Catedrales e iglesias antiguas: el legado religioso del Perú en América Latina

Desde la conquista de los españoles, la fe católica es un pilar fundamental en la vida de los peruanos. Según el libro ‘La religión en el Perú al filo del milenio’, la Iglesia católica se encuentra arraigada profundamente en este país desde la época colonial, cuando Lima se convirtió en un centro crucial para la evangelización de los conquistadores entre la población peruana. Un dato intrigante es que los primeros santos canonizados del continente americano fueron peruanos.

El libro ‘Perú cristiano’, de Enrique Fernández García, revela que desde los primeros momentos de la conquista, los misioneros compitieron incansablemente por la conversión religiosa en el Perú. Los Dominicos, Franciscanos y Mercedarios lideraron expediciones incesantes para llevar el mensaje de la fe.

A raíz de la conquista del Tahuantinsuyo por Francisco Pizarro en abril de 1532 y la posterior fundación de San Miguel de Tangará en agosto, junto con la captura de Atahualpa en noviembre, se inició el proceso de evangelización que moldearía la identidad religiosa del Perú y la construcción de iglesias.

La Iglesia de San Lucas, un templo histórico y religioso, se encuentra en la localidad de Colán, en el centro del distrito del mismo nombre, en la provincia de Paita, Piura. Su historia se remonta a 1535, cuando sus primeros cimientos fueron colocados, convirtiéndola en la iglesia más antigua aún en pie en toda América del Sur.

Este templo, conocido como la primera construcción religiosa en las costas del Pacífico Sur, es un testimonio de la arquitectura colonial. Sus sólidos muros están hechos de piedra caliza, y su fachada presenta cuatro impresionantes columnas de madera torneada. Un reconocimiento oficial de su importancia llegó en enero de 1983, cuando fue declarada Monumento Histórico Nacional.

Uno de los tesoros más destacados de la Iglesia de San Lucas es su retablo principal, adornado con un escudo nobiliario que representa a un águila, un símbolo de realeza y poder que remite a la dinastía de los Habsburgo, que gobernó España durante los siglos XVI al XVIII. Además, esta iglesia atesora una campana que data de 1908, aunque registros históricos sugieren que ya en 1830, Don Francisco Helguero había donado una campana a la torre del campanario.

El interior de la iglesia es un tesoro artístico, con retablos, obras pictóricas, y objetos litúrgicos que narran la historia religiosa de la región. Entre 1987 y 2000, esta pieza arquitectónica fue sometida a un proceso de restauración gracias al esfuerzo conjunto del Instituto Nacional de Cultura, la embajada alemana, Foncodes, la Sub-Región Luciano Castillo, y la Universidad de Piura.

El libro “Edificación de la Iglesia Catedral de Lima”, escrito por Jorge Bernales Ballesteros, nos da pistas sobre el enigma de la primera edificación religiosa en la capital peruana. Hoy en día, no hay lugar para debate: la “capillita del puente” en el barrio de San Lázaro, durante muchos años considerada como la primera construcción religiosa de la ciudad, se ha demostrado que data de 1541. En contraste, la iglesia mayor, fundada por Francisco Pizarro bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, comenzó su construcción en 1535, aunque en una forma rústica y provisional. Según el arquitecto Harth-Terré, esta primera iglesia mayor se erigió sobre el antiguo templo pagano de Puma.

La construcción de esta iglesia comenzó en un momento crucial, el mismo día en que el fundador colocó la primera piedra y madero, es decir, el 18 de enero de 1535, el día de la fundación de Lima. Las obras se llevaron a cabo bajo la atenta vigilancia del mayordomo encargado de la fábrica, Gregorio de Sotelo, y con la supervisión directa de Francisco Pizarro. En enero de 1536, Cristóbal Gutiérrez asumió el cargo de mayordomo en reemplazo de Gregorio Sotelo, y poco después, en mayo del mismo año, fue sucedido por Francisco de Maza.

La catedral de Cusco tiene sus inicios en la construcción de la Iglesia del Triunfo en 1539, edificada sobre los cimientos del antiguo palacio de Viracocha Inca. Actualmente, esta iglesia sirve como capilla auxiliar de la Catedral. En 1538, tras el regreso de Vicente Valverde con las cédulas reales que lo reconocían como obispo del Cusco, se inició la edificación del edificio, pero esta obra se detuvo inicialmente, según consta en la respuesta del Cabildo del Cusco. Se reanudó en los años posteriores, pero se encontraron desafíos debido a la falta de espacio, ya que los terrenos inicialmente destinados habían sido cedidos a los Franciscanos y los Mercedarios.

Ante este problema, el segundo obispo del Cusco, Juan Solano, tomó la decisión de comprar el terreno adyacente, que correspondía al antiguo palacio de Viracocha. Este evento se llevó a cabo el 17 de mayo de 1552. La construcción de la Basílica Catedral comenzó en 1560 bajo la dirección de varios arquitectos, pero fue durante el liderazgo de Miguel Gutiérrez Sencio, con un estilo sobrio y puro, que se completó en 1654.

El material utilizado en su construcción incluyó piedra local y bloques de granito rojo de la fortaleza de Sacsayhuamán. Esta majestuosa estructura, con tres naves, es un testimonio de la fusión de diversos estilos arquitectónicos, como el renacentista en su fachada y el barroco, tardo-gótico y plateresco en su interior.

Alberga orfebrería colonial y altares de madera tallados. Además, la catedral presenta importantes obras de la Escuela cuzqueña de pintura, una de las más influyentes de la América Colonial, que dejó su marca en las pinturas que adornan sus muros. La imagen del Señor de los Temblores es una de las reliquias más veneradas en la catedral.