Un joven estudiante de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) decidió tomar un camino poco convencional para obtener el grado de magíster en Antropología. En lugar de optar por un tema más tradicional, como costumbres indígenas o rituales culturales, eligió explorar el mundo del espectáculo y el chisme televisivo; también analizó el discurso de la controversial conductora de televisión, Magaly Medina.
La tesis llevó por título “Miradas que vigilan, imágenes que castigan: chisme, moral y discurso social en Magaly TeVe”. Pero, ¿por qué un tema tan inusual? Para entenderlo, debemos explorar la figura de la conductora y su impacto en la televisión peruana.
Magaly Medina se ganó la atención del público peruano desde su aparición en pantallas, su programa estuvo al aire desde 1997 hasta 2012. Durante este tiempo, se destacó entre los conductores de programas de espectáculos gracias a su estilo único para comentar sobre la vida de los personajes de la farándula peruana, a la que apodó “Chollywood”. Sin embargo, su enfoque no se limitaba a críticas y comentarios superficiales; también se aventuraba en la revelación de secretos y escándalos, que posteriormente se conocerían como “ampays”.
Análisis de la tesis
Mario Elmer Sánchez Dávila se sumergió en la intersección entre el chisme, la moral y el discurso social que Magaly Medina representaba en la televisión peruana. Su tesis abordó la influencia del programa de la periodista en la percepción de la sociedad sobre la farándula, la moralidad y la construcción de la identidad cultural. A través de su investigación, desentrañó cómo los medios de comunicación pueden ser una fuerza poderosa en la formación de la opinión pública y en la creación de narrativas culturales.
Un grupo de ocho seguidoras fueron las candidatas para el análisis del fenómeno televisivo que rodea tanto a la conductora de televisión como al programa Magaly Teve. Su objetivo era desentrañar el sentido detrás de las intrigas, los chismes y los “ampays” que caracterizan al polémico espacio de TV. Para llevar a cabo esta investigación, el joven utilizó guías de entrevistas y observación directa.
Conclusiones del trabajo de investigación
Lo primero que se hizo evidente en la investigación del otrora estudiante Sánchez Dávila ―que fue publicada en el 2013― fue que el programa se basa en un elemento social fundamental: un código moral compartido por la sociedad. En otras palabras, la popular ‘Urraca’ utiliza un conjunto de normas morales ya arraigadas en la sociedad como base para su estrategia discursiva.
“¿En qué consiste este código moral socialmente compartido? En un código moral convencional y conservador, lleno de prohibiciones en espacios y tiempos públicos, como la prohibición del adulterio, la prohibición de atentar contra las buenas costumbres y la tranquilidad, y la prohibición de atentar contra una heterosexualidad normativa”, reza en un fragmento de la tesis.
Sin embargo, una lectura más profunda del tema en cuestión sugiere que la prohibición de mezclar la vida privada con la vida pública se traduciría como “un mandato por cuidar que una práctica inmoral se convierta en una acción pública, debiendo permanecer, por lo tanto, restringida –no combatida ni exterminada– a la esfera privada”.
El chisme, entonces, actúa como un mecanismo para mantener el orden moral en la sociedad. Es un discurso que normaliza el comportamiento de acuerdo a las normas morales establecidas, vigilando y castigando cualquier desviación. La exposición de “ampays”, la presentación de portadas sensacionalistas y la propagación de rumores son ejemplos de cómo se lleva a cabo este proceso.
Ahora bien, Magaly Medina desempeña un papel crucial como representante del público en la aplicación de este código moral. Su autoridad social la convierte en una figura poderosa e influyente en la opinión pública peruana. Ella garantiza que se apliquen y cumplan las normas morales establecidas por la sociedad.
La interacción social dentro de este sistema se basa en la aplicación de este código moral y la relación con el chisme; este último se convierte en una forma de relación en la que los sujetos no presentes podrían recibir comentarios y juicios por parte de otros.
Esta interacción es pragmática y funcional para la organización social, desde la moral y la relación desde el chisme. El discurso de la ‘Urraca’ se vuelve predictivo y gratificante, y las interacciones entre los actores están marcadas por la aplicación de este código moral compartido.
Magaly Medina y su vigencia en la televisión peruana
La periodista se convirtió en una figura importante en la televisión peruana a lo largo de la década de los 90. Su fama comenzó a crecer cuando su programa de “ampays” a futbolistas y vedettes debutó el 1 de noviembre de 1997. Inicialmente, este segmento era parte de un noticiero central y duraba tan solo tres minutos, pero rápidamente se ganó la atención del público.
El éxito de este breve segmento llevó a los directivos de ATV a tomar una decisión importante. Decidieron otorgarle a Magaly Medina su propio programa, que se transmitiría de lunes a viernes a las 9:00 p.m. Bautizado como “Pese a quien le pese,” el programa se convirtió en un referente de la televisión peruana.
Con el tiempo, el programa logró mantener una audiencia sólida y atrajo la atención de Frecuencia Latina (ahora conocida como Latina). La cadena le ofreció a la conductora la oportunidad de dirigir su propio programa, “Magaly Teve,” en el horario estelar de la televisión peruana, a las 8:00 p.m. A pesar de los altibajos y controversias, “Magaly TeVe” llegó a su fin el 5 de diciembre de 2000, marcando el final de una era en la televisión peruana.
Palabras que se utilizan en el programa de Magaly Medina
El espacio televisivo de Magaly Medina no siempre tuvo el mismo nombre. Desde 1997 hasta 2012, la presentadora de TV condujo su programa bajo el título de Magaly TeVe. Después de siete años, al formato se le impregnó el rótulo de Magaly TV, La Firme.
Lo que sí no cambió fue el estilo de su programa y las palabras que se utilizaron en las notas o reportajes. Por ejemplo, un sector de la población ha escuchado términos como “figuretti”, “chollywood”, “jugadorazo”, “bataclana”, entre otros términos que calaron en la conciencia de los peruanos.