En el siglo XXI, nuestro país continúa desplegando su fascinante cultura milenaria, un legado que ha maravillado al mundo con los hallazgos arqueológicos. Un claro ejemplo es: Machu Picchu, la majestuosa ciudad inca, se cuenta entre las siete maravillas del mundo, atrayendo a viajeros de todos los rincones del planeta.
En este mismo contexto de sorprendentes descubrimientos, encontramos a la Dama de Cao, cuya momificación impecable revela la destreza de antiguas técnicas funerarias que han resistido el paso del tiempo. Sin embargo, bajo la sombra de estos monumentales hallazgos yacen relatos menos conocidos pero igualmente apasionantes. ¿Quién fue esta mujer que gobernó en el antiguo Perú?
Los Mochicas
Comencemos nuestro recorrido por la historia del antiguo Perú con los Mochicas, una civilización cuyo legado sigue asombrando hasta el día de hoy. Los Mochicas, también conocidos como Moches, florecieron entre los siglos II y VIII d.C. a lo largo de la costa norte y los valles del Perú. Su poder y dominio se extendieron desde los valles de Chicama hasta Trujillo, abarcando una impresionante extensión de 600 kilómetros. Esta civilización no solo gobernó extensos territorios, sino que también se destacó en el arte, creando murales, cerámicas y trabajos en metal de un grado estético sin igual en las Américas.
El libro ‘Historia económica del Norte Peruano. Señoríos, haciendas y minas en el espacio regional’ de Carlos Contreras Carranza y Elizabeth Hernández García, revela la complejidad de la sociedad, moche. Cada uno de los valles bajo su dominio estaba gobernado por un señor principal que adquiría una imagen semi divina, concentrando todo el poder, en particular el religioso.
Este enfoque teocrático y jerarquizado permitía un eficaz control de la sociedad y contribuía a mantener una economía estable. Los Mochicas se caracterizaron por sus mecanismos eficientes de reciprocidad, que abarcaban etnias de todo el territorio, incluyendo los valles de Lambayeque, Moche, Virú, Chao, Santa, Nepeña y posiblemente Huarmey.
Descubrimiento de la Dama de Cao
Transcurría el año 1990, cuando el arqueólogo Régulo Franco y el magnate Guillermo Wiese se embarcaron en la excavación de la huaca Cao Viejo, un sitio histórico ubicado a unos 60 kilómetros al norte de Trujillo. Este enclave guarda los secretos y tesoros de la cultura mochica, pero su camino estuvo plagado de obstáculos. Constantemente amenazados por los huaqueros y los saqueadores de tumbas, el equipo de Franco se enfrentó a desafíos que pusieron a prueba su determinación.
Quince largos años transcurrieron desde el inicio de la excavación hasta esa mañana del 2005, cuando una serie de objetos quemados, como madera, cerámica, agujas de cobre, pescado, figuritas de madera y cinabrio, atrajo la atención de los arqueólogos. En ese momento, una corazonada se apoderó de ellos: estaban al borde de descubrir la tumba de un individuo de gran importancia en la historia mochica.
Finalmente, el 15 de mayo de 2006, un fardo funerario intacto emergió ante los ojos emocionados de Régulo Franco y su equipo. Pesando alrededor de cien kilogramos y con una longitud de 1,80 metros, el fardo yacía con la cabeza orientada hacia el sur, siguiendo la tradición mochica. A su lado, reposaba el cuerpo de una joven envuelto en 26 capas de tela, algunas decoradas con láminas de cobre dorado y restos de algodón.
Al retirar las capas finales, los arqueólogos se encontraron con un tesoro de collares, diademas, coronas y 44 narigueras de oro y plata, algunas cuidadosamente guardadas en estuches de tela. Junto al cuerpo descansaban dos cetros ceremoniales de madera recubiertos de cobre dorado, cada uno de 1,75 metros de altura. En el interior del fardo, se descubrieron 23 estólicas o propulsores para lanzar dardos.
Este hallazgo logró definir qué rol significativo cumplía la Dama de Cao en la sociedad mochica hace 1,700 años. Su descubrimiento, comparado con el del Señor de Sipán, redefinió la creencia de que solo los hombres ocupaban cargos de alto rango en el antiguo Perú.
¿Cómo fue la Dama de Cao?
Durante la época de los mochicas, en el norte de Perú, vivió una mujer de gran poder. Los estudios bioantropológicos revelaron que la Dama de Cao falleció a la edad de aproximadamente 25 años y tenía una estatura de 1,48 metros. Más allá de estos datos, el análisis de su cabello delató sus hábitos alimenticios, que incluían granos de maíz y productos marinos.
Sin embargo, lo que realmente asombró al arqueólogo Régulo Franco fue el descubrimiento de tatuajes en los antebrazos de la Dama de Cao. Estos diseños representaban serpientes, arañas, animales lunares y figuras geométricas, sugiriendo que no solo era una gobernante, sino también una curandera que incorporaba la simbología de su cosmovisión en su piel.
El autor Elía Mujica Barreda destcaó que: “(...) a partir de la observación de un cerámico en el museo Cassinelli de Trujillo, donde encontramos a una mujer chamán, curandera, que también tiene en los antebrazos tatuajes de serpientes, esta se encuentra atendiendo a un paciente colocado en posición de cúbito dorsal; demostrando con ello que la Dama de Cao o la Dama de los Tatuajes tenía poderes sobrenaturales para curar”
El cambio en la historia
El descubrimiento de la Dama de Cao marcó un punto de inflexión en la historia. Como destacó el arqueólogo Franco en una entrevista para RPP, esta extraordinaria figura se erige en un paradigma para las mujeres peruanas y del mundo entero. Hace más de 1,700 años, en el valle de Chicama, en la costa norte del Perú, existió una mujer de un poder sin igual. Este hallazgo es un símbolo de empoderamiento que resuena en la sociedad actual, desafiando la percepción de que en tiempos prehispánicos las mujeres desempeñaban un rol secundario.
Investigadores como Maritza Villavicencio, Arabel Fernández y otros expertos subrayan la relevancia de revisar y reevaluar los estudios que han moldeado la comprensión de la presencia femenina en la política y la religión en esa época. La figura de la Dama de Cao desafía la noción de un sistema patriarcal dominante, revelando que las mujeres también ocuparon posiciones de poder político en ese contexto ancestral. El legado de esta mujer poderosa y enigmática nos recuerda que la historia no está escrita solo por hombres, sino que las mujeres también jugaron un papel fundamental en la forja de civilizaciones antiguas. Este hallazgo arqueológico es una ventana abierta hacia un pasado que sigue revelando sorpresas y desafiando nuestras suposiciones previas.
¿Dónde se encuentra la Dama de Cao?
En la costa norte del Perú, en el pueblo de Magdalena de Cao, que cuenta con poco más de 3 mil habitantes, se encuentra uno de los museos más importantes. A unos 10 minutos al oeste del pueblo, acariciado por las aguas del mar, emerge el Complejo Arqueológico El Brujo.
Este sitio, parte integral de la Ruta Moche, alberga un tesoro inigualable: el Museo de Cao, hogar de la Dama de Cao, una gobernante preincaica cuyo legado y descubrimiento dejó al mundo atónito. La historia de este lugar está entrelazada con la grandeza de la cultura Moche y es un testimonio vivo de un pasado fascinante que sigue asombrando a visitantes de todo el mundo.
Para llegar hasta este punto desde Lima se puede tomar un vuelo que dura aproximadamente una hora, o ir en bus. La duración de dicho viaje es de aproximadamente ocho horas. En caso de llegar desde Trujillo, se puede tomar un bus hasta Chocope o ir conduciendo desde Chocope a Magdalena de Cao, en un trayendo de unos 20 minutos. Desde Magdalena de Cao a El Brujo se debe tomar un mototaxi.
Finalmente, para ir hasta desde Huanchaco se puede hacer conduciendo, esto toma casi 40 minutos hasta Trujillo. También se puede hacer en bus hasta Chocope, luego un colectivo hasta Magdalena de Cao y un mototaxi hasta el El Brujo.