San Martín de Porres, el primer santo mulato en la historia de la cristiandad: un vistazo a su inspiradora vida

Su incansable servicio a los más necesitados, su inquebrantable fe y las diversas labores altruistas que realizó en el Perú lo convirtieron en una figura icónica

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Juan Martín de Porres Velázquez
Juan Martín de Porres Velázquez destacó como religioso afrontando la desventaja de ser pobre y mulato. (Composición Infobae Perú)

Cada 3 de noviembre, la Iglesia católica conmemora la muerte de San Martín de Porres y un sector de la población lo recuerda con fervor. Nuestro compatriota fue un fraile dominico del siglo XVI que destacó notablemente en la historia religiosa.

Su incansable servicio a los más necesitados, su inquebrantable fe y las diversas labores altruistas que realizó en el Perú lo convirtieron en una figura icónica e inspiradora para personas de todo el mundo.

Esto lo llevó a convertirse en el primer santo mulato de América. Juan Martín de Porres Velázquez es el nombre del santo que inspiró a varias generaciones. El hijo de una madre africana y un padre español demostró un profundo interés por la religión y la caridad. Aunque no pudo ingresar formalmente a la orden dominicana debido a la tez de su piel, fue aceptado como lego dominico, de modo que trabajó arduamente en el convento de Santo Domingo en Lima.

Destacó como religioso afrontando la desventaja de ser pobre, mulato y bastardo. Algo solo externo porque en su interior era una persona inteligente, trabajadora y muy caritativa. Su labor caritativa fue excepcional, marcando su vida como hermano cooperador en la Orden de los Dominicos.

San Martín de Porres atendía a los enfermos, los pobres y los marginados, demostrando un amor desinteresado por quienes más lo necesitaban. Además, se le atribuyeron numerosos milagros debido a su habilidad en la sanación. Su vida de humildad y servicio se convirtió en un ejemplo para la comunidad y, finalmente, fue canonizado por la Iglesia católica en 1962.

El fraile es recordado como un laico ejemplar que vivió una vida de santidad y dedicación a Dios. Su legado perdura como fuente de inspiración para aquellos que buscan seguir su camino de amor, servicio y caridad.

El santo que ingresó a la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de “donado”

Cuando San Martín tenía 12 años, adquirió habilidades en oficios como peluquero, asistente dentista y medicina natural. Con el tiempo, se convirtió en cirujano, prestando atención médica a mendigos y personas en situación económica precaria. Su reputación de hombre piadoso se difundió rápidamente por la ciudad de Lima.

Eventualmente, tuvo un encuentro con Fray Juan de Lorenzana, un destacado religioso dominico, quien lo invitó a unirse al Convento de Nuestra Señora del Rosario. Sin embargo, las restricciones legales de la época impedían que las personas que tenían rasgos similares a Juan Martín de Porres Velázquez se convirtieran en religiosos, por lo que ingresó a la comunidad como “donado”, es decir, casi como un esclavo. Se comprometía a servir toda la vida, sin ningún vínculo con la comunidad y con el único beneficio de vestir el hábito religioso.

Las diversas labores altruistas que
Las diversas labores altruistas que realizó en el Perú lo convirtieron en una figura icónica e inspiradora para personas de todo el mundo.

San Martín de Porres y su apelativo que desafía al tiempo

Conocido por su asociación con la escoba debido a una historia popular que ha perdurado a lo largo de los años, se dice que San Martín tenía una gran humildad y una dedicación inquebrantable para servir a los demás, en particular a los más necesitados.

La historia más conocida es la siguiente: San Martín trabajaba en el convento de Lima, y se encargaba de las tareas más humildes, como barrer el suelo y limpiar los rincones más oscuros del convento. Se cuenta que un día, un visitante importante llegó al convento y San Martín, sin dudarlo, continuó con su tarea de barrer, sin importarle su apariencia o el estado de sus ropas.

La historia destaca la humildad y el servicio desinteresado de San Martín de Porres, lo que lo convirtió en un símbolo de devoción y ejemplo para muchos. A menudo se le representa en imágenes sosteniendo una escoba para recordar su actitud humilde y su dedicación a servir a los demás. Esta asociación con la escoba se ha convertido en un símbolo de su santidad y su compromiso con la ayuda a los menos afortunados.

El santo mulato que alimentó en un solo plato a perro, pericote y gato

La bondad de San Martín de Porres se extendió incluso a los animales. Rescataba a aquellos que encontraba abandonados en la calle y los cuidaba con amor. En una celda, mantenía a un perro y un gato que había rescatado, y su amistad era tan notable que compartían el mismo plato para comer.

Una tradición de Ricardo Palma relata un episodio significativo en la vida de San Martín de Porres. Se cuenta que mientras el perro y el gato compartían en paz su comida del mismo plato, apareció un pericote atraído por el aroma de la comida. El perro, de inmediato, ladró asustado; lo mismo sucedió con el gato.

Alertado por el alboroto, San Martín de Porres intervino para calmar a los animales asustados. Les dirigió palabras de consuelo, diciendo: “Cálmense, criaturas del Señor, cálmense”.

Luego, se dirigió al pericote y le dijo: “Salga sin preocupación, hermano pericote. Parece que tiene hambre; venga, no le harán daño”.

Y a los otros dos animales les dijo: “Vaya, hijos, siempre denle un espacio al invitado, porque Dios provee para todos”.

Este conmovedor episodio muestra la compasión y la generosidad de San Martín de Porres no solo hacia los seres humanos, sino también hacia todas las criaturas de la naturaleza, reflejando su profundo amor y respeto por la vida en todas sus formas.

La bondad de San Martín
La bondad de San Martín de Porres se extendió incluso a los animales. (Blogger)

Canonización del beato San Martín de Porres

Finalmente, Fray Martín, con su cuerpo agotado por el exceso de trabajo, el ayuno continuo y la penitencia, falleció a la edad de 60 años. Tras su partida, la población reconoció numerosos milagros atribuidos a su intercesión. El proceso de canonización no fue una tarea sencilla y demandó varias décadas. En un principio, la Iglesia católica encargó a la Sagrada Congregación de Ritos la evaluación del candidato. Antes de alcanzar la distinción de santo, San Martín de Porres fue proclamado beato en 1837.

Años más tarde, se viviría uno de los momentos más jubilosos para el Papa Bueno, Beato Juan XXIII. En pleno Concilio Vaticano II, se llevó a cabo la canonización de San Martín de Porres el 6 de mayo de 1962. Las campanas de Lima repicaron en una celebración de gozo sin igual ante esta magnífica noticia.

La canonización de San Martín de Porres lo elevó a la categoría de santo en la Iglesia católica, lo que implicaba que la institución religiosa lo reconociera oficialmente y lo considerara un modelo de virtud y devoción para todos los católicos. Su vida de servicio desinteresado, amor por los necesitados y humildad lo convirtieron en un ejemplo inspirador para innumerables personas en todo el mundo.

El proceso de canonización de
El proceso de canonización de San Martín de Porres no fue una tarea sencilla y demandó varias décadas. (El Peruano)
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