Llevo varios años escribiendo la palabra dios con d minúscila, pero debo renunciar a esa costumbre si se trata del maestro Ennio Morricone. Solo él ha conseguido que me sienta elevado y, por primera vez, cerca a esa promesa de salvación que durante siglos hemos llamado Dios. Fue su música la que me quebró y, por un momento, me convenció de que vistiendo los hábitos jesuitas podría mantener despierta la solemnidad de sus piezas.
“La misión” (1986) es un filme con un lugar especial entre mis recuerdos y que no he visto por segunda vez desde el 2010 por temor a que la banda sonora de Morricone vuelva a poner en jaque las convicciones de este débil agnóstico. Pero esta es una de las más de 500 colaboraciones del maestro con el séptimo arte y yo solo uno de los millones de espectadores y oyentes cautivados por su magnífico trabajo.
Cómo Ennio Morricone, el hijo de un talentoso pero pobre trompetista, se convirtió en el compositor y director de orquesta que hoy extrañamos, está cariñosamente narrado en el documental de Giuseppe Tornatore, Ennio: The Maestro (2021). Se trata de un acercamiento único a la inseguridades de quien, con su música, dotó de vida a filmes como “El bueno, el feo y el malo”, “Érase una vez en América”, “Los intocables” y muchos más.
De traidor a leyenda. Ese fue el camino recorrido por el maestro. Su angustia por sentirse aceptado por quienes lo formaron musicalmente pronto se convirtió en rechazo al iniciar su carrera como compositor para películas. Algunos pensaron que le había dado la espalda al arte en su máxima expresión y el propio Morricone lo creyó por un momento, pero a medida que su nombre relucía más y más en la pantalla grande, nuevas oportunidades aparecían.
Las limitaciones que algunos directores le imponían al momento de componer, se fueron disipando a medida que su trabajo ganaba terreno en la industria y confirmaba ser parte esencial de los filmes. La fase de experimentación empezaría a crear el sello Morricone, aquel que de solo oírlo uno podría saber que detrás de aquellas historias se encontraba también la lectura musical de un genio.
Uno creería que aquellas composiciones solemnes, desgarradoras y conmovedoras, eran trabajo de un hombre completamente seguro de cada nota. El documental de Tornatore muestra todo lo contrario, presenta a un Ennio conmovido por lo logrado y, quizás, aliviado de haber superado aquellos interrogatorios personales sobre su trabajo. Eso para quienes atraviesan dudas igual de profundas, sean genios o no, resulta valioso. Muy valioso.
Ennio Morricone falleció hace tres años durante los primeros meses de la pandemia del covid-19. El mundo todavía lo descubre, escucha y admira, tan solo en Spotify cuenta con más de tres millones de oyentes mensuales. Su trabajo superará la prueba del tiempo y seguramente será recordado como miembro de aquel puñado de músicos que revolucionó su industria. Aquel mal llamado traidor de una tradición es y será para siempre una leyenda de la música y el cine.