La incertidumbre es la única constante en la economía nacional. Si bien diversos funcionarios aseguran que la recesión técnica que atraviesa el país es temporal pues responde a factores exógenos al Gobierno, son precisamente estos factores los que amenazan el proceso de reactivación económica que le permita al país retornar, en cierta medida, a la senda del crecimiento.
Si, por un lado, el Instituto Peruano de Economía (IPE) asevera que el país registrará una aceleración en el 2024 y crecerá más del 2 %; por el otro, el Banco de Crédito del Perú señala que un fenómeno El Niño de magnitud “fuerte” haría que el PBI (producto bruto interno) ni siquiera llegue al 2 %. En otras palabras, las proyecciones nacionales son optimistas o pesimistas en función de qué tan presente se tiene a los fenómenos climáticos.
Al respecto, Marcelo Cedamanos, director de Gestión Pública en la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, indicó que algunas actividades se verán inevitablemente afectadas —dado el nivel de prevención actual—, por lo que habrá un desaceleramiento económico.
“Existe el riesgo de que se origine un serio perjuicio a las actividades económicas dependientes del clima como lo son la agricultura, la pesca y las industrias derivadas de estas. El efecto estimado de El Niño próximo es el doble, pues el impacto de las lluvias anuncia inundaciones hasta en 18 departamentos. Esto implica que la productividad de los cultivos de exportación se verán afectados por la alta temperatura, las lluvias o la escasez y las plagas que estas traen. Es decir, el café, la palta, el plátano, la uva, entre otros. El calentamiento del mar también es perjudicial, pues hace que la anchoveta y demás pescas se vean condicionadas”, señaló Cedamanos.
Se debe acelerar las obras de prevención
El especialista en gestión pública mencionó que las autoridades no deben sobrellevar estos meses previos el fenómeno, sino que deben actuar de forma frontal en obras de prevención, en la descolmatación de los ríos, en el fortalecimiento de la defensa ribereña, en la correcta asignación de recursos para que los distintos niveles de Gobierno efectúen obras de prevención.
Además, añadió que estos procesos deben estar bajo revisión continua de las unidades ejecutoras y control simultáneo a cargo de la Contraloría General de la República. Por último, Cedamanos precisó que, si bien las obras de prevención son fundamentales, las autoridades deben tener programas de capacitación y asignación de responsabilidades para un accionar rápido en caso de desastre.
Autoridades contraproducentes
Asimismo, el docente de la EPG Continental expresó su preocupación por las autoridades, pues muestran un actuar deficiente y contrario a los intereses de su pueblo. En ese sentido, Cedamanos no solo señaló los desafíos inmediatos que el país debe afrontar, sino los obstáculos que generan las mismas autoridades y que imposibilitan un buen desarrollo en el proceso de prevención contra El Niño del 2024.
Uno de los grandes impedimentos, enfatizó, es el tiempo transcurrido desde la aprobación de la Política Nacional de Gestión de Riesgos y Desastre, y la heterogeneidad entre los planes que deben ser ejecutados acorde a las características precisas de una zona. Contar con apenas una fuente de información ralentiza las acciones y vuelve el proceso de prevención ineficiente.
“La preparación y respuesta a desastres se vuelven cruciales, y se hace imperativo contar con soluciones efectivas para la evacuación, el reasentamiento temporal, el suministro de alimentos y refugio, la protección del patrimonio y la restauración de los servicios públicos. Una planificación adecuada es esencial para reducir los impactos adversos”, finalizó.