Con más de 3 mil metros de altura, entre curvas y paisajes se logra llegar a la ciudad más alta del departamento de Piura, Ayabaca. De diferentes lugares del Perú, desde niños hasta ancianos, los peregrinos recorren miles de kilómetros, a través un camino largo y accidentado, para cumplir con un propósito sagrado: acompañar a la venerada imagen.
El motivo detrás de esta devoción radica en las creencias religiosas y la historia local. La imagen es considerada milagrosa y se dice que ha realizado numerosos milagros a lo largo de los años, lo que ha fortalecido la fe de los fieles.
El sacrificio no tiene límites, es por eso que el acto de llegar de rodillas para venerar al Señor Cautivo de Ayabaca son una muestra de profunda reverencia y agradecimiento por los favores divinos otorgados a través de esta imagen.
Devoción y tradición
A través de los bellos paisajes andinos, se esconden historias de gran devoción. Los fieles peregrinos que cada año acuden a las alturas de la sierra piurana mantienen una promesa y lo expresan a través de su dolor en la oración.
Alrededor de tres meses caminando, arrastrándose, e incluso, de rodillas los peregrinos llegan al altar del ‘Morenito’ para demostrar su agradecimiento lleno de fe y sacrificio por los milagros cumplidos.
Para muchos esto es algo sorprendente, pues los fieles devotos llegan con heridas, deshidratados, pero para los peregrinos significa una muestra de penitencia. Algunos quieren pagar por sus pecados de esta manera, y otros pedir por algún milagro de vida.
Entre caminos estrechos, abarrotados de gente emocionada e inmensas colas, los seguidores del Cautivo de Ayabaca hacen lo posible por llegar a tocar a la imagen que se encuentra guardada en la iglesia.
Milagros y testimonios
Uno de los primeros milagros que se le atribuye a la venerada imagen ocurrió cuando aún era un madero, era tan pesado que nadie, así sea en grupo, podía cargarlo. A raíz de esto, los pobladores tomaron la decisión de contratar una banda de músicos, es así que en el son de los ritmos musicales, el madero logró desplazarse hasta el centro del pueblo, por lo que se consideró que este sería uno de los primeros milagros que habían sucedido.
Un claro testimonio de milagro es el de Carlos Alberto V. Gómez, hombre talareño de 58 años que en su juventud se dedicaba a la pesca y recorría los largos perímetros del mar a través de su barco a motor. Pasaba varios días internado, alejado de su familia, donde su única visión era el cielo y el mar. Durante una de sus jornadas laborales tuvo complicaciones con el motor, su grupo de compañeros intentó arreglar la avería, sin embargo no encontraron la solución.
”Yo inicié mi rutina laboral en la mañana, en ese tiempo no existían los celulares, así que yo me guiaba por la ubicación del sol. Calculo que para cuando el motor empezó a dejar de funcionar, yo ya tenía seis horas mar adentro”, comentó el pescador para Infobae Perú.
Pasaron días, incluso semanas, varados en el mar. Solo sobrevivían alimentándose de pota seca, pero esta no duraba debido a la falta de refrigeración, cada integrante solo podía tomar un vaso de agua, ya que era el límite para que pueda alcanzar. Para ellos, cada segundo era muy importante, pues cada día tenían menos municiones.
Desesperados sin saber el rumbo a donde estaban siendo dirigidos por el mar, empezaron a perder la conciencia, incluso algunos se dieron por vencidos y solo querían “esperar su hora final”.
Carlos, con tan solo 25 años, se aferra a su imagen del Señor Cautivo de Ayabaca, que llevaba a cada viaje. Oraba por su vida y la de su familia, tan solo necesitaba un milagro para que vayan en su búsqueda.
”Recuerdo que mis compañeros se habían dado por vencidos, pero yo me aferré, pedí con devoción a mi cristo moreno y él me escuchó”, comentó.
En ese trance de tiempo, la imagen se le presentó en aquel barco que ya no daba para más, así que Carlos decidió dar un último intento al motor que los había dejado plantados en medio de la nada. Con algunos conocimientos en mecánica, el joven pescador nuevamente intenta encender el motor y logra escuchar el tan esperado sonido que significaba que estaba dando señales de recalentamiento. Las lágrimas brotaron por sus ojos, tenían una oportunidad más de vida. Tomaron rumbo desconocido y en el camino se encontraron con un crucero que logró auxiliarlos y llevarlos a costa. Desde ese momento, el hombre talareño se aferró a la venerada imagen y cada año hace lo posible para acompañarlo en su día central, 13 de octubre.
Historia del Señor Cautivo de Ayabaca
A raíz de las tradiciones que se van conservando de generación en generación, se relata la historia del Señor Cautivo de Ayabaca.
Cuenta la historia que durante el transcurrir de los años, allá en 1751, García Guerrero, un sacerdote español tenía como patrona a la Virgen del Pilar, sin embargo en gestión con los moradores, ordenó que se construya un patrón para la provincia.
Para esto, en el pueblo de Ayabaca, que se caracteriza por sus numerosas chacras, se encontró a un campesino que estaba arando su tierra y cortando madero, pero ocurrió algo que llamó mucho la atención de los pobladores, pues de ese madero empezó a brotar un líquido con apariencia de sangre.
Preocupado el hombre, se fue corriendo a informarle al clérigo del pueblo para saber qué es lo que estaba sucediendo, él solo atinó a responder: “Ese madero quiere que lo veneren”.
Así se inicia la novedad a todos los pobladores, por lo que se ayudó a conseguir yuntas de toros para poder sacar el extraño tablón que por alguna razón estaba sangrando. La madrugada del día en que iban a sacar el madero, una yunta murió. Luego, saliendo del lugar, donde se iba a finiquitar la acción, se rompió la pata de la yunta. Ya no había forma de sacar ese madera, que por alguna razón extraña, era muy pesado.
Nuevamente los pobladores asustados se dirigieron al sacerdote para explicarles lo que había sucedido, por lo que él nuevamente respondió ‘el madero quiere ser venerado’. Es así que se inicia la búsqueda de escultores.
En el largo camino, los pobladores encuentran a tres personajes vestidos con ponchos blancos de lana y montados en bellos caballos blancos, ellos le comentaron que eran escultores, por lo que se comprometieron a esculpir la imagen del Señor Cautivo con la condición de que el pueblo guardara absoluta reserva de su presencia, y que nadie los vea trabajar.
Después de unos días, los pobladores no veían avance alguno, ya que estos escultores trabajan con las puertas cerradas. Incluso, algunos pensaron que habían sido estafados, pero fue todo lo contrario.
Ante la desesperación de los moradores se tomó la decisión de derribar la puerta del cuarto y grande fue su sorpresa cuando descubrieron que los supuestos escultores, considerados ángeles del Señor, habían desaparecido; sin embargo, estaba tallada la venerada imagen del Señor Cautivo de Ayabaca.
Impacto cultural
La celebración en honor al Señor Cautivo de Ayabaca es una de las festividades religiosas más populares, después de la procesión del Señor de los Milagros, en el calendario nacional.
El 1 de octubre de 2013, el Ministerio de Cultura reconoció la peregrinación y celebración en honor al Señor Cautivo de Ayabaca como un elemento fundamental del Patrimonio Cultural de la Nación, debido a su destacada importancia como una de las manifestaciones más profundamente arraigadas de la religiosidad popular.
Esta festividad, cada año, atrae a una gran cantidad de personas por lo que en el día central la misa, en honor a la venerada imagen, es celebrada en las calles.