La década de los 90 sigue trayendo gran nostalgia debido a la cantidad de hechos memorables y personajes que se han quedado en el recuerdo de miles de peruanos. Un claro ejemplo de esto es el famoso Margarito, quien fuera conocido en su momento como el hombre más alto del Perú.
Su nombre ha sido asociado a frases como ‘gente alta’ o ‘cosas grandes’, como el corazón del apodado ‘Gigante de Bagua’, que supo ganarse al público debido a su particular carisma, carácter apacible y esa sonrisa tímida que esbozaba en cada aparición, así como la historia de amor que contó en televisión nacional cuando se presentó en el programa “Trampolín a la fama” de Augusto Ferrando.
¿Quién fue Margarito?
Margarito Machacuay Valera, natural de Bagua Grande, en Amazonas, nació un 27 de octubre de 1963 pesando unos impresionantes 6 kilogramos, que ya daban señales de que sería sin duda un ‘gran hombre’. Su gran altura la habría heredado de su abuelo, según contó en televisión.
A los 7 años ya medía 1.60 metros y resaltaba en el salón de clases. No paraba de crecer, tal es así que con 18 años alcanzó la estatura de 2.5 metros y empezó a tener problemas para entrar en la ropa común y corriente. Así, el buen Margarito aprendió a coser desde muy joven para superar este inconveniente.
Cuando finalmente paró de crecer ya había alcanzando los 2.26 metros de alto. La condición que tenía se conoce como gigantismo, y se produce por una segregación excesiva de la hormona del crecimiento durante la niñez.
Su altura llamó la atención a más de uno, tanto así que se le llegó a conocer como el “Gigante de Bagua”.
Su paso por “Trampolín a la fama”
Con 28 años, Margarito llegó a Lima acompañado de su esposa, Olga Ramos. Aquí se le presentó la oportunidad de darse a conocer al público a través de las cámaras de “Trampolín a la fama”. Su ingreso al set de televisión impresionó a los asistentes, quienes miraban asombrados al hombre más alto del Perú.
Fue más grata la sorpresa cuando este contó su historia de amor al lado de su esposa, a quien conoció en su natal Bagua Grande. Fue amor a primera vista, según narraron.
Ambos demostraron una complicidad que enterneció a más de uno y respondieron a las bromas sobre la diferencia de estatura que hacía Ferrando con bastante carisma. “Cuando hay amor no hay imposibles”, aseguraba Margarito por aquel entonces. En esa oportunidad, él entonó una canción del gran Leo Dan; momentos después se fue a casa con 250 dólares en el bolsillo, pero, sobre todo, con el gran cariño del público que a partir de ese momento lo recordaría para siempre.
El éxito
Su participación en el programa “Trampolín a la fama” había dado resultados. Margarito había ‘saltado’ a la fama y pronto su rostro estaba en diferentes periódicos de la época, revistas, y canales de televisión que buscaban entrevistarlo, siempre acompañado de su amada y también carismática Olga.
Era una figura reconocible que llegó incluso al set de televisión del conocido Don Francisco. También pasó muchos años trabajando en el circo y gracias a ello se fue de gira por todo el Perú, pero también por países hermanos como Bolivia o Ecuador.
Su paso por programas de comedia lo hizo al lado de reconocidos artistas como Jorge Benavides, Carlos Vilchez y Tulio Loza. Sin embargo, tras varios años de saborear el éxito, el ‘Gigante de Bagua’ se alejó de las pantallas.
El reconocimiento de Margarito traspasó la televisión, ya que hoy su nombre se usa incluso para identificar a la botella de cerveza más grande que se ofrece en el mercado. Por ello, todavía es común escuchar a las personas pedir una “Margarito” en las bodegas.
Su vida cotidiana
Lejos de la fama y las cámaras de televisión, Margarito procuraba llevar una vida normal al lado de su familia, conformada por la carismática Olga y su pequeño Margarito Segundo, quien nació en 2007 luego de varios embarazos fallidos.
Realizó labores como asistente de la Oficina Municipal de Personas con Discapacidad (Omaped) de la Municipalidad Provincial de Utcubamba. Pasaba sus días como trabajador, padre y esposo en su vivienda que estaba adaptada para sus necesidades. Así, el techo tenía una altura de 3.20 metros e incluso el plato donde comía era mucho más grande que uno promedio. Esto se conoció a través de un reportaje de Al sexto día.
Por otro lado, para Margarito ya era común subirse a las mototaxis, principal medio de transporte en la selva peruana, donde solía ubicarse en el centro para equilibrar el peso y poder trasladarse sin problemas.
Hasta siempre, Margarito
En 2018, el ‘Gigante de Bagua’ fue diagnosticado con artrosis, enfermedad que empezó a mermar su salud y le impedía desplazarse con normalidad debido a la degeneración de cartílagos y articulaciones. Durante ese año recibió una silla de ruedas eléctrica que le fue donada por la ONG Canadá Planet Global.
Para el año 2019, Margarito sufrió un desvanecimiento mientras se encontraba en su centro de trabajo. Esto le valió una fractura en el fémur, lo que ocasionó su traslado hasta el hospital Almenara, en Lima. Allí permaneció con una salud resquebrajada, pasando en más de una oportunidad por las áreas de cuidados intensivos y llegando, incluso, a recibir respiración mecánica.
Desafortunadamente, la vida de Margarito se apagó con tan solo 56 años un 21 de abril de 2020, tras resistir durante casi seis meses de internamiento. El motivo fue una trombosis pulmonar. Debido a la emergencia sanitaria muchos pensaron que el COVID-19 había hecho estragos en su salud; sin embargo, las autoridades informaron que el deceso no estaba relacionado a dicha enfermedad.
Aunque el deseo de su esposa, el amor de toda su vida, fue llevarlo a Bagua Grande para darle cristiana sepultura, la emergencia y cuarentena hicieron imposible la gestión. Así, Margarito fue cremado en Lima y sus cenizas llevadas a su último hogar, al lado de su familia.
Margarito es de esos personajes que se suelen recordar con nostalgia, sinónimo de tiempos pasados, de tiempos, tal vez, mejores. De épocas que no volverán pero que dejaron valiosos recuerdos que quedan para la posteridad.