En el año 1886, un nombre destacó en la historia literaria del Perú: Mercedes Cabello, mujer originaria de Moquegua. A pesar de no haber tenido la oportunidad de asistir a la universidad, se erigió como una de las primeras mujeres ilustradas del país, desafiando los prejuicios marcados en su época. Su compromiso con la sociedad la llevó a explorar las desigualdades entre hombres y mujeres, trascendiendo diferencias de clase social.
En sus obras literarias se da cuenta, de manera palmaria, cómo las mujeres, indistintamente de su posición socioeconómica, continuaban en una situación de subordinación.
La escritora no se limitó únicamente a temas literarios; abordó con cuestiones sociales y políticas, lo que le atrajo muchas enemistades. Su aguda perspicacia y talento literario se convirtieron en sus armas de expresión en un mundo que a menudo no estaba dispuesto a escuchar a las voces femeninas.
Mercedes Cabello es considerada la primera mujer peruana en reflexionar de manera sistemática sobre las dificultades que enfrentaban las mujeres en el siglo XIX. Abogó por la educación y el trabajo como vías para que el género femenino se convirtieran en agentes útiles en la sociedad. Su legado perdura y sus ideas continúan siendo relevantes en la actualidad, como sostiene el crítico literario Marcel Vásquez en el programa Sucedió en el Perú.
Sus primeros pasos en la literatura
En 1842, en Moquegua, nació Mercedes Cabello. Hija de Gregorio Cabello y Mercedes Llosa, pertenecía a una numerosa familia de buena posición económica. En aquellos tiempos, la ciudad del sur albergaba alrededor de 5.000 habitantes, donde un selecto grupo de familias criollas dominaba la vida social y controlaba la economía local.
Las familias no eran ajenas a la agitación política del siglo XIX, y tomaban partido entre los diversos caudillos que luchaban en el caótico escenario político de la época. Según el investigador Carlos Cornejo Quesada, la familia materna de Mercedes Cabello eran hacendados dedicados a la miticultura, pero formaban parte de las élites más influyentes de la ciudad. Abrazaron las ideas de Bartolomé Vera, creyendo que solo la clase culta debía hacerse cargo el poder político.
Siendo parte de una familia acomodada, los hermanos de Mercedes tuvieron la oportunidad de estudiar en la universidad, e incluso su padre y tío viajaron a Francia en busca de conocimientos. Aunque muchas de estas aristocráticas provincianas no conocían Lima, estaban familiarizadas con Europa.
En tanto, las mujeres de estas familias privilegiadas no podían acceder a un grado mayor de instrucción, pero se cultivaban en artes e idiomas, como Mercedes, que aprendió francés y a tocar el piano. En su hogar, disponía de una amplia biblioteca y se familiarizó con el positivismo, lo que impulsó su producción literaria y ensayística, desafiando las limitaciones impuestas a las mujeres de la época, cuyo papel se limitaba a ser buenas madres y esposas.
En 1862, a la edad de 20 años, la literata dejó Moquegua para establecerse en Lima, donde se conectó con otras mujeres que compartían su sueño de publicar sus escritos. Su llegada la llevó a la casa de su tío, Pedro Mariano Cabello, quien ostentaba el título de cosmógrafo mayor de la República.
Seis años después, contrajo matrimonio con el destacado médico Urbano Carbonera, un ferviente seguidor del positivismo. A pesar de sus creencias compartidas, su matrimonio no fue un éxito, y la pareja, que no tuvo hijos, enfrentó dificultades y se separaron.
Se dice que Carbonera era mujeriego y no apoyaba los deseos de Mercedes de convertirse en escritora, terminando sus días como boticario en Chincha.
Después del fracaso de su matrimonio
Mercedes Cabello se destacó como una escritora activa que colaboró en publicaciones de renombre en Lima durante el siglo XIX, como el “Correo del Perú,” “La bella limeña,” “El Perú ilustrado,” y el “Seminario El Álbum”; este último bajo la dirección de Juana Manuela Gorreti y Carolina Ferri en 1874.
En la Lima de esa época, cualquier escritor que publicaba se convertía automáticamente en periodista. Mercedes Cabello utilizó el seudónimo “Enriqueta Pradel” en sus primeros escritos, abordando temas que reflexionaban sobre las necesidades de la mujer.
Fue una de las primeras escritoras peruanas en publicar sus obras en el extranjero, incluyendo España, Argentina y Cuba. Ella entendía la importancia de establecer conexiones internacionales y mantuvo una relación más amplia a través de sus escritos sobre sociología, literatura y otros temas relevantes.
Después de ganar renombre como escritora en la Lima de la segunda mitad del siglo XIX, Mercedes Cabello fue admitida en el Ateneo de Lima, donde tuvo la oportunidad de recibir a la escritora argentina Juana Manuela Gorriti, de quien aprendió las técnicas para crear novelas. Aunque Gorriti se inclinaba hacia el romanticismo, la escritora optó por explorar el naturalismo y el realismo en su escritura.
Sin embargo, surgió una fuerte discrepancia entre ambas después de la publicación de la novela “Blanca sol” en 1888. En esta obra, Mercedes Cabello criticó con firmeza el materialismo imperante en la sociedad de la época, mientras que Gorriti adoptó un enfoque más conciliador en sus críticas hacia los males de la sociedad.
Durante la Guerra del Pacífico
En este contexto, los escritores se volcaron en apoyo a la lucha contra el país vecino. Un ejemplo notorio es Ricardo Palma, quien se enlistó como reservista y padeció la pérdida de su casa en Miraflores debido al incendio. Clorinda Matto, por su parte, se encontraba en el Cusco, donde estableció un hospital para atender a los heridos. Abelardo Gamarra participó en varias batallas y contribuyó a la resistencia en La Breña, mientras que Mercedes Cabello desempeñó un papel crucial en Lima al brindar atención a los heridos en combate.
En un momento de extrema dificultad para la nación, tanto hombres como mujeres de la ciencia y aquellos sin educación se unieron en servicio a la causa para preservar la integridad del país. En los años posteriores a la guerra, Cabello escribió “Sacrificio y recompensa” y las novelas “Los amores de Hortensia” y “Eleodora”, obras que se enmarcan en el género de la novela romántica y que reflejan las circunstancias de la época.
Mujeres pioneras en la Lima del siglo XIX
La escritora no solo se destacó como una prolífica escritora, sino que también fue una presencia activa en las veladas literarias que se llevaban a cabo en la casa de la escritora argentina Juana Manuela Gorriti, ubicada en la esquina del jirón Ocoña y Camaná, en el centro de Lima. En estas reuniones, se discutía sobre la importancia de la literatura, y estas reuniomes desempeñaron un papel fundamental en la formación de numerosos profesionales de la época.
La participación de Mercedes Cabello en el mundo de las letras peruanas fue crucial, especialmente considerando que en ese entonces las mujeres no tenían derecho al voto. Cada vez que alzaba su voz, desafiaba las normas de la sociedad de la época, que aún no comprendía la evolución que estaba teniendo lugar. La década de 1870 marcó la llegada de muchas mujeres a Lima desde diferentes regiones del Perú, trayendo consigo ideas de cambio y progreso.
Destacan figuras como Teresa Gonzáles de Fanning, originaria de Áncash; Clorinda Matto de Turner, proveniente del Cusco; y Carolina Freyre, nacida en Tacna.
El legado literario y social de Mercedes Cabello
Fue pionera en dedicarse a la novela realista peruana. Entre sus obras más notables se encuentra “Sacrificio y recompensa” (1886), que le otorgó tanto reconocimiento como críticas. A pesar de los elogios, enfrentó insultos y hostilidad de figuras destacadas como el periodista y poeta Juan de Arona y el mismo Ricardo Palma, quienes no podían aceptar que una mujer pudiera destacarse en la literatura. Otras obras significativas de Cabello incluyen “Eleodora” reeditada como “Las consecuencias” (1890), “Los amores de Hortensia” (1886) y la impactante “El Conspirador” (1892); esta última generó controversia y desacuerdo, particularmente con Nicolás de Piérola, quien llegaría a ser presidente del Perú.
Además de su producción literaria, Mercedes Cabello escribió ensayos que abordaban temas cruciales de su época, como la educación y la condición de la mujer. Abogaba por la instrucción sólida y extensa de las mujeres, creyendo que solo así podrían luchar contra los prejuicios y desempeñar un papel destacado en la sociedad. Su valiente voz se alzó en un mundo donde las tradiciones arraigadas, como el matrimonio arreglado, eran la norma, y abogó por la educación como el camino hacia la emancipación de la mujer.
Un trágico final
A pesar de su destacada carrera, la vida de Mercedes Cabello tuvo un desenlace trágico. En 1895, después de la derrota de Andrés Avelino Cáceres y la llegada de Nicolás De Piérola al poder, una turba asaltó la imprenta de Clorinda Matto, que empleaba exclusivamente a mujeres y promovía la literatura femenina. El machismo y la política se unieron para expulsar del país tanto a Matto como a Mercedes Cabello, quienes no tuvieron más opción que buscar refugio en el extranjero.
Tras un breve período en Chile y Argentina, Mercedes Cabello regresó al Perú, pero sus ideas libertarias y su situación personal la llevaron a un oscuro destino.
En una época en la que los avances médicos eran limitados, Mercedes Cabello contrajo sífilis, posiblemente de su esposo. La enfermedad avanzó lentamente, afectando su salud mental. Según el programa Sucedió en el Perú, dice que intentó incendiar la casa de su hermano, donde vivía, y por ello fue internada en el Manicomio del Cercado de Lima el 27 de enero de 1900.
Según la investigadora Sara Beatriz Guardia, el escritor Carlos Sánchez escribió una crónica sobre la literata. “Una notable escritora peruana, sentada beatíficamente en un gran sillón de baqueta, nos miró con el más profundo desdén. Quizá sí nos reconoció del oficio y nos tuvo lástima, quizá su gloria iluminó su cerebro por un segundo y nos halló pequeños (...) ¡oh ironías amargas del destino!: he allí una pensadora que ya no piensa, una antorcha que no da luz y que espera el último soplo de la Intrusa para que se extinga su último rayo”, plasmó en el papel el intelectual.
Allí, su vida se fue extinguiendo entre largos episodios de demencia y una parálisis que finalmente la llevó a su fallecimiento el 12 de octubre de 1909, tras nueve años de sufrimiento, abandonada y olvidada por la sociedad limeña. A pesar de su triste final, el legado de Mercedes Cabello perdura como un recordatorio de la lucha por el feminismo en el país.