La historia del Perú no deja de sorprender al mundo, y aunque el tiempo y el polvo fueron cubriendo las huellas de algunos espacios trascendentales para entender mejor el pasado, algunos han logrado prevalecer en el tiempo y contar su historia. Ese es el caso de la Huaca Bellavista, una magnífica muestra viva de tiempos antiguos que da señales de ocupación en el distrito de Santa Anita mucho antes de que este fuera fundado.
Esta huaca se encuentra situada en la margen izquierda del río Rímac, ubicación que habría sido elegida con fines administrativos y de control territorial, debido a que desde esa zona se podría apreciar el canal de Surco y estaba fuera de la zona propensa a sufrir inundaciones, es decir, un espacio elevado.
Se desconoce con exactitud cuándo empezó a construirse, pero se sabe que habría pasado por un proceso largo que duró unos 450 años desde que se sentaron las bases en el suelo original hasta que se levantó la pirámide artificial que tiene unas dimensiones de 90 por 60 metros y al menos 7 metros de altura. En tanto, el área plana que circunda esta estructura ocupa aproximadamente 6085 metros cuadrados.
Cabe mencionar que la estructura habría tenido un tamaño mucho mayor en la antigüedad; sin embargo, este fue reducido al usarse la zona como tierras de cultivo, para lo cual se habrían derrumbado parte de sus muros, propiciando el colapso de otras partes de la construcción y su deterioro.
¿Quiénes habitaron la huaca de Bellavista?
Según narra la historia, la primera cultura que se apostó en esta zona fue la cultura Ychsma, una sociedad autónoma que habitó allí entre los años 1000 y 1532 d. C. Aunque el espacio funcionó como un centro de control, eventualmente fue abandonado por los pobladores y pasó a ser un lugar de entierros durante la ocupación de la cultura inca, periodo que se extendió hasta la llegada de los españoles.
Para la época de la conquista española el espacio seguía funcionando como cementerio e incluso sirvió para enterrar a personas con rastros de haber recibido impactos de bala, pero también lesiones con armas andinas que dan cuenta de una terrible convulsión social en la época.
Más adelante, fue nuevamente abandonado y parte de su perímetro usado como campo de cultivos. La zona pasó a ser llamada San Antonio de Buena Vista aproximadamente en el siglo XVII, y fue adquirida por el oidor Pablo Vázquez de Velazco, quien posteriormente construye su casa muy cerca de allí.
Los años pasaron y la huaca que alguna vez tuvo gran esplendor siguió sufriendo el desdén de un pueblo que todavía no había tomado conocimiento y conciencia de su rica historia. Las tierras fueron parte de la hacienda conocida como Zavala por muchos años e incluso llegaron a albergar esclavos que realizaban todo tipo de labores.
No obstante, con la abolición de la esclavitud, la falta de mano de obra en la ciudad se hizo evidente, por esa razón se recurrió a traer trabajadores de origen chino para mantener los espacios. En medio de esta nueva realidad, la huaca una vez más sirvió como espacio de entierro, pero esta vez para los ciudadanos de nacionalidad china que no profesaban el cristianismo y, por lo tanto, no podían ser enterrados en los cementerios administrados por la iglesia Católica. Años después, la hacienda terminó a manos de una familia de origen italiano.
¿Qué se encontró en la Huaca Bellavista?
A la fecha, las investigaciones han dado como resultado el sorprendente hallazgo de cuerpos de personas que habrían sido impactadas por proyectiles, entre ellos, tres varones adultos, una mujer adulta y dos niños. Además de esto, se precisa que hay otros cuatro cuerpos que tendrían evidencias de haber sido golpeados con objetos contundentes o punzocortantes.
La importancia de estos hallazgos es que dan cuenta de la resistencia andina ante la llegada de los españoles al Perú y las duras batallas que libraron hasta perecer.
Asimismo, se han encontrado en la zona los vestigios de ajuares funerarios, joyas con aplicaciones, piezas de tejido, cerámicas, entre otros que indican que también hubo entierros de personajes de élite de la época. También se encontraron aríbalos, que confirmarían la ocupación inca en este lugar.
También llama la atención el hallazgo de 16 cuerpos de inmigrantes chinos que habrían trabajado en la hacienda Zavala. Algunos conservan la vestimenta con la que fueron enterrados, como sacos de colores con ojales y cuerdas transversales, lo que permitió identificar su origen.
Vale mencionar que algunos de estos entierros se hicieron en ataúdes, mientras que otros se hicieron directamente en la tierra, lo que demostraría que los fallecimientos ocurrieron en periodos de tiempo algo distantes el uno del otro.
Lo cierto es que esta huaca es de gran importancia para comprender mejor la forma en que vivían las antiguas culturas en Lima, pero también el fenómeno de la ocupación europea y la migración.