del Perú. Estos trabajadores estaban supuestamente relacionados con un intento de robo de más de 4 mil documentos del Archivo Presidencial Cáceres. Este caso fue emblemático en la campaña de la BNP para detener el tráfico ilegal de sus fondos históricos y proporcionó información crucial sobre el circuito de robo dentro de la institución.
La denuncia, presentada por Ramón Mujica Pinilla, señala a ocho funcionarios de diversas áreas responsables de la custodia de valiosos fondos bibliográficos, almacenados en la bóveda o zonas de acceso restringido. La Biblioteca acusa a estos empleados de permitir la salida irregular de documentos de su lugar de resguardo, lo que constituye un presunto delito de peculado; es decir, la apropiación indebida de recursos o bienes públicos confiados a un funcionario por la naturaleza de su cargo.
A pesar de que aún no se conoce la identidad de los responsables del robo bibliográfico, cámaras ocultas en el área de inventario captaron a un vigilante de la bóveda sustrayendo uno de los libros antiguos, según se evidenció en un video.
La agencia Andina informa que el individuo registrado en la grabación fue identificado como Fernando Valencia Manrique y fue denunciado ante la 16° Fiscalía Provincial Penal de Lima. El libro sustraído, titulado “Una vida de Santo Toribio de Mogrovejo”, data de 1679.
Este hallazgo desencadenó seis años de procesos administrativos y denuncias penales por hurto agravado. Sin embargo, estos esfuerzos no dieron resultados fructíferos, ya que se enfocaron en encontrar al individuo no identificado que extrajo físicamente los documentos, eludiendo la responsabilidad funcional de los trabajadores encargados de su seguridad. Estos empleados se desempeñaban en un área de acceso tan restringido como la bóveda de un banco.
Entre los acusados se encuentran varios miembros del Sindicato de Trabajadores de la Biblioteca Nacional (Sitbin), quienes han negado el robo, argumentando que la documentación no salió del local de Abancay. Nelly Bobbio, Secretaria General del Sitbin y una de las mencionadas en la denuncia, declaró a RPP que “esos manuscritos no fueron robados, fueron encontrados en la azotea por el carpintero cuando estaba haciendo unos arreglos”.
En el momento del hallazgo, Bobbio trabajaba en la Dirección Ejecutiva de Patrimonio Documental Bibliográfico y fue la especialista encargada de revisar y contar los documentos hallados fuera del área de seguridad. El fiscal del caso se pronunció por el cierre definitivo del caso por este delito y se declaró no competente para continuar la investigación por delitos contra los bienes culturales y omisión de actos funcionales, aspectos incluidos en la denuncia de la Biblioteca Nacional.
Nuevo robo en el 2018
El 29 de noviembre de 2018, CNN en Español dio a conocer una noticia que conmocionó nuevamente al Perú: un manuscrito histórico perteneciente a José de San Martín, el libertador del país, desapareció. Este documento, que databa de 1821, se hallaba en el Archivo General de la Nación y estaba resguardado en un repositorio con control biométrico, siendo accesible únicamente para dos personas, según informó la directora de la entidad, Luisa Vetter, durante una conferencia de prensa.
Vetter declaró a la agencia Andina: “Actuamos de inmediato. Desde que asumí en julio de 2017, no hemos tenido pérdidas. El repositorio donde desapareció el documento cuenta con un control biométrico que solo utilizan dos personas para acceder a él. Esta pérdida es incalculable”.
El manuscrito posee un escudo oficial con el lema “Renació el Sol del Perú” y lleva por título “El Protector de la Libertad de Perú”. Según Luisa María Vetter, la última vez que se avistó el documento fue el 14 de septiembre durante una visita guiada a estudiantes de un colegio en Lima.
Dos meses después, el 14 de noviembre, mientras se grababa un programa llamado ‘Sucedió en el Perú’, el equipo de la institución notó su ausencia. Durante la grabación, se iba a exhibir la resolución de José de San Martín, parte del Protocolo N° 671 del escribano Gáspar Salas, con el número de folio N° 556. Sin embargo, según la jefa del archivo, Luisa María Vetter, al abrirlo para mostrarlo, “ya no estaba; se notaba que había sido arrancado”.
Dos días después, se realizó la denuncia ante la División de Robos de la Policía Nacional, la cual efectuó el respectivo peritaje en el lugar y revisó las cámaras de seguridad. Se alertó a las instituciones pertinentes, como el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Fiscalía, con el fin de garantizar acciones legales. Para establecer las medidas de investigación, se convocó a una conferencia de prensa, donde la jefa institucional aseguró que “tomamos muy en serio la seguridad para preservar nuestra memoria, que es de todos los peruanos”. Asimismo, se comprometió a tomar todas las medidas necesarias para esclarecer el incidente.
El lugar donde se encontraba el manuscrito cuenta con una seguridad estricta. El acceso al repositorio solo se logra mediante control biométrico y cada estante cuenta con cámaras de seguridad, sumando un total de 32. Solo personal autorizado, como el director del archivo histórico, puede ingresar.
El procurador del Ministerio de Cultura, Henmer Alva, presente en la conferencia, mencionó que “la persona que daña el patrimonio puede enfrentar una pena de entre 4 y 8 años privado de libertad”. No obstante, si la responsabilidad recae en un miembro, se consideraría una “figura agravada”.
¿Cómo puedes identificar que un libro le pertenece a la Biblioteca Nacional?
Desde su fundación en 1824 por don José de San Martín, la Biblioteca Nacional del Perú ha empleado una variedad de sellos como distintivos de propiedad en sus libros y documentos. Estos sellos pueden tener formas diversas: redondos, cuadrados, ovalados, y suelen contener el escudo nacional del Perú junto con el nombre de la Biblioteca Nacional.
Se ubican típicamente en la portada y la página final de los ejemplares, pero también se estableció la costumbre de colocarlos en la página 43 como una referencia al devastador incendio que arrasó con el antiguo edificio de la BNP en el año 1943.