La canción criolla, con sus ritmos vibrantes y letras profundamente conmovedoras, es un reflejo del alma de Perú. En el corazón de esta expresión musical, se encuentra un hombre que, a lo largo del tiempo, ha sido uno de sus máximos representantes. Se trata de Felipe Pinglo Alva, quien destacó como compositor y músico. Su legado perdura como un canto eterno que sigue tocando los corazones de generación en generación.
Sus letras poéticas, que a menudo están llenas de romanticismo, nostalgia y un profundo orgullo por la tierra, resuenan con las vivencias cotidianas del pueblo peruano, conectando de manera profunda y significativa con sus audiencias.
Habiendo mencionado eso, a continuación, analizaremos la vida y obra de Felipe Pinglo Alva, un auténtico compositor cuyas letras de canciones reflejan su aprecio por la vida en el Lima de principios del siglo XX. A lo largo de este recorrido, descubriremos cómo este talentoso artista hizo una contribución excepcional a la cultura musical de Perú y desempeñó un papel fundamental en la evolución de la música criolla.
Sus primeros pasos musicales
Durante su segundo año de secundaria, el futuro compositor decidió alejarse de las aulas y de su hogar para embarcarse en una serie de trabajos diversos. Fue en este período de su vida que Felipe entabló una amistad significativa con dos músicos mayores, Víctor Correa y Nicanor Casas, quienes lo introdujeron al apasionante mundo de la música criolla.
Tiempo después, inició su travesía musical como miembro de la Banda de Gendarmes, agrupación que se presentaba todos los fines de semana en la emblemática Plaza de Santa Ana, situada en el corazón de Barrios Altos.
Como compositor autodidacta, Felipe Pinglo siempre fluía con ideas creativas que lo inspiraban a escribir las letras de sus canciones en sus momentos de descanso. De esta manera, nació su primer vals, “Amelia”, que pronto se convirtió en un fenómeno en las festividades y las animadas celebraciones nocturnas de música criolla en Barrios Altos.
Con el tiempo, sus letras no solo encontraron voces en cantantes locales, sino que también resonaron en los escenarios de los cine-teatros, ocupando un lugar destacado en la escena musical y cultural del Perú. Su aguda sensibilidad artística le permitió plasmar en sus composiciones la amplia gama de la realidad que lo rodeaba. De este modo, escribió sobre la modernidad, el fútbol, el amor, el desencanto, la frustración, la añoranza, el reclamo social y una variedad de otros temas, dejando una huella perdurable en la música y la sociedad peruana.
La difusión de la música criolla de Pinglo
Con la llegada de las radioemisoras, Radio Nacional del Perú surgió como un canal crucial que permitió que las composiciones de Pinglo resonaran en los barrios populares del Cercado de Lima, ampliando su visibilidad en el mundo de la música criolla.
A medida que el tiempo avanzaba, un número cada vez mayor de artistas se convirtieron en apasionados exponentes de las letras del talentoso compositor peruano, Felipe Pinglo. Alcides Carreño tuvo el honor de estrenar el vals “Rosa Luz” en el Teatro Apolo de la Plaza Italia, mientras que Luis Enrique hizo lo propio con “El Plebeyo” en el Teatro Alfonso XIII ubicado en el Callao. Estos momentos fueron hitos trascendentales en la carrera de Pinglo, contribuyendo de manera significativa a su reconocimiento y aprecio en el ámbito musical peruano.
En una entrevista para un artículo de Oscar Pamo, la hija de Felipe Pinglo, Carmen Pinglo, compartió su perspectiva sobre el cantante y compositor, destacando su carácter amoroso y humilde. Carmen menciona:
“Era una persona muy afectiva, caritativa y profundamente humilde. Tenía un temperamento apacible, tranquilo y a veces melancólico, además de ser sumamente cariñoso con sus hijos. A menudo se reunía con sus amigos y disfrutaba de la bohemia, pero nunca dejó de regresar a casa, incluso cuando se quedaba fuera hasta altas horas de la madrugada. Su compromiso con su hogar y su familia nunca terminó”.
El camino y legado de Felipe Pinglo
Felipe Pinglo Alva, el ilustre embajador de la música criolla en el Perú, nació el 18 de julio de 1899 en Barrios Altos. Trágicamente, apenas una semana después de su nacimiento, su madre, María Florinda Alva, falleció debido a complicaciones del parto. Dado que su padre tenía una ocupación que lo mantenía alejado de casa, la crianza de Pinglo recayó en sus tías.
El menor experimentó una infancia marcada por una condición socioeconómica modesta. Sus primeros años de formación académica transcurrieron en la Escuela Fiscal de los Naranjos; posteriormente, inició sus estudios secundarios en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe, destacándose notablemente en el ámbito musical.
En su etapa como compositor de música criolla, el artista frecuentaba las jaranas barrioaltinas hasta altas horas de la noche. Sin embargo, su salud se deterioró gradualmente cuando contrajo la devastadora enfermedad de la tuberculosis, comúnmente conocida como la “peste blanca”.
A pesar de haber sido hospitalizado, Pinglo rechazó todos los procedimientos quirúrgicos recomendados por los médicos, pues su destino ya estaba sellado. En sus últimos momentos, el compositor dedicó sus últimas letras de vals a su esposa, Hermelinda.
El 13 de mayo de 1936, a las cinco y media de la mañana, Felipe Pinglo Alva dejó este mundo en su residencia ubicada en la calle Penitencia, hoy conocida como jirón Paruro N° 232. Su velatorio fue un evento concurrido y el traslado de su féretro al cementerio Presbítero Maestro se convirtió en un acto multitudinario, honrando la memoria del gran maestro de la música criolla peruana.
Felipe Pinglo: Patrimonio Cultural de la Nación
Felipe Pinglo se destacó como un compositor excepcional, en particular en el género de los valses criollos. Fue un retratista y cronista de su época que pasó de celebrar momentos festivos a plasmar, en las letras de sus composiciones, la marcada desigualdad social que caracterizó su experiencia en el Perú.
A través de sus melodías y letras, Pinglo no solo forjó vínculos significativos entre diferentes estratos de la población peruana, sino que también desempeñó un papel fundamental en la consolidación de la identidad nacional y en la enriquecedora diversidad cultural y poblacional del país. En reconocimiento a su legado, el Instituto Nacional de Cultura lo distinguió en 1999 como Patrimonio Cultural de la Nación.
El impacto de Pinglo perdura como un testamento duradero de su firme compromiso con la justicia social y su influencia profunda en la música y la sociedad peruana.