Shirley Silva Padilla, mejor conocida como La Gata, ocupó en octubre de 2017 las primeras planas de los diarios y copó con su caso la totalidad de noticieros televisivos en Perú por acabar de varios disparos con la vida de dos hombres en San Juan de Lurigancho. A uno lo mató por piropearla y al otro, un cocinero de un chifa, por no ponerle pollo a su chaufa. Seis años más tarde, ya recluida en una cárcel de mujeres en la región Junín, parece no quedar nada de esa despiada asesina.
No quiere que le digan más La Gata, pues le recuerda su sanguinario pasado. Ahora, para las internas del penal de mujeres de Jauja y los agentes penitenciarios, con quienes convive, es Shirley, a secas. Lleva puesto siempre un rosario en el cuello, canta canciones para alabar a Dios y recita salmos de memoria. No está más esa mirada fría y calculadora. Su cambio espiritual parece ser notorio para todos.
El cardenal Pedro Barreto, arzobispo metropolitano de Huancayo, acudió recientemente a esa prisión para conversar con la internas y fue recibido efusivamente por ella. Shirley le mostró un lado hasta ahora no visto por la opinión pública, le habló de Dios, su fe católica y sus intenciones de obrar solamente para bien.
“He cambiado, ¿lo puede ver en mis ojos ahora? Mis ojos no mienten, sé que el Señor me ha dado una oportunidad, porque él tiene un plan para nosotros en este mundo”, dijo ante el cardenal, mientras le sostenía la mano, para luego recibir la bendición.
Quiere que la bauticen
Ante el arzobispo de la ciudad y el jefe del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), Javier Llaque, Shirley mostró sus intenciones de bautizarse para sentirse más cerca de Dios y concretar ese notorio cambio que llevan viendo por buen tiempo sus compañeras de la prisión y las autoridades carcelarias.
El cardenal contó que conoció a la interna cuando esta se encontraba internada en el penal de máxima seguridad de Concepción, dentro de la misma región, y confirmó que ha notado un gran cambio en ella.
“He tenido un encuentro muy profundo que me ha conmovido en el alma, de como Shirley, que está cumpliendo una privación de libertad, ahora aquí, en Jauja, ha reencontrado la luz de su vida que es Jesucristo. He visto su rostro totalmente transformado y esto indica mucho a la sociedad”, refirió el arzobispo.
Escribirá un libro de su vida
Mientras espera salir en libertad, la antes llamada Gata tiene metas claras que se ha propuesto cumplir como lanzar algunas canciones de hiphop para hablar de temas sensibles en la sociedad y escribir un libro de su llamativa vida.
El Poder Judicial condenó, en octubre de 2018, a Shirley Silva a 25 años de prisión por los crueles asesinatos de Diego Marticorena Chombo y Fredy Marcas Elías. Para cometer los crimenes utilizó una pistola marca Browning que contenía 12 cartuchos y había robado con anteoridad.
“Estaba en el chifa y no me dieron pollo, y el señor quería que le pague, pero si no había pollo. Me agarró el brazo, cerraron con llave y no vi cuando le disparé. Solamente le disparé, le apunté y le disparé... Me encontré con mi compañero Chombo (Francisco Alhuay Carrillo), de la promoción. Los dos estaban en el piso peleándose, y agarré y le metí dos plomos (al del chifa)”, relató la joven en su manifestación. Aquella vez también contó que tenía pensado matar a Chombo, luego de ambos se fueran a un hostal en San Juan de Lurigancho.
En abril de 2018, ya en prisión, volvió a sonar el nombre de Shirley Silva, al conocerse que habría sido parte de un plan de fuga en el penal Anexo Mujeres de Chorrillos, pero este no se concretó y fue enviada al penal de Concepción, en Junín.