Martín Kohan es uno de los escritores de habla hispana más leídos. Admirador de Borges, fánatico de Boca Juniors —asiste a La Bombonera cada vez que puede y acaba de publicar Desde La Boca, un retrato de la identidad xeneize, con el especialista en marketing Ricardo Cohen— y educador de varias generaciones en Argentina y Latinoamérica.
Infobae Perú conversó con el autor argentino acerca de su libro de ensayos ¿Hola? Un réquiem para el télefono, el rendimiento de la comprensión lectora en esta parte del continente y qué opina sobre el reconocimiento como artista.
—Respecto a ¿Hola? Un réquiem para el télefono, actualmente tenemos la tecnología; la cual muchos escritores la utilizan. Incluso, alguna vez un escritor me comentó que todos los autores y autoras deberían utilizar las redes sociales para publicitar su obra, ¿cuál es tu opinión partiendo de tu libro de ensayos?
—Mi postura, con respecto a estas cuestiones, y también con otras, es no decirle a los demás lo que deben hacer. Habrá quienes se interesen en las redes, las disfruten y encuentren qué decir allí, y está perfecto; que lo hagan. También habrá quienes no se interesen, no tengan nada para compartir en ese ámbito, no vean nada atractivo en ello y, por lo tanto, no las usen. No estoy a favor de imponer una alternativa sobre la otra. No estoy de acuerdo en establecer una obligación para que alguien esté en las redes, tampoco diría que alguien no debería estar. Habrá quienes encuentren un atractivo en ellas, aunque yo, en general, no lo encuentro.
No veo que sea un espacio en el que tenga algo que decir. Sin embargo, comprendo perfectamente que a otros les apasione. Lo que no entiendo es por qué debería haber una regla general para los escritores, como si todos fuéramos iguales. Los escritores tienen temperamentos y estilos muy distintos; hay maneras muy diferentes de ser o de asumirse como escritor.
—Quiero ir un poco por tu lado de docente, tú has enseñado en colegios y en universidades, ¿eres muy crítico con que los alumnos de secundaria actualmente no sepan comprender un texto?
—En efecto, soy profesor de Literatura. He trabajado en escuelas secundarias durante bastante tiempo; actualmente doy clases principalmente en universidades. Al enseñar en este nivel, estoy formando a futuros docentes que formarán lectores. En mi caso, me preocupa especialmente debido a mi tarea específica.
Entiendo que las últimas mediciones y evaluaciones de rendimiento en lectura, en términos de este tipo de evaluaciones educativas que se realizan, indican que una parte muy considerable de quienes se están formando no logran comprender textos a nivel latinoamericano. Es un grave problema.
—¿Crees que la lectura literaria ha retrocedido?
—Si la lectura literaria retrocede, como parece estar ocurriendo, y en el interior del campo de la literatura la lectura de textos literarios más elaborados y exigentes está retrocediendo frente a opciones más complacientes y simples, esto, efectivamente, es alarmante y a la vez no sorprende. Los que realizan evaluaciones educativas indican que los estudiantes no logran comprender lo que dice un texto. A partir de esta premisa, los escritores están perdiendo lectores.
Y quiero ir por este lado: las escalas que miden la circulación literaria suelen contrastar, comparando el número de ejemplares de cada edición que se vendían hace 50 años con los que se venden hoy. Se publicaba una nueva novela y se imprimían 20 mil ejemplares. Ese era el número base. Ahora, el número base es mil, es decir, 20 veces menos que antes.
—En Perú, máximo te leen 500 personas...
—Eso indica que hay una contracción fuerte de ese mundo, que podríamos empezar a llamar ‘mundillo literario’. Es preocupante para aquellos que nos dedicamos a la literatura, ya que nos entusiasma el grado de elaboración más intenso y alto de las posibilidades del lenguaje.
—Como escritor, ¿tienes miedo?
—Más que miedo, me preocupa vivir en una sociedad en la que una capa considerable de la población, aún estando escolarizada (aunque luego tenemos el problema de la deserción en los sistemas educativos), no logra acceder a un nivel satisfactorio de educación. Es un problema que afecta a una proporción significativa de la población escolarizada.
Si tengo que responder desde un enfoque egoísta, para mí es gran felicidad que se sucedan ediciones de mis libros. No es un problema personal, sino social. Cuando pienso en este problema y en la contracción de la literatura, me inquieta aún más.
Me preocupa el lugar social que le corresponde a la literatura. No solo me preocupa por mí mismo, sino por el valor que le otorgo en general. Por un lado, está el lugar social de la literatura en su conjunto y, luego, la dinámica interna que existe en el ámbito literario.
—Martín, tú me enseñaste en la maestría de Escritura Creativa y recuerdo que mencionabas que Borges tuvo algo que otros escritores, como César Vallejo, no tuvieron para ser reconocidos: el tiempo. A tus más de 50 años, ¿crees que ya pasaste esa edad para ser reconocido?
—No realizo ese movimiento en relación a mí mismo para averiguar dónde estoy. Ahora lo estoy considerando porque me lo mencionas. No reflexiono sobre mí mismo, ni estoy revisando en qué lugar me encuentro en la literatura. Mi interés, mi pasión y mi deseo están en la escritura y en la lectura.
No sé cuál es el lugar que uno ocupa en la literatura. Digamos que mi pasión literaria está ligada a escribir y a los efectos que la escritura tiene, es decir, las lecturas que surgen posteriormente y los espacios de consagración. No pienso en la literatura como una carrera hacia la consagración. No he estado corriendo en esa dirección. Y hay una diferencia, me parece, entre pensar que hay formas de reconocimiento que uno disfruta.
No uso la palabra ‘carrera literaria’ porque no lo es. Y disfruto y valoro mucho el reconocimiento, pero no pienso en términos de carrera hacia la consagración.