El misterio de la naturaleza humana ha causado desde siempre gran curiosidad y ha sido objeto de estudio desde hace mucho tiempo. El pensamiento, las emociones, los cambios en la personalidad son aspectos complejos que se ven impactados por factores como el entorno, las experiencias, pero también enfermedades y momentos traumáticos, entre otros.
El ser humano siempre ha buscado la solución a grandes problemas y vive tratando de encontrar un por qué para casi todo. Desde que la medicina se practica no ha parado de cambiar, y con ella se han introducido y reconocido nuevas ramas de la salud. Sin embargo, hay una en particular que destaca no solo por su inclusión medianamente tardía como un estudio formal y aceptado dentro del campo médico, sino porque surge como una respuesta a problemas que en el pasado se le atribuían en casi el 100% de los casos a temas religiosos.
Por supuesto, no podía ser otra que la psiquiatría, que ha cargado por mucho tiempo con un halo de ‘misterio’ y fue vista como una mera locura de quienes se interesaban y trataban de encontrar métodos para tratar con enfermedades que en días de antaño no estaban catalogadas como tales.
En Perú no ha sido diferente, ya que, aunque se trataba con los problemas de salud mental, no había preparación suficiente y mucho menos un entendimiento real de estos. Sin embargo, los vestigios de lo que fueron los inicios de esta especialidad en el país han quedado como un recordatorio y pueden ser hoy visitados en el Museo del Hospital Víctor Larco Herrera, que tiene documentos históricos y un patrimonio de suma importancia para entender mejor cómo fue evolucionando la psiquiatría.
Infobae Perú conversó con la museóloga Diana Bustamante, curadora del patrimonio histórico del hospital Víctor Larco Herrera, quien ofreció detalles acerca de la historia que guarda este importante espacio que data del año 1919 y fue creado por don Víctor Larco Herrera y los psiquiatras de aquella época.
La especialista resalta que la creación del museo tuvo fines científicos y hoy contiene un legado diverso que permite detectar de forma física “cómo era el trato y la rehabilitación de los pacientes en esa época”. Por otro lado, también explica que el material que se guarda en el recinto está dirigido principalmente a universitarios e investigadores de diversas disciplinas.
“Aquí vienen muchos antropólogos, filósofos, críticos de arte, entre otros”, precisó.
Al realizar un recorrido por las instalaciones del museo, llama la atención la infraestructura que se ha mantenido con un estilo propio del año en que fue construida, pero que ha sido cuidadosamente conservada. Algunas de sus salas resguardan instrumentos que fueron usados en su momento para tratar los males que sufrían los pacientes, como una silla especial para aquellos que no tenían control de sus esfínteres o hasta una especie de jaula conocida como “cuja”.
“En la silla persa se colocaban bacinicas y los pacientes eran amarrados de los bracitos para estar ahí seguramente por mucho tiempo. La silla estaba relacionada al manicomio de Cercado. Después ya aparece el Asilo Colonia de la Magdalena (hoy Hospital Víctor Larco Herrera). Empieza a haber una revolución en cuanto al tratamiento de los pacientes como, por ejemplo, aparecen los primeros inyectables y también los frascos con contenidos naturales y la fórmulas magistrales para suministrar a los pacientes, pero que eran elementos naturales casi homeopáticos y el efecto era nulo, por eso se utilizaban estos instrumentos represivos para su contención. Ahora nos parecen crueles, pero en ese momento era tecnología de punta porque eran modelos europeos, no es que en Perú se habían inventado las jaulas como instrumento de contención”, precisa la museóloga.
También explica cómo era que se traían los insumos para las medicinas que venían en barco, contenidas en grandes frascos de vidrio que garantizaban su llegada en óptimas condiciones hasta el puerto del Callao.
“Los insumos venían de Europa como el Coñac, el buen vino, y algunos para el laboratorio, porque dentro de la dieta de los curas y las monjas en el manicomio del Cercado, siglo XIX, estaba el Coñac y el vino, y también estaba el pisco por supuesto, pero eso lo teníamos a la mano”, sostuvo. Por otro lado, en el museo también se mantienen el legado de la farmacopea en Perú, con los variados elementos que se usaban para preparar las medicinas destinadas a los pacientes.
“Encontramos insumos como el cáñamo, que es un derivado del cannabis, el clorhidrato de cocaína, clorhidrato de quinina y el opio, eran elementos muy importantes que los utilizaban con fines anestésicos, no como psicoactivos. Entonces es como un recorrido de lo que es la historia de la farmacopea donde aparecen los primeros inyectables que tampoco eran tan efectivos”, dijo.
El patrimonio del hospital permite entender de manera interactiva cómo se fue desarrollando la psiquiatría en el país, sin embargo, el doctor Luis Arturo Vílchez Salcedo, Médico Psiquiatra del Hospital Víctor Larco Herrera, narró para Infobae Perú algunos aspectos complementarios que permiten tener un panorama más completo.
“Antiguamente a una persona que tenía un mal digamos en esa época de tipo psiquiátrico, era tomada como una posesión demoníaca, una un castigo divino; por consiguiente el tratamiento tenía que ver con aspectos religiosos (...) las personas que se dedicaban al tratamiento de los problemas de salud mental se le denominaba alienistas, no eran formalmente psiquiatras”, expresó.
Con el pasar de los años y gracias a la intervención del doctor Cayetano Heredia, se implantó el primer centro nosocomial para la salud mental con todos los avances de la época traídos desde el continente europeo, era conocido como el Manicomio de Cercado. Para en el año 1918 se inauguró finalmente el Hospital Víctor Larco Herrera.
“El hospital tenía una extensión enorme, había de todo para que la persona que estuviera internada se empleara en algo, se dedicara a algo. Había animales, espacios amplios para la agricultura. Paralelamente a ello existió también una corriente un poco más científica. Ahí es donde empiezan los tratamientos formales de esa corriente científica. Hermilio Valdizán fue el primer director de aquí, y Honorio Delgado, que fue médico del hospital, le dio el aspecto ya mucho más formal y científico. Él trajo por primera vez la clorpromazina, por ejemplo, un medicamento antipsicótico que se usó aquí; el litio, pero además se usaban otro tipo de, entre comillas, ‘pseudotratamientos’, uno de ellos era el que nosotros le llamamos el electroshock. (...) lo que buscaba el doctor Hermilio Valdizán era que la persona ya no viviera enjaulada, recluida”, explicó el doctor Vílchez.
“También se empleaban, por ejemplo, técnicas un poco cruentas como aplicar algunas sustancias en los músculos para que las personas tuvieran dolor y no se pudiera mover, o empleaban técnicas como la insulinoterapia, que consistía en emplear altas dosis de insulina para que el paciente entrara en coma y convulsionara. Se tenía la idea de que la convulsión conseguía disminuir la agitación y la psicosis”, agregó.
Por supuesto, todos estos tratamientos deben ser entendidos como parte del poco conocimiento que se tenía en aquella época sobre cómo funcionaban las enfermedades de salud mental. “Antes las patologías psiquiátricas no se entendían como tal. Para que usted venga a tratarse, usted tenía que tener serios problemas en su conducta y en su pensamiento, y ser un problema para la familia”, precisó el médico psiquiatra.
Pese a los duros antecedentes, destacan los esfuerzos de médicos que dedicaron su tiempo a entender los padecimientos de carácter mental. En tal sentido, el museo guarda muestras de uno de los tratamientos más llamativos y que dio buenos resultados.
“Honorio Delgado crea en el Asilo Colonia de la Magdalena un taller de investigación científica relacionada a la psicopatología de la expresión y terapia, entonces los pacientes libremente visitaban el taller para plasmar su cosmovisión en el soporte que tuvieran a la mano que podría ser tela, piedra, cartón, cartulina, lo que quisieran; y tenemos colecciones muy importantes”, explicó Diana Bustamante, quien destaca una de las muestras conocida como el ‘Maestro de las calaveras’.
Desafortunadamente, hasta el momento no se ha logrado dar con el autor de dicha colección, sin embargo, se realizan esfuerzos para ubicarlo, posiblemente mediante su historia clínica. Por otro lado, resumió a Infobae Perú que el tratamiento logró tener éxito en un caso de particular importancia del cual se tiene una amplia colección de óleos y pasteles con diversas técnicas. Se trata de un paciente que tenía conocimientos en pintura. Su paso por el taller del doctor Honorio Delgado en aquellos días logró curarlo y fue dado de alta.
La museóloga también ofreció detalles sobre otra muestra que pertenece a un paciente llamado Arturo Madueño, y que puede ser apreciada en el museo.
“Era un joyero arequipeño (...) indica su historia clínica que empieza a escuchar voces que le indican que dibuje cabezas y él empieza a dibujar cabezas a las que le salen otras cabezas, y eso es producto de que su deterioro era inminente y ya se vuelve esquizofrénico porque su melancolía era muy fuerte” precisó.
La obra del paciente se caracteriza por tener dibujos de corte erótico, pero también religioso, entre otros componentes. Uno de los aspectos más interesantes de la muestra es que cada uno de los cuadros ha sido dibujado en diferentes etapas de su enfermedad y con gran cantidad de detalles, además de superficies diversas, dando un resultado inquietante y fascinante.
Algunos de los cuadros de la tecnoterapia fueron presentados en una exposición científica titulada “Amentes”, para conmemorar el centenario del hospital. Desde entonces destaca el trabajo que se ha hecho para conservar y restaurar las piezas que guarda el museo.
En el recinto también hay una interesante y valiosa colección de registros de admisión que en su momento fueron un aporte sumamente importante para el diagnóstico.
“Este registro contenía fotos que se tomaban en cuanto al paciente llegaba y después lo pasaban a practicarle la antropometría, que significaba medir la cabeza con calibradores. Median los brazos, el pie, todo porque se pensaba que si tenía la cabeza muy grande, podía padecer de una enfermedad mental. Es un modelo europeo también, esto fue creado por Dagognet, un médico francés que trabajaba en el psiquiátrico Santa Ana en París, que crea este modelo para ver la fisionomía del paciente. Entonces todo lo que era europeo se copiaba mucho en América”, definió la museóloga.
Es importante destacar que el museo cuenta también con una réplica del antiguo laboratorio de Patología del hospital donde trabajaba el doctor Enrique Encinas, que tenía una colección de cerebros como parte de su investigación psicopatológica. Uno de estos se encuentra exhibido en el museo. También se recomienda visitar la biblioteca Enrique Encinas, que contiene una serie de escritos científicos que dan cuenta de la historia de esta rama de la medicina.
La apasionante historia de la psiquiatría tiene más de un capítulo, pero no ha estado lejos del estigma social que muchas personas ponían tanto sobre los pacientes, como a los médicos. Afortunadamente esto ha ido cambiando, como también lo han hecho los tipos de padecimiento que llegan a las consultas.
El doctor Arturo Vílchez determinó que los problemas como la depresión, ansiedad, entre otros, han empezado a llegar con más frecuencia en épocas más modernas, junto con problemas como la farmacodependencia.
Finalmente, manifestó que actualmente este tipo de problemas no son atendidos desde una sola rama de la medicina, sino que se cuenta con un equipo experto en salud mental para ayudar a mejorar la vida de todos aquellos que padecen estos males.