Decenas de ciudadanos venezolanos, que se establecieron en Perú hace años, atraviesan su momento más álgido. Las recientes amenazas que vienen recibiendo por parte de grupos de peruanos ha provocado que los foráneos tengan que abandonar sus viviendas y trabajos por tratar de proteger su vida y la de sus familias.
Como se recuerda, hace unos días, en el cerro San Cosme de La Victoria, se colgó una gran gigantografía para darle un ultimátum a todos los “venezolanos delincuentes, cobradores de cupos, extorsionadores”. “Le damos un plazo de tres días para que se larguen”, se lee en el texto firmado por mototaxistas y comerciantes de La Parada, importante mercado mayorista de la ciudad.
“No hay marcha atrás ya, no hay justicia, el pueblo mismo lo tiene que hacer. (...) No podemos permitir que les estén cobrando a gente trabajadora, si quieren guerra, la van a encontrar. No conocen la fuerza de La Victoria”, declaró a Panamericana Tv un vecino de San Cosme.
La Victoria, Ate y El Agustino
Este problema no solo lo viven los extranjeros situados en La Victoria, sino también aquellos que viven en Ate Vitarte y El Agustino, en donde peruanos ya han quemado motos de repartidores y golpeado a otros de sus connacionales al señalarlos como criminales.
“En mi edificio vivimos alrededor de 40 familias venezolanas, pero varias ya se han ido. (Hace unos días) hubo una marcha que se paró justo en frente para decirnos que nos vayamos y desocupemos el lugar, de lo contrario, nos van a quemar, lanzar bombas o granadas”, dijo un venezolano establecido en Ate al mismo medio.
Estas amenazas han provocado que él, junto a su esposa, se planteen la posibilidad de volver a su patria. “En el camal de Yerbateros, que está acá a unas cuadras, han dado un comunicado que restringía el acceso de venezolanos por 7 días. En todos estos días, varios hombres y mujeres se han quedado sin trabajo por eso”, agregó.
Por su parte, los extranjeros situados en El Agustino también han acusado xenofobia por parte de varios peruanos, a quienes acusan de no importarles si son personas de bien o delincuentes para vertir sus insultos y prejuicios.
“Por ellos pagamos los demás, pero no debería ser así. Se deben de meter con los verdaderos malos, aquí mucha gente lo conoce a uno y sabe que no estamos metidos en eso, pero igual uno debe esconderse, es mejor evitar”, lamentó un vecino agustiniano.
“Yo ahora estoy haciendo mis compras para hacer mis empanadas y venderlas, pero seguro voy a pasar por alguna calle para llegar a mi casa y van a haber peruanos que van a buscarme. Hay temor, pero lo mejor es no decir nada”, manifestó otro de los foráneos afectados.