Presbítero Maestro, el cementerio más antiguo de Latinoamérica que es última morada de héroes, historiadores, criminales y expresidentes del Perú

Con una historia que se remonta a siglos atrás, el cementerio Presbítero Maestro se alza como un lugar de descanso eterno y un testigo silencioso de los eventos que han dejado su huella en la historia del Perú. Situado en los Barrios Altos, en Cercado de Lima, este camposanto es un tesoro de patrimonio cultural.

Durante la época del virreinato, no existían cementerios civiles en el Perú. Como resultado, los familiares de los fallecidos solían enterrar a sus seres queridos debajo de conventos, iglesias o monasterios. A lo largo del tiempo, esta práctica contribuyó al colapso de la ciudad de Lima. Hipólito Unanue señaló que las epidemias en la capital estaban relacionadas con la atmósfera de la ciudad, que se veía afectada por las prácticas inadecuadas de enterramiento.

A raíz de esta crisis sanitaria, se envía a construir el primer cementerio de carácter civil en Lima: Presbítero Maestro. Cabe mencionar que este recinto fue diseñado por el presbítero español Matías Maestro Alegría bajo un estilo neoclásico.

En esta nota, exploraremos la fascinante historia y la importancia de esta necrópolis, considerada la más antigua de Latinoamérica, donde descansan destacadas figuras que dejaron una huella imborrable en la historia del Perú. Sin embargo, en este lugar también descansan los cuerpos de personas con un historial delictivo.

Hace algunos años, Lima fue sacudida por una noticia que dejó a los ciudadanos de la capital en estado de conmoción. De la noche a la mañana, numerosos familiares y amigos comenzaron a desaparecer, un misterio que desconcertó a las autoridades policiales. Sin embargo, una investigación exhaustiva reveló un inquietante patrón: todos los desaparecidos habían visitado la peluquería de Lom Tom.

En la búsqueda del principal sospechoso, las autoridades se dirigieron a su establecimiento, solo para encontrarse con que este estaba cerrado, lo que aumentó aún más las sospechas. Cuando finalmente decidieron acorralarlo, se toparon con la sorprendente noticia de que Lom Tom se había quitado la vida.

Para muchos, la mente del asesino debía de haber estado seriamente afectada para cometer tales actos. Antes de realizar cualquier procedimiento estético, este barbero asesinaba a cada uno de sus clientes con una navaja que terminaba incrustada en sus yugulares.

El perturbador episodio llegó a su trágico desenlace el 27 de junio de 1918, con la muerte de Lom Tom. En la actualidad, su lugar de eterno descanso se encuentra en el Pabellón de los Suicidas del Museo Cementerio Presbítero Matías Maestro.

En el recinto de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana descansan una distinguida variedad de personalidades notables, entre las cuales se incluyen expresidentes, artistas, académicos e investigadores destacados, así como renombrados poetas, como Felipe Pardo y Aliaga, Manuel Ascencio Segura, Manuel González Prada, Ricardo Palma, Abraham Valdelomar y José Carlos Mariátegui.

El legado de Ricardo Palma

El autor de “Tradiciones peruanas” adquirió su popularidad en un contexto peculiar: la Guerra del Pacífico. Durante aquel conflicto, se centró en la reconstrucción de una biblioteca que había sido devastada por las tropas chilenas. Estos militares se habían llevado los libros y manuscritos como botín de guerra, pero él, incansable, se propuso recuperar cada documento que había sido sustraído.

Sin embargo, la vida del literato no estuvo exenta de dificultades. A los 86 años de edad, su salud comenzó a deteriorarse de forma constante, sumiéndolo en una creciente fragilidad. Finalmente, el 6 de octubre de 1919, el Perú lloraba la partida de uno de sus más ilustres literatos, don Ricardo Palma, quien falleció en su hogar en Lima. La noticia conmovió a la nación, ya que nuestro compatriota era mucho más que un simple escritor; era un tesoro viviente de la historia y la cultura del país.

Hoy, han transcurrido 104 años desde el fallecimiento de esta figura icónica de la literatura peruana. Sus restos descansan en el histórico cementerio Presbítero Maestro, perpetuando su legado en la tierra que tanto amó y que él mismo contribuyó a enriquecer con sus historias e inteligencia. Su memoria perdura como un faro de inspiración y orgullo para las generaciones venideras.

El trágico final de José Santos Chocano

El renombrado poeta peruano José Santos Chocano, conocido como “El Poeta de América”, es célebre por su estilo modernista y su poesía profundamente nacionalista. Entre sus obras más destacadas se encuentran “Alma América”, “Los cantos del Pacífico” y “Discurso en el Politeama”, en las cuales manifiesta su profundo amor por América Latina, su deseo de resaltar la identidad y la cultura de la región, y también su anarquismo, al escribir sin respetar la normativa española y al criticar a aquellos que fueron testigos de la guerra con Chile.

Después del trágico asesinato de Edwin Elmore, perpetrado por el propio José Santos Chocano, el poeta tomó la decisión de exiliarse en Chile, donde pasó los últimos días de su vida lejos de su patria. El 13 de diciembre de 1934, mientras viajaba en un tranvía en Santiago de Chile, fue víctima de un ataque: Martín Bruce le asestó cuatro puñaladas. Tras su fallecimiento, sus restos fueron repatriados desde Chile hasta el cementerio Presbítero Maestro en Lima.

En su tumba se puede leer el siguiente epitafio: “Aquí enterrado de pie como él quisiera. Esta el más frondoso árbol de la poesía castellana , el poeta peruano José Santos Chocano”.

La lucha por la voz indígena: Ciro Alegría

Ciro Alegría es ampliamente reconocido como uno de los escritores más destacados de la literatura peruana del siglo XX y un influyente exponente del movimiento literario indigenista. Su obra se centró en dar voz a las comunidades indígenas y resaltar sus luchas y desafíos en una sociedad dominada por la cultura occidental.

El escritor también desempeñó un papel activo en la política, afiliándose al partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Este vínculo lo llevó a ser perseguido en la década de 1930, lo que finalmente resultó en su exilio a Chile.

A fines de 1936, Ciro Alegría contrajo tuberculosis pulmonar. Aunque experimentó cierta mejoría con el tiempo, su salud se deterioró nuevamente semanas antes de recibir el alta médica. Una embolia cerebral lo dejó incapacitado para escribir. Sin embargo, con el apoyo fundamental de su esposa, continuó esforzándose por escribir y logró publicar su novela “Los perros hambrientos”.

El 17 de febrero de 1967, a la edad de 58 años, Ciro Alegría falleció debido a una hemorragia cerebral, tras pasar por una dolorosa agonía. Actualmente, sus restos descansan en el cementerio Presbítero Maestro, junto a otros destacados poetas y escritores peruanos. Su legado literario y su compromiso con las causas indígenas siguen siendo recordados y valorados en la historia cultural de Perú.

Este ilustre camposanto alberga las tumbas de expresidentes de Perú, entre los que destacan figuras como Ramón Castilla, José de La Mar, Agustín Gamarra, Manuel Salazar y Baquíjano, Juan Antonio Pezet, y muchos otros destacados líderes.

El legado y trágico final de José de la Riva Agüero: pionero presidencial en el Perú

José de la Riva Agüero fue el primer jefe de Estado peruano en ostentar el título de presidente de la República y en portar la banda presidencial bicolor como un símbolo distintivo de su autoridad y liderazgo en el país.

Su muerte se enmarca en el contexto de intensas rivalidades políticas y tensiones con el líder militar Simón Bolívar. Tras una serie de desacuerdos, Bolívar destituyó a Riva Agüero de su presidencia en 1824, lo que lo llevó a retirarse de la vida política y refugiarse en la ciudad de Trujillo.

El 5 de junio de 1858, el primer presidente del Perú fue trágicamente asesinado en Trujillo. Se presume que su muerte estuvo relacionada con las divisiones y luchas políticas que aún persistían en el Perú en ese período. El legado de Riva Agüero sigue siendo motivo de debate y análisis en la historia peruana, ya que simboliza un período tumultuoso en la lucha por la independencia y la consolidación de la república peruana.

El final de Augusto B. Leguía

Augusto B. Leguía desempeñó un papel destacado en la política peruana durante las últimas décadas del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. Ocupó diversos cargos públicos, incluyendo el de ministro de Guerra y Marina, además fue elegido presidente de Perú en dos ocasiones.

Durante sus presidencias, Leguía se enfocó en impulsar la modernización del país, promoviendo activamente proyectos de infraestructura y desarrollo. Sin embargo, su estilo de gobierno autoritario generó críticas y tensiones en la sociedad peruana.

La crisis económica mundial desencadenada por la caída de la Bolsa de Valores de Estados Unidos en 1929 afectó significativamente a Perú. En medio de las constantes protestas y la agitación popular, Leguía se vio obligado a renunciar a la presidencia. El poder pasó a manos del comandante Luis Sánchez Cerro, quien ordenó la detención del político. Este fue inicialmente recluido en la prisión de El Frontón y posteriormente en el Panóptico de Lima.

Leguía enfrentó dificultades en prisión debido a su avanzada edad y afecciones de salud. Trágicamente, el 18 de noviembre, una explosión de dinamita ocurrió cerca de su habitación en el hospital, a pesar de que se había informado sobre su mejoría. Leguía falleció en la clínica el 6 de febrero de 1932 a la edad de 69 años y sus restos se encuentran descansando en el cementerio Presbítero Maestro. Su muerte marcó el fin de una era en la política peruana y dejó un legado controvertido en la historia del país.

Dentro de los misterios que envuelven al Cementerio Presbítero Maestro, se teje una fascinante leyenda protagonizada por ‘Ricardito’, un personaje venerado con pasión por el pueblo y cuyo culto ha dado origen a un altar en su honor. Este lugar de veneración ejerce un magnetismo especial sobre numerosos devotos que acuden con fervor. Lo notable es que, en un gesto de singular simbolismo, un sacerdote católico conmemora tanto el nacimiento como el fallecimiento de este misterioso personaje, aportando una dimensión espiritual única a la narrativa.

‘Ricardito’, ahijado del mariscal Andrés Avelino Cáceres, encontró un destino trágico a la edad de tan solo 7 años, víctima de la devastadora epidemia de fiebre amarilla que asoló el Perú. Como resultado, innumerables creyentes alegan haber sido escuchados por el ángel Ricardo. Por ende, en su santuario se acumulan juguetes, cartas con testimonios de milagros, recuerdos y otras ofrendas.

Para muchos de sus seguidores, el pequeño niño ha concedido milagros en respuesta a sus plegarias. La fama de estos acontecimientos se ha transmitido de generación en generación, convocando a un creciente número de personas que acuden con devoción a su nicho, esperando con ansias la realización de sus propios deseos milagrosos.