Real Felipe: así eran las duras cárceles que se encuentran en la legendaria fortaleza militar

Este icónico museo en el Callao esconde secretos que van desde lo paranormal hasta lo carcelario.

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¿Sabías que el Castillo del Real Felipe fue más que una fortaleza militar? Este emblemático lugar, ahora convertido en museo, albergó desde prisioneros de guerra hasta eventos paranormales. (Facebook: El Callao que se nos fue)
¿Sabías que el Castillo del Real Felipe fue más que una fortaleza militar? Este emblemático lugar, ahora convertido en museo, albergó desde prisioneros de guerra hasta eventos paranormales. (Facebook: El Callao que se nos fue)

Uno de los lugares más emblemáticos de la Provincia Constitucional del Callao es el Castillo del Real Felipe. Convertido en museo en estos días, esta antigua construcción todavía guarda más de un secreto que espera ser revelado por el gran público que suele visitarlo en los diferentes tours guiados que se suelen organizar.

Uno bastante conocido es el de la actividad paranormal que supuestamente ocurre en las noches en los diferentes torreones del castillo.

Sin embrago, lo que muchos todavía no se han percatado es que este lugar, en diferentes etapas de su historia, también cumplió las funciones de ser prisión para los enemigos de gobierno de turno.

Y no fue una cárcel común, pues debido a su peculiar manera de haber sido construida estar encerrado en una de ellas podía ser un verdadero infierno para los prisioneros. Esta es su historia.

Origen del castillo

Esta zona era conocida como el baluarte de la princesa, en solía estar la case de Rodil. (Facebook: El Callao que se nos fue)
Esta zona era conocida como el baluarte de la princesa, en solía estar la case de Rodil. (Facebook: El Callao que se nos fue)

La Fortaleza del Real Felipe, construida en el siglo XVIII en la bahía del Callao, Perú, fue erigida para proteger el puerto de piratas y corsarios.

Es una destacada obra de arquitectura militar española en América, llamada originalmente “Castillo del Callao” junto a los fuertes San Rafael y San Miguel. Nombrada en honor a Felipe V, cambió a “Castillo de la Independencia” con José de San Martín, recuperando su nombre original en 1925.

Esta fortaleza, de forma pentagonal, alberga baluartes y torreones con nombres simbólicos. Actualmente, como sede del Museo del Ejército del Perú, atrae turistas.

Algunos cambios

En la Fortaleza del Real Felipe se conserva el antiguo monumento que solía adornar la Plaza Bolognesi (Andina)
En la Fortaleza del Real Felipe se conserva el antiguo monumento que solía adornar la Plaza Bolognesi (Andina)

Luego de ser testigo de varios eventos historias de relativa importancia para el país, la Fortaleza del Real Felipe, experimentó su primera alteración en 1806, cuando se inició la gestación de la independencia peruana.

El virrey Abascal ordenó fortificarla ante la creciente tensión. En 1816, el Almirante Guillermo Brown bloqueó el puerto del Callao, sin lograr capturarlo. En 1819, rechazó un ataque del almirante Cochrane, obligando a San Martín a cambiar su estrategia.

Tras la independencia del Perú, el sitio de la fortaleza llevó a su rendición en 1821, rebautizada por San Martín como “Castillo de la Independencia”. Recuperada por España en 1824, resistió hasta 1826, marcando el fin del dominio español en América del Sur y la independencia de Chile.

La leyenda de Rodil

Tras dejar el Perú. Rodil se convirtió  en virrey de Navarra (1834) y Presidente del Consejo de Ministros de España (1842-1843). (Dionisio Fierros)
Tras dejar el Perú. Rodil se convirtió en virrey de Navarra (1834) y Presidente del Consejo de Ministros de España (1842-1843). (Dionisio Fierros)

Uno de los personajes que quedó en la historia del Real Felipe, qué duda cabe, es la del brigadier español José Ramón Rodil y Gayoso. Este pasaría a la historia de la infamia por someter a sus seguidores a prácticas insalubres que los llevaría a la muerte, todo por no querer aceptar la derrota española y reconocer que la independencia del Perú era ya un hecho en los hechos.

Más precisamente fue la Batalla de Ayacucho (1824) quien le puso punto final al virreinato español en tierras peruanas. A pesar de eso, el entonces todavía comandante Rodil no aceptó la capitulación y se encerró con sus fuerzas y leales a la corona (muchos peruanos incluidos) en la Fortaleza de Real Felipe mientras esperaba que España mandé refuerzos.

Así se mantuvo por dos años consecutivos, mientras era asediado por mar y tierra para que deponga las armas y se rinda de una buena vez. A su lado estaban miembros de los regimientos Real de Lima, Arequipa y otros desertores independentistas.

Sumérgete en la historia del Real Felipe en el Callao, donde la fortaleza militar se convierte en un museo lleno de intrigas. Desde prisiones mortales hasta eventos paranormales. (Captura: YouTube / @Taquineando)
Sumérgete en la historia del Real Felipe en el Callao, donde la fortaleza militar se convierte en un museo lleno de intrigas. Desde prisiones mortales hasta eventos paranormales. (Captura: YouTube / @Taquineando)

Esta resistencia provocó que miles de civiles murieran de hambre y de otro tipo de enfermedades, pues cuando comenzaron a terminarse las provisiones, los prisioneros voluntarios no tuvieron más remedio que comer de la basura y comenzar a cazar ratas para cocinarlas para que le sirvan de alimento.

Y todo aquel que tenía la misma mínima intención de abandonar la fortaleza, era fusilado o castigado duramente al encerrarlo en las prisiones. Aunque todo llegó a su fin el 22 de enero de 1826, cuando ya prácticamente sin gente o tropas que lo apoyen, Rodil capituló ante el general venezolano Bartolomé Salom.

El mismo Simón Bolívar reconoció su valentía por atrincherarse tanto tiempo en el castillo y en lugar de tomarlo prisionero, lo premió con la libertad para que regrese a su país a continuar con sus labores de militar

La vida en los calabozos

Así de angustiantemente angosto eran las prisiones en la Fortaleza del Real Felipe. (Andina)
Así de angustiantemente angosto eran las prisiones en la Fortaleza del Real Felipe. (Andina)

Líneas más arriba ya habíamos comentado que varios de los calabozos de la Fortaleza del Real Felipe sirvieron también como prisiones de diversos personajes a lo largo de la historia.

Y es que el estar encerrado en un lugar como este ya era, prácticamente, una sentencia de muerte, pues estas cárceles eran largos pasadizos de hasta 60 metros de largo por menos de dos metros de ancho.

Era un lugar diminuto que empeoraba cuando mirabas al techo y te dabas cuenta que no había más de tres metros. Todo eso sumado a la falta de ventilación e higiene (los prisioneros comían y hacían sus necesidades ahí mismo) hacía que la muerte sea visto más como un premio de escape que como un castigo.

Tal como sucede en las actuales prisiones de Lima, en estos calabozos nadie respetaba el aforo máximo y los custodios solían meter más gente de los que realmente cabían, lo que empeoraba todavía más las condiciones en estos espacios reducidos.

Felizmente, los peores momentos ya pasaron y las cárceles del Real Felipe solo han quedado como un terrible recuerdo del horror que un día se vivió en sus instalaciones.

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