La princesa Kako de Japón, cuya visita de alto nivel al Perú fue planificada desde hace varios meses para celebrar los 150 años de relaciones bilaterales, llevaba cinco días en Lima cuando, de manera sorpresiva, el equipo de la Presidencia comprometió una reunión con Dina Boluarte.
Fue una ceremonia limitada a la prensa ―solo para tomar la foto oficial de estilo― y la primera cita con una alta autoridad peruana desde que inició sus actividades. Ocurrió una jornada después de que la canciller Ana Gervasi dimitiera al Ministerio de Relaciones Exteriores y un día antes de que Kako cerrara sus actividades.
Hasta entonces, la máxima autoridad de Gobierno que se había reunido con la hija del príncipe heredero Fumihitoera el vicecanciller Ignacio Higueras. Al término del encuentro, no hubo declaración a los periodistas que seguían sus actividades y, según la agencia EFE, fueron retirados de Palacio.
Japón, que comparten profundos lazos por la migración nipona, es el sexto socio comercial de Perú y el segundo en Asia. Kako, de 28 años y sobrina del actual emperador Naruhito, asumió muchos de los compromisos y roles que desempeñaba su hermana Mako, quien en 2021 contrajo matrimonio con su excompañero universitario.
Al casarse con un plebeyo —y como estipula la ley que rige la Casa Imperial japonjesa—, Mako abandonó la familia imperial, de modo que Kako pasó a asumir la presidencia honorífica de varias organizaciones y su pendiente participación en viajes internacionales.
La representante del emperador japonés llegó un día después de lo previsto debido a un inconveniente en su vuelo, que obligó a cancelar sus actividades programas para el jueves. Según la información procedente de Japón, Kako sería recibida en una visita de cortesía por Boluarte, que además tenía previsto presidir una ceremonia conmemorativa en presencia de la princesa.
Sin embargo, después de obtener permiso del Congreso, la gobernante voló a la Cumbre de Líderes de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), realizada en Washington, donde prometió una reunión bilateral con su homólogo Joe Biden, aunque finalmente solo pasó con él por los ambientes de la Casa Blanca.
Las escenas de la visita de la princesa Kako contrastan con otras precedentes, como la realizada por la infanta Cristina de España a Perú, en 1998, cuando fue recibida por Alberto Fujimori. De igual modo, en 2019, la princesa Mako de Japón visitó Perú y fue recibida por el expresidente Martín Vizcarra.
Ambas muestras difieren, por ejemplo, con las fotografías en solitario de Kako en los vestigios del templo inca del Qoricancha (templo del Sol), en Cusco, —una de las ciudades incluidas en su agenda―, lo que rebajó el nivel a una visita con programación oficial desde octubre pasado.
Horas después de que Boluarte y la princesa se estrecharan las manos en Palacio, la jefa de Estado tomó juramento al nuevo canciller, Javier González-Olaechea, un internacionalista que se manifestó en contra del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre las protestas antigubernamentales.
Previo a la ceremonia, se leyó la resolución que aceptaba la dimisión de su antecesora, quien se marchó para no enfrentar una posible censura después de una gira sin éxito en la nación norteamericana. Así como Ana Gervasi, el embajador de Perú en Estados Unidos, Gustavo Meza Cuadra, también presentó su renuncia al cargo.
En su último día de visita en Lima, Kako llegó al colegio La Unión, en el distrito de Pueblo Libre, donde fue recibida por niños enfundados en un happi, una de las vestimentas típicas niponas. Continuó su recorrido hacia el estadio deportivo, adyacente a la escuela, donde se ubica la Asociación Estadio La Unión (AELU), uno de los clubes sociales de la comunidad de descendientes japoneses que cumple 70 años de fundación.
Sembró un árbol muy cerca de donde, años atrás, su hermana Mako plantó un pino y, al despedirse, se desplazó por un circuito de atletismo para saludar a los presentes. Incluso con ese desplante, no perdió la sonrisa.