El cambio climático representa un problema global de creciente urgencia. En Perú, la dura realidad de este suceso se ha manifestado en el incremento de la frecuencia y severidad de eventos climáticos extremos, como el Fenómeno El Niño, que han provocado aumentos inusuales en la temperatura superficial del mar. A principios de marzo, el norte del país sufrió el impacto del ciclón Yaku, dejando pérdidas económicas estimadas en 4.000 millones de dólares y miles de damnificados.
Simultáneamente, países como Uruguay lidiaron con las secuelas de sequías persistentes que afectaron la producción agrícola y ganadera, así como el suministro de agua. En este contexto, la inteligencia artificial (IA) surge como una herramienta valiosa para predecir, gestionar y mitigar los efectos de estos eventos extremos.
Empresas como Google, a través de su programa Flood Hub, utilizan la IA para proporcionar pronósticos de inundaciones con hasta siete días de anticipación, beneficiando a 460 millones de personas en 80 países. De igual manera, la UNESCO, diversos gobiernos e instituciones privadas están empleando algoritmos para detectar anticipadamente los fenómenos naturales.
En Estados Unidos, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) utiliza la IA para prever y rastrear fenómenos meteorológicos extremos, incluyendo aquellos causados por El Niño. Japón, líder mundial en el uso de la IA para la gestión de desastres naturales, la emplea para prevenir tsunamis, terremotos y otras catástrofes, así como para coordinar las respuestas a estos desastres.
China ha realizado inversiones significativas en IA, utilizándose para una variedad de propósitos, incluyendo la predicción y gestión de desastres naturales. Las Oficinas de Meteorología de Australia y la India también recurren a la IA para prever y gestionar fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y ciclones.
En Perú, la IA se está utilizando para enfrentar los desafíos impuestos por el cambio climático. El Instituto Geofísico del Perú emplea algoritmos de aprendizaje automático para prever con precisión la llegada de los fenómenos El Niño Global y El Niño Costero, permitiendo a las autoridades tomar medidas preventivas. Sin embargo, se requiere un mayor impulso y compromiso a nivel de políticas públicas y del sector privado.
A pesar de que el uso de la IA en la gestión del cambio climático aún está en sus primeras etapas, a medida que las tecnologías de IA evolucionan, su capacidad para prever y gestionar los desafíos ambientales también lo hará. Es crucial que los gobiernos, las empresas, las organizaciones de investigación, institutos y universidades continúen invirtiendo en el desarrollo de la IA y en su aplicación en el ámbito climático.
En resumen, la IA no solo ofrece una esperanza para la gestión eficaz del cambio climático, sino que también presenta una solución tangiblemente beneficiosa para la humanidad. Las herramientas basadas en IA están demostrando su valía en la prevención y gestión de desastres naturales, salvando vidas y reduciendo los daños económicos. Aunque el camino por recorrer aún es largo, los avances ya son evidentes. Para países como Perú y Uruguay, devastados por los fenómenos extremos relacionados con el clima, la IA puede ser la diferencia entre la vulnerabilidad y la resiliencia.