En las antiguas calles de nuestra capital, cada rincón guarda una historia que se entrelaza con la Lima republicana. En aquellos tiempos, tras el fin del virreinato, los hospitales tenían sus propios estatutos, regidos por una hermandad de almas generosas. La atención médica, si bien no se concebía como tal, experimentó avances notables durante la lucha por la independencia.
El ejército libertador contaba con las innovaciones del cirujano Dominique-Jean Larrey, Barón Larrey, quien adoptó cambios significativos en el sistema de atención médica que tenía Francia. En Perú, surgieron los hospitales de sangre, las ambulancias y los botiquines. La prioridad de dotar a las tropas con los recursos necesarios impulsó la constante búsqueda de medicamentos, cirujanos y la instauración de hospitales móviles.
A lo largo de los años, varios hospitales surgieron y otros fueron mejorados para brindar atención de calidad. En el año 1894, se erigió el Hospital Italiano “Víctor Manuel”, un referente en medicina, cirugía y oftalmología. Sin embargo, este recinto hospitalario fue testigo de uno de los sucesos más lúgubres que envolvió a un expresidente peruano.
Aquí dio su último aliento Sánchez Cerro
En la avenida Grau, actual avenida Abancay, se alzaba el antiguo Hospital Italiano en Lima. Durante la década de 1920, este nosocomio fue el terreno de trabajo para prominentes médicos italianos. El hospital que abrió sus puertas en junio de 1892 fue uno de los centros médicos más relevantes de la capital hasta que fue derribado en 1959.
Este lugar quedó marcado por un trágico suceso que involucró al presidente Luis Miguel Sánchez Cerro el 30 de abril de 1933. Minutos después de un ataque en su contra a la salida del Hipódromo de Santa Beatriz, el mandatario llegó al hospital gravemente herido, según el estudio “Historia de los Servicios de Emergencia de Lima y Callao”, de Claudia Ugarte Taboada, que cuenta sobre lo sucedido con el expresidente parte del Tercer Militarismo de Lima.
Tras la conclusión de un desfile en el Hipódromo de Santa Beatriz (hoy Campo de Marte), Sánchez Cerro, ataviado con su uniforme, saludaba a la multitud agradeciendo los aplausos. A su lado estaban José Matías Manzanilla, presidente del Consejo de Ministros; y el Coronel Antonio Rodríguez, jefe de su Casa Militar. Mientras se disponía a subir a su Cadillac descapotado, la comitiva presidencial se vio detenida por la multitud y la caballería de escolta. En medio de este caos, Abelardo Mendoza Leiva se abrió paso entre los soldados y disparó contra el mandatario.
Los conflictos internos habían generado una intensa rivalidad entre los partidos políticos, y este clima tenso parecía haber desencadenado el trágico evento. La ocasión en la que el presidente fue atacado coincidió con una revisión de tropas movilizables que se preparaban para la guerra con Colombia.
El chofer, Raúl Rodríguez Martínez, reaccionó acelerando en busca de ayuda médica. A pesar de dirigirse inicialmente a la Clínica Delgado, ante la gravedad de la situación, el presidente del Concejo exclamó: “¡No, no,no, al Hospital Italiano, pronto, se está muriendo!”. En agonía, el presidente llegó al hospital, pero lamentablemente falleció debido a una bala que impactó su corazón, causando una hemorragia interna irreversible, según los informes médicos.
Tras el atentado, el chofer del vehículo aceleró, arrojando a Abelardo Mendoza al suelo. En cuestión de segundos, la escolta presidencial y miembros de la Casa Militar abrieron fuego, acabando con su vida. Incluso, algunos soldados de la escolta emplearon lanzas en el ataque. La posterior autopsia reveló que el cuerpo de Mendoza sufrió veinte heridas de bala causadas por trece proyectiles y cuatro heridas de lanza que dañaron gravemente su pulmón, hígado e intestinos.
Según la página Pinceladas Limeñas, en la actualidad, donde se ubicaba el Hospital Italiano, se encuentran varias construcciones, incluyendo el policlínico Grau de EsSalud, junto a dos edificios de 13 y 19 pisos en la esquina de Abancay y Grau. Marco Antonio Capristán Núñez es quien nos comparte esta información sobre la transformación de este espacio.
El legado del médico que dirigió el Hospital Italiano
El legado del doctor Esteban Campodónico Figallo se originó en la región de Liguria, Italia, el 2 de agosto de 1866, durante un período de la unificación italiana que desencadenó migraciones masivas de familias que buscaban refugio de la guerra en tierras lejanas. Sus padres, don Michele Campodónico Zignago y doña Angela Figallo, emigraron hacia América con sus seis hijos menores.
Stefano Campodónico, posteriormente castellanizado como Esteban, arribó a Perú a la edad de 13 años. Inmigró al Perú en 1879 y vivió momentos cruciales en la Facultad de Ciencias y Medicina (1889-1895), la Sociedad Italiana de Beneficencia, el antiguo Hospital Italiano en la avenida Abancay, la Municipalidad de Lima y la Beneficencia Pública de Lima. Dejó un legado significativo en el país, plasmado en el premio que hoy lleva su nombre, un galardón que se otorga desde hace 29 años.
El Premio Esteban Campodónico, destinado a reconocer servicios destacados a la sociedad peruana, representa la voluntad testamentaria del doctor italiano, que falleció en el año 1938. Su propósito era impulsar el avance científico en Perú y promover acciones humanitarias y de beneficencia.
Este premio fue creado mediante un acuerdo entre la Universidad de Piura y la Fundación Clover de Nueva York. Este galardón distingue a 50 personas e instituciones en dos áreas desde su primera edición en 1995: Actividad Profesional Destacada y Servicios Directos a la Sociedad. A partir del año 2013, se premió una de estas áreas de forma alternada cada año.